sábado, 31 de octubre de 2020

EL CATALEJO LAPISLÁZULI PARTE IX


PARTE IX

DE SUEÑOS, MÚSICA Y ESTRELLAS

 


El verano llegaba a su fin. El aire ya comenzaba a sentirse frío y los árboles pintaban una que otra hojita de marrón, rojo o amarillo. Era también el último día de la feria, y Tolvedier quería llevarle alegría y sueños a tanta gente como fuera posible.

Al atardecer, la gran carpa plateada ya se iluminaba con la luz de cientos de diminutas estrellas al tiempo que la gente entraba para ocupar un lugar frente al escenario.

En el fonógrafo mecánico sonaba una hermosa melodía de violines y acordeón que invitaba a la gente a tararear aunque nunca antes hubieran escuchado esa tonada.

A las siete en punto, cuando la luna nueva se levantaba majestuosa sobre la ciudad, comenzó el gran espectáculo. La carpa entera quedó en total oscuridad, los espectadores, sorprendidos, guardaron silencio de inmediato. El fonógrafo detuvo su melodía, y, luego de unos segundos; una a una se fueron encendiendo las pequeñas estrellas mecánicas que flotaban por todo el lugar, todas al ritmo de las notas de un piano que alguien tocaba en las penumbras del escenario.

La música se detuvo de nuevo, siendo reemplazada por la gentil voz de Tolvedier.

¡BIENVENIDOS, BIENVENIDAS! ¡ESTA NOCHE DEJAMOS TODAS LA PREOCUPACIONES AFUERA! ¡ESTA NOCHE TODOS, TODAS, NOS PERMITIREMOS SOÑAR! ¡SOÑAR SIN LÍMITES, SIN ATADURAS! ¡ESTA NOCHE, TODOS SOMOS ESTRELLAS!

Mientras Tolvedier volvía a tocar el piano con una melodía tan dulce como los higos cristalizados, un precioso chelo que caminaba solo porque era de cuerda, se situó junto al piano, y la melodía que ya era dulce se convirtió en algo tan sublime, alegre y tierno, que cada persona ahí presente cerró los ojos. Cada uno siendo transportado por esa melodía a los días más felices de sus vidas.

Tras bambalinas, Bruno, ataviado con su elegante traje y sombrero de copa, también cerraba los ojos; sin embargo el niño se concentraba, haciendo uso de sus poderes como Doríma. De su corbatín prendía el broche que había recibido de Tolvedier, ahora ya no era una luciérnaga, esta vez tenía forma de estrella. Bruno la sostuvo entre sus manos, se concentró y susurró: Polaris, que tu luz pase a través de mí hacia todos los que necesitan encontrar la luz para soñar. Entonces Bruno comenzó a imaginar la luz de todas las estrellas, las que nacían en torbellinos de luz en algún lugar del universo, las que fueron pero que aún nos tocan con su resplandor y las que serán, creando nuevas constelaciones. En la carpa, los asistentes, sonreían pues al imaginar sus días más felices, se veían rodeados de luz, luz dorada, plateada y de colores, luz iridiscente que era cálida y hacía cosquillas. En ese momento, la melodía llegó a su fin, era el momento de presentar un gran acto de magia, magia real.

¡DAMAS, CABALLEROS!-decía nuestro amigo ¡Tolvedier, es mi nombre, soy librero, bibliotecario e inventor. Ávido lector, músico de corazón, buen dibujante, gran navegante, artista y a veces cantante. Soñar es mi profesión y ésta es mi carpa, mi espectáculo. En él, mi asistente Bruno y yo, hemos puesto nuestro corazón. Esta noche, pueden esperar cualquier cosa que puedan imaginar, adelante, pidan algo que crean imposible.

La multitud sonreía y alguien gritó: ¡yo quisiera ver un barco flotar por esta carpa!

Bruno, son una sonrisa de oreja a oreja, se concentró e imaginó aquella fragata pirata que por poco destruía la librería aquella primera vez. En esta ocasión, Bruno ya podía controlar lo que soñaba, y el espectáculo fue precioso e impresionante. La carpa entera olía a mar, la brisa era salada y fresca, y el barco, entre una sutil neblina, parecía salpicar pequeñas gotas, a lo lejos, al otro lado del escenario, se divisaba la silueta de una ballena gris e incluso se escuchaba su canto. Al ritmo de un alegre acordeón también se escuchaba una voz bonachona y algo ronca, era el capitán del barco que entonaba una vieja canción de marineros. La gente aplaudía, todos se veían felices y entretenidos, incluso la señora Ruthelina que pensaba que Tolvedier en verdad era muy inteligente para poder crear tecnología tan vanguardista. Y estaba orgullosa de su hijito, pues se movía por el escenario como si lo hubiera hecho por años. Junto a la señora Ruthelina se encontraba el señor Máximo, su padre, que había viajado de muy lejos sólo para ver a Bruno.

