Les había prometido historias de terror ... y por fin luego de unos problemillas técnicos, aquí les dejo una historia que espero los asuste :)
EL BUFÒN
Autora: Elizabeth segoviano
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En los retorcidos pasillos del infierno, entre espantosos alaridos de dolor y angustiosas súplicas se llevaba a cabo la reunión demoníaca semanal para hablar de los nuevos métodos de tortura que serían aplicados a los condenados, las más novedosas tretas para engatusar a los humanos y reclamar sus almas y otros tantos tétricos detalles que a cualquiera de nosotros nos helaría la sangre; aunque aquel día los mismísimos demonios también temblaban y sus rojizas garras parecían deshacerse en sudor a medida que las manecillas del reloj avanzaban, con cada minuto sus negros y petrificados corazones retumbaban como oscuros tambores ceremoniales ... aquel día también era día de juicio, y eso significaba que el señor de las tinieblas en persona llamaría a cada demonio a ajustar cuentas con él.
Así comenzaron a desfilar ante el señor oscuro los demonios de más alto rango y los más ancianos, y por último aquellos que aspiraban a reemplazar a los que habían sucumbido ante el avasallador poder de los ángeles; entre los aspirantes se encontraba Shatten, un demonio que meses atrás lucía prometedor, pero que al paso de los días se fue confiando y pasaba el tiempo pregonando que él sería elegido para ser la mano derecha de Luzbel.
Shatten se encontraba fanfarroneando, regodeándose en su arrogancia cuando de repente, la cavernosa voz del amo infernal pronunció su nombre, ya en otras ocasiones lo había hecho, pero ésta vez el tono en el que lo había dicho dejaba entrever que Shatten estaba en problemas,repentinamente el tiempo pareció detenerse al igual que la respiración del demonio, quien, desconcertado, acudió con apuro al llamado de su amo.
- su alteza ¿me llamaste?
- así es, pedazo de escoria ¿acaso crees que algún día podrás sentarte a mi lado con la clase de resultados que has tenido últimamente?
- No comprendo mi rey.
- ¡Ah! ¡el mocoso no comprende! Bien, entonces déjame refrescarte la memoria grandísimo inútil ¿ves este redondo cero escrito aquí junto a tu asqueroso nombre?
- si su majestad
- ¡Bien! Por lo menos no estás ciego ¡cero es la cantidad de almas que has recolectado para mí! ¿sabes lo que significa eso Shatten?... ¡ah! ¿te has quedado mudo? ¡significa que ésta es la primer advertencia que te doy para arreglar esto, si a la tercera no lo has corregido serás castigado! ¿entendiste?
- si ... si su alteza
- ¡más te vale, ahora largo de mi vista!
Shatten no podía creer lo que acababa de sucederle, y, al mirar a su alrededor notó que la demoníaca multitud lo observaba con miradas incisivas que podían atravesar a un jabalí, y sus burlonas muecas apenas podían contener las risotadas que deseaban explotar de sus sangrientos labios, así que Shatten avergonzado huyó a la tierra para pensar con claridad, tenía que hacer un plan para recobrar el tiempo perdido y reclamar cientos de almas de una sola vez.
¡Con niños! –pensó el demonio– claro, eso contentaría a Luzbel, sólo debo atraerlos, atraparlos, será grandioso ... les retorceré sus asquerosos cuellitos hasta arrancarles las cabezas y las pondré en picas, sí ... sería magnífico, o los arriaré como si fueran animales y a latigazos los haré obedecer, seré su amo y sólo me responderán a mí ... ¿porqué habría de regalárselos a Luzbel? ¿porqué he de seguir trabajando para él? Ya demasiado tiempo he recolectado almas para él ¿y qué he obtenido? Nada, sólo burlas, regaños y amenazas ¡no, yo merezco algo mejor! ¡soy mejor que él! armaré toda una legión de almas condenadas y reclamaré lo que por derecho es mío, si ... ¡lo que es mío!