 

Melodía tras melodía, e ilusión tras ilusión, el público aplaudía y se maravillaba. Lo que no sabían era que, sus vidas estaban siendo cambiadas por Bruno y Tolvedier, al hacerlos sentir nuevamente como niños, al hacer que sus corazones latieran a otro ritmo con las canciones y que sus mentes fueran desafiadas por todas las maravillas que presenciaban en el escenario. Muy dentro de sus mentes, ya comenzaban a germinar de nuevo las semillas de antiguos sueños o sueños hechos ahí, al momento de estar rodeados de tanta magia. Cada uno de los espectadores, se estaba llenando de valor, ilusiones y sueños. Por primera vez, dejaban de pensar que sus anhelos eran tontos o imposibles, pues ante aquella magia, todo, absolutamente todo, parecía más que posible.

La dulce voz de Tolvedier entonaba canciones que conmovían incluso a los más rudos. Las ilusiones que Bruno creaba con tan solo pensar en ellas, como sirenas, hadas, grifos, estrellas, barcos y alebrijes que alegraban a todo mundo al bailar y cantar con Tolvedier, tenían a las personas tan felices y abiertas a creer en la magia, y en su propia magia que las horas pasaron volando. En punto de las diez de la noche, el espectáculo llegaba a su fin, no sin terminar con otra gran sorpresa para los asistentes.

 

Al salir de la carpa, esperaban decenas de globos aerostáticos equipados con sus respectivos burbujópteros para dar un paseo bajo las estrellas.

Desde lo alto del cielo nocturno, rodeados de estrellas y una luna nueva radiante, con la ciudad a sus pies, aquellas personas que antes de aquel día se encontraban tristes e incapaces de soñar o creer en ellos mismos, eran completamente diferentes. Tenían el valor y la motivación de renovar sus sueños, trabajar duro por ellos, y disfrutar el viaje que emprenderían al realizar esos sueños.

 

En el globo más lindo y elegante, iban Tolvedier, el gatito Sherlock, Bruno, la señora Ruthelina y el señor Máximo. Bruno admiraba los otros globos a través del catalejo lapislázuli de Tolvedier y notó que ahora todos, pero todos, tenían luz y esa brillante conexión con las estrellas, y los hilos que los conectaban con otras personas o mascotas, ya no estaban más rotos, o enredados. Eran brillantes y firmes, relucientes. Eso quería decir que sus corazones ya no estaban lastimados o tristes y estaban listos para seguir recorriendo sus vidas con la mirada en las estrellas.

Era el final perfecto para un verano mágico.

 

Quizá pienses que esta historia tan solo la he inventado para mantenerte entretenido. Lo cierto es que, no es mi historia, es la de Tolvedier y los Dorímas, la de la magia y los catalejos lapislázulis, la de los gatitos listos y librerías extraordinarias, la de libros que buscan hogares en mentes y corazones brillantes. Es la historia de unos hilos imaginarios que en realidad existen, y sé que lo sabes, porque ese hilo te dice que mamá y papá te quieren y que tus hermanos te quieren y que hay amigos por descubrir. Esta no es mi historia querido lector. Esta es la historia de los sueños que parecen imposibles y de la música que no hemos escuchado pero que nuestro corazón tararea bajo el cielo limpio y claro que ha dejado un día de tormenta.

Esta, es la historia de Tolvedier, un librero, bibliotecario e inventor. Ávido lector, músico de corazón, buen dibujante, gran navegante, artista y a veces cantante. Soñar es su profesión ... Él tiene una librería que siempre está abierta, y quien sabe, quizá en un día de tormenta, seas tú quien la encuentre. Así que recuerda siempre hacerle caso al gatito que veas ahí, también se amable con el librero y quien sabe, quizá tu seas el próximo asistente de este misterioso y bondadoso chico¡Y siempre, pero siempre acepta su invitación a probar una taza de té chai! Pero sobre todo, querido lector, siempre, pero siempre, mantén tus ojos en las estrellas, los pies bien enraizados en la tierra y sueña, sueña cosas que todos crean imposibles. Tú, Tolvedier, Sherlock, Bruno y yo, sabemos que tal cosa no existe.

FIN

PARTE 8: https://sognareprofundere.blogspot.com/2020/10/el-catalejo-lapislazuli-parte-viii.html




miércoles, 28 de octubre de 2020

EL CATALEJO LAPISLÁZULI PARTE VIII


PARTE VIII

LA GRAN CARPA PLATEADA


 

De tanto soñar despierto, Bruno en verdad se quedó dormido en el globo que se mecía suavemente sobre la ciudad. Tuvo sueños hermosos en los que la multitud gritaba su nombre y llovía colorido confeti sobre él. Tolvedier se quitó su saco y con él cubrió a al niño, luego le hizo una señal al gatito Sherlock, que ni tardo ni perezoso se dispuso a acurrucarse con Bruno para mantenerlo abrigado mientras Tolvedier terminaba de trazar sus mapas y el globo comenzaba a descender.

La noche ya abrazaba la ciudad cuando el globo bajó delicadamente en el techo de la librería Siempre Abierta. La señora Ruthelina ya llevaba varios minutos esperando impaciente, buscando a su hijo por cada pasillo.

-¡Madame Trampolina! -exclamaba Tolvedier quien bajaba con Bruno dormido en brazos y el gato dormido encima de Bruno.

-¡Señor Trovador! -decía aliviada madame Ruthelina. Ya me había preocupado al no encontrar a nadie aquí ¿porqué Bruno está dormido?

-Fue un día muy largo y emocionante madame Brillantina.

-Ruthelina, si me hace favor señor Tubador, pero, dígame que puede ser tan emocionante en una librería?

-Bueno, madame Sonatina, hoy nos llegaron nuevos cargamentos de libros, ¡eso siempre es emocionante! Además nos han invitado a participar en la feria de la ciudad, y Bruno y yo estamos haciendo algunos preparativos.

-¿La feria? ¿Pero es que usted es artista señor Topeador?

-¡Y de los mejores madame Campanilla! Por cierto, mañana, cuando traiga a Bruno, llévelo directamente a la gran carpa plateada al final de la feria, ahí estaremos ensayando.

-Pero no hay ninguna carpa plateada señor Trompetero, yo vengo de por ahí.

-¡Pero mañana temprano ahí estará madame Ripalina!

-Está bien, pero solo permitiré que Bruno haga esto porque son las vacaciones de verano, yo no quisiera que mi hijo desperdiciara su tiempo siendo librero o artista ... sin ofender señor Rotulador.

- No me ofendo madame Tarantulina, personalmente, yo no querría desperdiciar mis días tecleando cifras, pero se ve que usted tiene talento para las cosas aburridas, bueno, le entrego a Bruno y no le quito más mi tiempo ¿eh? Fue un placer para usted charlar conmigo, nos vemos mañana.

 

La señora Ruthelina no sabía si sentirse ofendida o no, pues Tolvedier hablaba tan rápido que no estaba segura de haber escuchado correctamente lo que dijo, así que tan sólo sonrió y se llevó a su niño en brazos, sin darle más importancia al asunto.

En la librería, nuestro joven amigo, depositaba con cariño al gatito Sherlock en su canasta de mimbre cubierta por su suave y esponjosa mantita tejida.

Tolvedier se preparó un termo con té chai, se puso un abrigo, apagó las luces de la librería siempre abierta, que aquella noche estaría cerrada y salió a la calle susurrando hermosas palabras en otro idioma, uno que no pertenece a esta tierra, sino a las estrellas.

Al final de la amplia calle, donde terminaban los puestos de la feria, Tolvedier dispuso una pequeña caja hexagonal hecha de cobre que él mismo había diseñado y grabado con diminutas estrellas, la caja reflejaba la luz de la luna con tenues reflejos dorados. Tolvedier se arrodilló junto a la cajita, puso sus manos sobre ella, silbó una tonada dulce que ni siquiera el viento había escuchado antes, y luego pronunció estas palabras ¡Tähtiä hilfe paista unet!

El pequeño hexágono de cobre se abrió, de éste se desplegaron cientos de engranes diminutos que brillaban con luz propia, cada engrane parecía una abeja. Se elevaron varios metros hacia el cielo, formando varias constelaciones y al mismo tiempo, delinearon la silueta de una gigantesca carpa. Cuando estuvieron en la posición correcta, Tolvedier extendió los brazos, así como hacen los directores de orquestas ¡y puf! Aquellos engranes en forma de abeja dejaron caer un fino velo de luz y polvillo, que al contacto con la brisa fresca de la noche se convirtió en una resistente tela plateada. Tolvedier retrocedió unos pasos para apreciar la gran carpa plateada y sonriendo abrió su termo de té y le dio un buen trago.

 

Al interior de la carpa, los engranes ya no parecían abejas, ahora eran grandes estrellas refulgentes que le daban un toque teatral y hermoso al lugar.

Tolvedier pasó el resto de la noche armando un escenario, y disponiendo sillas.

Cuando la aurora ya teñía el cielo, la gran carpa plateada estaba lista para el mejor espectáculo de magia, música y sueños que jamás hubiera imaginado alguien.

 

Ya entrada la mañana, Bruno y su mamá, la señora Ruthelina al fin llegaban a la gran carpa plateada que se levantaba deslumbrante por sobre todas las otras carpas de la feria.

-¿Señor Polvorón?

-¡Mamá! -reclamaba Bruno- No se llama polvorón, se llama Tolve...

-Eso dije hijito, Polverón

-¡Bruno!- gritaba emocionado Tolvedier ¡madame Brutalina! Buenos días

-Rutheli...

-Eso es lo que dijo mami- interrumpió Bruno a manera de broma mientras le entregaba a Tolvedier un vaso de café bien calientito y un rol de canela recién horneado que habían comprado en la cafetería.

-Muchas gracias Bruno, gracias madame. Me hacía mucha falta, pero siéntense, díganme que les parece el escenario.