Desde aquel momento Shatten puso todo su diabólico empeño en perseguir niños, a él no le importaba si eran niños buenos y obedientes o malos flojos y groseros,pues una vez que el demonio posaba los ojos en su pequeña víctima estaban perdidos.
El astuto demonio ya había poseído el cuerpo de un maestro y a la más mínima provocación como tirar un lápiz, estornudar o mirarlo a los ojos, el maestro poseído mandaba llamar a su víctima fuera del salón
y ahí mismo le extraía el alma dejando detrás sólo cuerpos vacíos, de esta cruenta forma Shatten ya había vaciado escuelas enteras, pero como la gente ya estaba asustada y no dejaban ir a sus niños a la escuela por temor a perderlos, el demonio se vió obligado a pensar en otro plan. Valiéndose de sus maléficos poderes creó la ilusión de un circo espectacular, con decenas de magos y actores, payasos, trapecistas golosinas y demás– “¡hoy gran función de estreno del circo de las sombras! ¡vengan todos los niños están invitados a la función de cortesía!”– se escuchaba en un altoparlante que recorría las calles de la ciudad; por supuesto los niños deseaban ir y divertirse para olvidar los horribles sucesos que habían ocurrido semanas atrás, así que sin pensarlo, aquella tarde todos los pequeñines corrieron felices al circo sin saber que al final de la función les esperaba el infierno.
¡sí! ¡sí! ¡sí! –gritaba el demonio– lo logré, tengo las almas de los niños de toda la ciudad! Todos tendrán que venerarme, rendirse a mis pies!
Así se encontraba Shatten, embebido en su perversa celebración de gloria y venganza, cuando súbitamente, en su cabeza comenzó a escuchar un coro de espectrales voces gritar su nombre, era nada más y nada menos que el consejo demoníaco quien reclamaba su presencia así que no tuvo más remedio que acudir a la reunión. De inmediato Shatten sintió que algo no andaba bien pues el ambiente se sentía aún más tenso y escabroso que de costumbre.
- ¡Shatten!-exclamó el líder infernal- qué bueno que tus múltiples ocupaciones no te impidieron venir
- ¿Qué deseas Luzbel? –preguntó Shatten indiferente–
- ¡Una explicación! ¿te importaría decirme porqué no me has dado ni una sola alma? y sin embargo los rumores dicen que no has parado de trabajar en semanas.
- Claro que he estado trabajando su alteza, pero no deseo entregarte sólo un par de almas, cuando termine mi proyecto estarás complacido
- ¿Cómo te atreves a tratar de engañarme a mí? Yo sé bien lo que has hecho y lo que planeaste, y sé muy bien lo que hay en tu mente ... y no te lo voy a permitir ¡creíste ser más listo y poderoso que yo y eso te va a costar muy caro traidor!
¡juicio! ¡castigo! ¡castigo! –gritaba la endemoniada multitud–
- Ya lo ves Shatten, la multitud reclama tu pellejo ... ¿cómo podría negarme ante una petición unánime?
Lentamente todos los demonios rodearon a Shatten mientras Luzbel se le acercaba con una mirada burlona en el monstruoso rostro.
- Ya que te gustan tanto los niños Shatten los tendrás, te lo prometo, pero también te prometo dolor y sufrimiento como nunca los has imaginado.
- No, tu no puedes castigarme, sólo me has dado una advertencia, dijiste que tenía tres ...
- ¡Insolente! –gruñó el diablo –¿cómo te atreves? ¿quieres tus otras advertencias? ¡pues aquí las tienes! ¡tu tiempo se acabo!
- ¡No, todavía no!
- ¡Tu tiempo se termina cuando a mí se me da la gana y no antes sabandija inmunda! Y ciertamente no después, yo te expulso y te condeno a vivir un infierno en la tierra, no eres más que un remedo de demonio, un bufón que no merece vivir entre nosotros.