 

La señora Ruthelina y Bruno se quedaron con la boca abierta, porque era un escenario maravilloso, las cortinas de terciopelo color turquesa y las pequeñas estrellas que flotaban por doquier le daban un toque absolutamente mágico. Al centro del escenario se encontraba un hermoso piano blanco de cola y varios instrumentos alienados esperando su turno de brillar.

-¿Qué clase de espectáculo van a presentar? -decía fascinada la señora Ruthelina mientras unas diminutas estrellas jugaban con sus rizos.

¡DE MAGIA! -exclamaron Tolvedier y Bruno al unísono.

-Pero todavía no es hora de revelar todos nuestros secretos, así que madame Ricolina tendré que pedirle que nos deje ensayar a solas, después de todo, queremos sorprenderla-

El mágico brillo de las diminutas estrellas tenía embobada a la señora Ruthelina que sin rechistar, simplemente le dio a Bruno un besito en la mejilla y se retiró.

-Tolvedier -decía Bruno ¿Me perdonas?

-¿Perdonarte porqué amiguito?

-Porque ayer me quedé dormido y no te ayudé a trazar los mapas

-¡Ah! ¡pero si me ayudaste!

-¿Cómo?

-Mientras tu soñabas, hiciste llover polvo de estrellas sobre toda la gente que debemos ayudar a soñar, ya todos están señalados y ese polvo lleno de magia y sueños que tú hiciste llover hará que todas esas personas vengan, nuestro trabajo ya ha empezado Bruno.

-¿Yo hice eso?  Wow

-Soñar, así como lo hacemos tú y yo, no es tan sencillo Bruno, traer verdadera magia al mundo real, requiere de mucha fortaleza, hiciste un gran trabajo, aunque a ti no te lo parezca.

- ¿Tolvedier?

-Dime

¿Por qué tú y mi mamá nunca se dicen bien sus nombres?

-Creo que porque es divertido Bruno, supongo que a tu mamá le gusta jugar con las palabras. Las palabras amiguito, son muy poderosas, pueden hacerte sonreír y animarte o lastimarte, siempre debes escoger muy bien tus palabras Bruno, no hay nada más mágico que las palabras. Con ellas podemos construir y destruir. Procura siempre ser constructor Bruno, siempre.

 

A Bruno le parecía que no había una verdad más grande que esa, las palabras importan mucho, como cuando a uno le dicen que ha hecho un buen trabajo,o que se ha esforzado, uno se siente bien, pero no es lo mismo cuando a uno le dicen tonto o baboso o burro, uno se siente mal, duele, aunque solo sean palabras. Era cierto, las palabras son poderosas, y hay que cuidarlas.

-Bruno ¿estas listo para nuestro gran ensayo?

-¡Por supuesto!

 

Después de practicar varias horas, Tolvedier sacó de un cofre forrado en terciopelo verde, un antiguo fonógrafo, solo que a ése no había que darle cuerda, era mecánico y podía tocar todo el día. En él, Bruno y Tolvedier grabaron este mensaje:

¡Mañana por la noche habrá un espectáculo de magia y música como nunca han visto!

Entrada gratuita a todos los que vayan a la librería Siempre abierta y mencionen cual es su libro preferido de cuando eran niños, repetimos. ENTRADA GRATUITA A QUIEN VAYA A LA LIBRERÍA Y MENCIONE SU LIBRO FAVORITO DE CUANDO ERAN NIÑOS.

-Bruno -decía Tolvedier.

-¿Si?

-¡Corre!

El anuncio solo había estado sonando un par de minutos, mismo tiempo que les tomó a Tolvedier y Bruno llegar a la Librería Siempre Abierta, sin embargo la fila de personas esperando entrar ya era larga.

-¡Sherlock, Bruno a sus puestos!

En cuanto Tolvedier abrió la puerta persona tras persona entraba a la librería mencionando su libro favorito de la infancia y Sherlock y Bruno debían buscar esos libros y entregarlos mientras Tolvedier les daba también su boleto de entrada.

En cuestión de minutos los mil boletos ya habían sido entregados, junto con mil libros de cuentos, poesías y novelas de aventuras principalmente.

Hasta el gatito estaba exhausto de correr por todas las repisas tirando libros a diestra y siniestra. Pero lo habían logrado. Para celebrarlo, Tolvedier le preparó a Sherlock un buen filete de pescado y para él y Bruno una hamburguesa con queso, papas fritas y una enorme malteada porque habían trabajo arduamente todo el día.

Lo último que hicieron antes de despedirse ese día, fue probarse los elegantes trajes que Tolvedier había mandado hacer. Ahora lo único que restaba, era presentar el gran espectáculo en la carpa plateada.

CONTINUARÁ...

PARTE 9: https://sognareprofundere.blogspot.com/2020/10/el-catalejo-lapislazuli-parte-ix.html

PARTE 7: https://sognareprofundere.blogspot.com/2020/10/el-catalejo-lapislazuli-parte-vii_16.html

viernes, 16 de octubre de 2020

EL CATALEJO LAPISLÁZULI PARTE VII


PARTE VII

EL CATALEJO LAPISLÁZULI

 


En otro tiempo, bajo otros cielos y otras tormentas, el capitán Morgenmuffel regresaba de una larga y vertiginosa travesía para conseguir una gema muy preciada para los Dorímas, una piedra extraída de las entrañas de la tierra llamada Lapislázuli. De esta piedra semi preciosa del color del océano, se dice que tiene el poder de elevar el nivel espiritual de las personas. Para los Dorímas esto significaba mejorar sus poderes de ensoñación y canalizar mejor el poder que les brindaban las estrellas.

El capitán Morgenmuffel quería obtener esa preciada piedra para elaborar un regalo especial para su nietecito, que estaba por nacer.

Una vez obtenido el preciado lapislázuli, pasó muchas semanas fabricando cada diminuta pieza, para que encajaran a la perfección en la maquinaria que había diseñado. Cada resorte, tornillo y soldadura estaban hechos en plata y cargado con la luz y la bendición de las nueve lunas que pasaron mientras su nietecito crecía en el vientre de su madre.

Fue en la primer luna de abril, que el capitán Morgenmuffel al fin terminaba el increíble regalo, fue el día en que nació el bebé.

Le escogieron un nombre muy original, uno que nadie tuviera en el mundo entero, pues el capitán sabía que su nieto sería un Doríma muy poderoso y ayudaría a mucha gente, por ello necesitaba un nombre especial. Lo llamaron Tolvedier Morgenmuffel, quien desde su primer día de vida, tuvo a su lado el regalo del abuelo, un catalejo hecho de lapislázuli. Un catalejo que hacía mucho más que enfocar objetos distantes. Ese catalejo tan especial podía encontrar Dorímas y enfocar la luz de las estrellas sobre aquellos que ya no podían o habían olvidado como soñar, así como atraer la magia de la tierra a quien usara el aparato.

Así fue como en sus primeros años de vida, Tolvedier había aprendido a encontrar magia incluso en cosas pequeñas, como por ejemplo, el canto de las aves, botones que florecen, copos de nieve, o una sencilla melodía. Esa magia de todos los días, le había dado a Tolvedier una capacidad inmensa para soñar. El podía ver hadas y duendecillos, entender el lenguaje del viento, domar nubes y hasta entender a los animalitos.

A sus veintiseis años, Tolvedier ya había ayudado a miles de personas. A casi todas, en secreto, pues un Doríma no busca la fama, tan solo la satisfacción de haber reconectado a alguien con sus sueños o alejarlo de la tristeza, brindarle consuelo o incluso algo pequeño, como hacerle sonreír. Tolvedier quería enseñarle todo eso a Bruno, pues sentía lo poderoso que era, y alguien así, hace mucha falta en el mundo.

 

Al tener en las manos el catalejo lapislázuli, Tolvedier sentía que estaba de nuevo con su abuelo, el capitán Morgenmuffel y su dulce abuela, la almirante Gina Misfits de Morgenmuffel. Recordaba cada tarde de otoño que había pasado con ellos. Casi podía saborear la deliciosa sopa de calabazas y salvia que cocinaba su abuelita y el azúcar caramelizándose en el horno sobre el pay de manzana, y oler la mezcla de especias que ya hervía a borbotones en la estufa, las especias que su abuelo traía de sus viajes a la India, un té chai delicioso que bebían juntos mientras el capitán Morgenmuffel le enseñaba a usar el catalejo y la lectura y trazado de mapas. ¡Y como olvidar las historias que le contaba su abuela! Ella podía convertir cualquier cuento o novela que hubiera leído en una narración espectacular, en la que Tolvedier podía sumergirse y soñar. Fue su abuela quien le había regalado el amor por la lectura y los libros. Pues con ellos es fácil viajar aún estando acurrucado en un sillón suavecito.

Tolvedier sostenía el catalejo con cariño sintiendo que sus abuelos seguían con él, conectados por esos hilos que entre ellos, eran irrompibles.

-Bruno -decía el joven- Quiero que veas a través de este catalejo, dime lo que observas.

Bruno tomó el catalejo, lo admiró, sintió el peso frío de la piedra azulada, notó que estaba sujeto con arillos de plata y que los cristales de las lentes cambiaban de colores según el ángulo y la luz que recibieran, eran iridiscentes, tenía inscritos algunos números para ubicar latitudes y longitudes. También notó que debía ser mecánico, porque cada vez que lo levantaba podía escuchar el sonido de pequeños engranes acomodándose. Luego de unos minutos, se atrevió a llevarse el catalejo al ojo derecho y pudo ver que casi todas las personas tenían un halo de luz brillante y hermoso que cambiaba de colores, ese halo de luz estaba conectado con alguna lejana estrella en el firmamento. Podía ver a la perfección los hilos que conectaban a todos, los que estaban perfectos, los enredados, los rotos, incluso aquellos que estaban por completo desgarrados. Sin embargo también notó a unas cuantas personas cuya luz era tan potente como la de las estrellas; en el momento en que volteó para decírselo a Tolvedier, Bruno casi suelta el catalejo porque notó que su amigo brillaba tanto como el sol. El niño supo en ese momento que no se había equivocado, que su joven amigo tenía magia, que quizá estaba hecho de magia pura y por ello él se sentía feliz y diferente y hasta su mamá había cambiado gracias a su magia. Ahora entendía perfectamente la labor de Tolvedier, y también quería hacer eso. Deseaba hacer feliz a la gente, ayudarles a soñar, hacerles sonreír. Porque aún en días grises y difíciles, una sonrisa puede mejorar las cosas. Como cuando está lloviendo y estás empapado y has tenido un día muy difícil y entonces alguien te tiende una mano y pone el mundo en su lugar y te ofrece una taza de té y una sonrisa, y te llena de magia.