Apenas con un ligero movimiento de dedos, el siniestro mandó a Shatten a la tierra, pero ya no era el mismo poderoso demonio que una vez fue, ahora era más pequeño y sin poder alguno y estaba ridículamente enfundado en un traje bombacho decorado con rombos de chillones colores, y su rostro, antes temible ahora estaba cubierto por un pegajoso maquillaje blanco y un desagradable carmesí enmarcaba sus labios dibujándole una grotesca mueca que simulaba una sonrisa, y para acabar de ataviar su miseria, un absurdo sombrero de tres picos caídos que tintineaba a cada paso que daba, el demonio aún no salía de su asombro cuando innumerables voces infantiles berreaban:
¡el payaso! ¡ya llegó el payaso!
¿Payaso? –pensó Shatten– no, Luzbel no me puedes hacer esto –rogaba el demonio– pero no obtenía respuesta alguna, en su cabeza sólo se escuchaba el eco de las risotadas del Diablo que se confundían con las risas de los niños aglomerados alrededor del demonio pelliscándole, pateándolo, y pidiendo a gritos que hiciera trucos y piruetas.
- ¡Al público lo que pidan Shatten! –decía el siniestro– y, desde su guarida manejaba al desdichado demonio como si fuera su marioneta, haciéndolo brincar y bailar sin parar mientras los niños, que ante los ojos del demonio parecían duendes o malignos trolls le aventaban restos de comida y tiraban de sus cansados miembros. Shatten deseaba detenerse, arrancarse aquel ridículo traje y salir corriendo, pero su cuerpo sólo obedecía las órdenes de Luzbel.
- ¿Cuándo va a terminar éste martirio? –se preguntaba el demonio–
pero tan pronto terminaba una fiesta él aparecía en otra y en otra y en otra.
Los días pasaban y con ellos la voluntad de Shatten iba menguando, sus oídos estaban a punto de estallar, sus pies, destrozados, apenas y lo mantenían en pie, su sufrimiento y angustia eran tales que estaba a punto de llorar sangre, pero justo en aquel momento algo inesperado sucedió, de repente pudo recobrar un poco el poder sobre su resquebrado cuerpo y no dudó en hacer algo para detener aquel martirio, costara lo que costara, ya que no contaba con sus poderes sólo había una forma de regresar al infierno, y ciertamente no era agradable, pero era la única salida que Shatten tenía, así que con la poca fuerza que tenía se ató un pedazo de cuerda alrededor del cuello y el resto lo ató a una viga del techo y esperó a que los niños fueran a buscarlo, y cuando lo encontraron exclamaron: “¡una piñata! ¡qué linda! ¡vamos romperla!” . Entonces los pequeños agarraron a Shatten y lo colgaron tomando cada uno su turno para aporrearlo mientras el cuerpo del demonio aún se retorcía de dolor y sus quejidos se veían ahogados por el canto de los pequeños que decían: “dale, dale, dale no pierdas el tino”... así después de
aquellos desgarradores minutos Shatten por fin regresó al infierno tratando de buscar algún rincón en el cual poder descansar y recobrar su poder, pero para su mala fortuna se topó con su amo, el demonio.
- ¿Qué haces aquí desdichado? –dijo el señor oscuro– no puedo creer que huyeras de tu castigo
- se lo imploro su alteza –suplicaba Shatten– ya no más, haré cualquier otra cosa que me pida pero déjeme quedar aquí.
- Está bien, pero yo jamás he roto una promesa y no pienso hacerlo ahora, yo te prometí sufrimiento y lo tendrás, te prometí niños y los tendrás ¡pedazo de escoria traidora! De hecho, estaba considerando el perdonar tu castigo, pero como te has escapado ¡ahora tu castigo será eterno! Yo amo y señor de los infiernos te condeno a pasar la eternidad aquí como el payaso que eres entreteniendo para siempre a las almas de los niños que robaste! ¡bufón, payaso ridículo remedo de demonio quedas condenado!
- ¡No! ¡no, piedad amo, piedad!
En los retorcidos pasillos del infierno entre los gritos de los condenados sobresalen los aullidos de Shatten, el demonio bufón que pasa la eternidad pagando por su traición, viviendo su infierno en los calabozos del infierno.