-¿Tú brillas tanto porque estás hecho de magia Tolvedier? -preguntó asombrado el niño-.

- ... Pues, si Bruno, pero tú también. De hecho todos estamos hechos de magia. Todos tenemos un poco de polvo de estrellas dentro de nosotros. Esas personas que tienen mucha luz, son Dorímas como tu y yo. Algunos somos más fuertes que otros, pero solo porque sabemos bien lo que somos y como debemos usar esa luz. Otros no lo saben a ciencia cierta, pero lo intuyen, como los artistas, esas personas que crean cosas maravillosas, una pintura, una estatua, un libro, una canción. Esa es su forma de esparcir la magia que tienen. Es una forma muy eficaz Bruno. Vuelve a tomar el catalejo, sigue mirando y dime que más ves.

-Veo, algo extraño, falta algo en algunas personas ... no tienen ese halo de luz, solo tienen una sombra, pero incluso ésta es muy débil.

-Así es amiguito, ellos son lessers, gente sin sueños, gente que siente mucha tristeza.

-¿Por qué?

-Bueno, recuerdas que te dije que los adultos a veces pueden ser muy crueles y que son muy buenos destruyendo cosas? Sucede que a muchos de esos lessers les destruyeron sus sueños desde que eran niños. A veces su propia familia al burlarse de sus planes y sueños, otras veces, incluso sus amigos han fallado en creer en ellos. En muchas ocasiones, eso puede destruir la luz que llevamos dentro, los sueños son algo frágil, los sueños de los niños lo son más aún, Bruno. Otras veces, la vida puede ser muy complicada y muchas personas tienen que dejar sus sueños a un lado para resolver los problemas y se les olvida como soñar. Cuando eso le pasa a un lesser, pues va por la vida con la mirada en el piso, simplemente sorteando los obstáculos que llegan a suceder en la vida, pero pierden esa chispa, su luz se apaga y nada vuelve a ser lo mismo.

-Como mi papá -dijo repentinamente el niño.

-¿Tu papá?

-Si, cuando él tenía quince años tuvo que dejar la escuela, porque su familia necesitaba dinero ... pero después de muchos años regresó a la escuela, el quería ser músico, pero no pudo. Aunque los fines de semana toca en una banda de jazz con sus amigos ¿eso quiere decir que él no perdió su luz?

-En efecto Bruno, porque no importa si uno vive su sueño aunque sea de forma pequeña, quizá tu padre no pudo ser un gran músico famoso dando conciertos alrededor del mundo, pero te apuesto que cada vez que se reúne con sus amigos a tocar, todos son muy felices, y también sus familias y amigos.

-¡Si! Cuando tocan juntos siempre se siente como una fiesta, como si fuera Navidad.

-¡Yo no podría describirlo mejor! Ahora necesito que me ayudes Bruno, necesitamos trazar un gran mapa, pero debemos hacerlo desde las alturas.

-Pues ya estamos en la azotea, ya no podemos ir más alto que esto.

-¡CLARO QUE SI! -decía Tolvedier abriendo la puerta del cobertizo para sacar un aparato hecho de cobre que tenía muchas palancas, válvulas y manijas por todos lados.

-¿Qué es eso? -exclamaba fascinado Bruno-

-Esto mi querido amigo, es el corazón de nuestra misión de hoy, es el motor que necesitamos.

-Pero, no parece un motor, parece una gran tetera.

-¡Es un invento mío! Es un burbujóptero

-Burbu ...qué.

-Burbujóptero, mira, tomas agua muy caliente, le añades jabón, mucho jabón ...

-¿Jabón de platos?

-¡DE TODOS! Y si son de colores, mucho mejor, y luego activamos el mecanismo y tendrás...

-Muchas burbujas -interrumpió Bruno.

-No sólo son muchas burbujas, amigo, son millones de burbujas las que produce el burbujóptero.

-¿Para que necesitas tantas burbujas?

-¡Las NECESITAMOS para hacer funcionar esto! Decía entusiasmado Tolvedier señalando un montón de telas rojas.

-¿Necesitamos burbujas para lavar esas cortinas rojas?

-No, bueno si ... ¡no! No son cortinas Bruno, es un globo aerostático.

-¿Esos globos no funcionan con aire caliente?

-Si, pero yo encuentro el fuego, bastante peligroso, así que inventé un globo que funciona a base de burbujas. Además así llega mucho más alto.

 

Luego de limpiar y verificar que el globo no tuviera rasgaduras, el joven Tolvedier se arremangó la camisa, aseguró el burbujóptero al centro de la canastilla del globo y empezó a manipular las manivelas y palancas para empezar a crear cantidades increíbles de grandes e iridiscentes burbujas. El globo comenzó a inflarse y la canastilla a levarse ligeramente del techo de la librería. Entonces Tolvedier tomó el catalejo lapislázuli, le ofreció la mano a Bruno para ayudarlo a subir y metió también al gatito Sherlock, quien de inmediato se sentó en su canasta especial dentro del globo.

En un parpadeo el gran globo rojo ya flotaba muy por encima de los rascacielos de la ciudad. Aún así Tolvedier seguía fustigando su burbujóptero para que produjera más y más burbujas. Por fin, cuando el globo estuvo rodeado de frías nubes, Tolvedier soltó un ancla muy curiosa que , sin duda también era su creación, pues en lugar de caer como una roca, esa esfera de acero desplegó unas alas mecánicas y aterrizó suavemente en el rascacielos más alto de la ciudad, para luego extender unos fuertes brazos parecidos a los de las arañas y se sujetó de ese edificio, permitiendo que el globo se quedara quieto en el cielo sin que el viento lo zangoloteara.

La vista era hermosa, Tolvedier portaba una enorme sonrisa en el rostro mientras montaba el catalejo lapislázuli en un trípode para manipularlo cómodamente.

-¡Muy bien Bruno, ahora debemos trazar nuestro mapa.

 

Cuando el niño miró a través del catalejo, quedó maravillado. Desde las alturas, las personas parecían puntos luminosos, igual a las series de luces que decoran los árboles de navidad. También se distinguían a la perfección los lessers, que caminaban sin luz y casi sin sombras. Entonces Bruno notó algo más, en los lessers, había un diminuto punto de luz violeta sobre sus corazones.

-¿Ese puntito violeta qué es Tolvedier?

-Es un sueño, como una semillita, un sueño que está dormido, latente, congelado, esperando que esa persona le permita dejarlo crecer. ¡Mira Bruno! La gran mayoría de la gente que podemos ayudar se concentra en esta parte de la ciudad, eso es fantástico, queda justo al final de la feria, ahí montaremos nuestra carpa.

Bruno estaba tan emocionado que se puso a soñar cómo sería el día del gran espectáculo que tenía planeado Tolvedier. Se imaginó vestido con un elegante somoking y sombrero de copa, se imaginó las risas de la gente y los aplausos y se puso a soñar con ver la luz de las personas brillar tanto como la de Tolvedier. En ese momento, abajo, en las calles de la ciudad comenzó a caer una ligera llovizna, pero no era agua ¡era luz! Chispas de luz que estaba soñando Bruno. Tolvedier no se sorprendió, pues sabía que el niño tenía un poder inmenso, así que esta vez no lo despertó de sus fantasías. Simplemente se puso a anotar en el gran mapa que tenía, en que área caía esa llovizna de luz.   

CONTINUARÁ... 

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PARTE6: https://sognareprofundere.blogspot.com/2020/10/el-catalejo-lapislazuli-parte-vii.html

jueves, 1 de octubre de 2020

EL CATALEJO LAPISLÁZULI PARTE VI




PARTE VI

HILOS ENREDADOS, HILOS ROTOS

 

Los días en la librería eran felicidad absoluta para Bruno. Había aprendido mucho acerca de las constelaciones, pues eran importantes para los Dorímas; de ellas extraían su fuerza y poder de ensoñación. Bruno ya podía dominar las nubes y controlar a la perfección su broche mágico. También estaba leyendo muchos libros hermosos y hasta había aprendido a hablar el idioma gato del pequeño Sherlock.

 

Fue a mediados de julio cuando Tolvedier le pidió a Bruno subir a la azotea del  edificio, después de una tormenta tan grande como la que lo había dejado a las puertas de la librería por primera vez. El cielo limpio y nítido colmado con las coloridas pinceladas del atardecer, ya mostraba las primeras estrellas. Abajo, la gente caminaba contenta en los parques que olían tan fresco; la ciudad entera olía delicioso, a lluvia y algodón de azúcar, a pan recién horneado, papas fritas, emparedados, y hotcakes, porque eran días de feria y todo se sentía como una gran celebración. Había muchas calles adornadas con luces y pequeños toldos a rayas de colores ofrecían pequeños juegos de destreza para ganar premios y juguetes. También había músicos con grandes y felices acordeones y panderetas o guitarras y armónicas. Desde la azotea, todo y todos parecían felices.

-¿Qué hacemos aquí Tolvedier? -decía curioso el niño.

-Quiero explicarte lo de los hilos rotos o enredados. Fíjate bien en las personas allá abajo ¿qué ves?

Bruno se quedó un rato observando a la gente, al principio no notó nada fuera de lo común, pero luego de unos minutos pudo ver que cada persona, e incluso hasta las mascotas, tenían una ligera luz roja que los envolvía, era muy finita, parecía un cordón, o mejor dicho, un fino hilo rojo.  

-Veo un hilo de luz roja que envuelve a todos.

-Así es Bruno. Hay una leyenda japonesa en la que se dice que las personas que están destinadas a estar juntas, tienen este hilo rojo que a veces puede enredarse, estirar o contraer, pero que es irrompible. Sin embargo, esta leyenda es un poco inexacta. En efecto, poseemos este hilo rojo de energía que nos conecta, pero nos conecta con todos a quienes amamos, y también nos conecta con nuestros sueños. Por eso puedes ves ese delicado hilo en los perritos, gatos, pajarillos y mascotas que tenemos. Con ellos también tenemos esta conexión increíble, no solo con nuestra familia y amigos. Lo que ocurre, es que este hilo si puede llegar a romperse o enredarse. Cuando un hilo como este se rompe, podemos llegar a sentirnos muy tristes, el hilo también puede romperse cuando perdemos a algún ser querido. Como cuando perdiste a tu abuelo, pero tu hilo con él no está roto, solo se estiró. ¿puedes sentirlo Bruno?

 

El niño cerró los ojos, pensó en su abuelo, antes le dolía pensar en él, pero ahora era diferente, desde que Tolvedier le dijo que su abuelo siempre estaría con él. Ahora cuando pensaba en su abuelo, podía sonreír, y lo sentía cerca.

-Puedo sentirlo. -Bruno se miró y contó al menos una docena de finos hilos. ¿Todos estos hilos son míos Tolvedier?

-Si amiguito, tienes los hilos con tus abuelos, tus padres, con tus amigos del colegio, con Sherlock y hasta conmigo. Yo también tengo uno contigo.

-¡Eso es muy bonito! ... Pero ¿y que se puede hacer con los hilos enredados y rotos?

-Ahí es donde entra el trabajo de los Dorímas, y ahí es donde entramos tu y yo. Según nuestro libro de mapas, en esta ciudad hay por lo menos cincuenta hilos rotos, y un montón que se han enredado. Estos días he estado trabajando en una nueva maquinaria que nos ayudará a encontrar a todas esas personas, y cuando lo hagamos ¡será hora del espectáculo!

-¿Qué dices? ¿Cuál espectáculo?

-Los hilos rotos y enredados no se pueden reparar como la ropa Bruno, necesitan música, magia, palabras secretas que puedan curar.

-¿Y cómo haremos eso?

-¿Acaso no me habías dicho que querías ser un mago y presentarte ante la gente?

-Si, pe... pero

-¡PUES ESO HAREMOS! ¡Aprovecharemos los días de feria de este maravilloso verano, les daremos toda la magia que necesitan Bruno!

 

Bruno abrió los ojos como platos y se sintió muy nervioso, pero también comenzó a sentir una emoción inmensa, una como nunca antes había sentido, eso hizo latir a su corazón muy fuerte y sonrió mirando la ciudad a sus pies mientras las estrellas ya brillaban en el oscuro firmamento.

CONTINUARÁ...  

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PARTE5:https://sognareprofundere.blogspot.com/2020/10/el-catalejo-lapislazuli-parte-v.html

EL CATALEJO LAPISLÁZULI PARTE V

 




PARTE V

OSA MENOR, POLARIS, DORÍMAS

 

-Polaris es la estrella que siempre señala al norte, Bruno. Si sabes leer las estrellas, entonces no hay forma de que te pierdas.

-¿Y si es de día y no veo las estrellas? -preguntó el niño dando un gran sorbo a su dulce taza de té chai.

-Eres un jovencito muy astuto ¡astuto como zorro! Normalmente, mi joven amigo, cuando es de día, podemos usar brújulas, o mapas pero...

-Mi abuelo solía decir que preguntando se llega a Roma -exclamó el niño interrumpiendo a Tolvedier.

-Pues sí, tu abuelo tenía mucha razón. Preguntando puedes llegar a donde sea. Pero, imagínate esto: ¿si estuvieras en un barco en medio del océano, empujado por un mar embravecido sin nadie más a tu alrededor, qué harías? ¿cómo encontrarías tu camino?

-No lo sé -admitió pensativo Bruno, que ya se sentía un poco mareado de imaginarse en un barco sacudido por el oleaje del mar.

-Yo esperaría a que el cielo se despejara y buscaría a Polaris en el firmamento. Sería mi apoyo. La luz que no permitiría que me perdiera. No me sentiría solo jamás, ni siquiera en medio de un océano.

 

Al decir esas palabras, La voz del misterioso y simpático Tolvedier resonó en la librería haciendo un eco que Bruno no había escuchado antes. Sonaba como un verdadero capitán.

Bruno se emocionó y comenzó a imaginar a su amigo al mando de una antigua fragata, o un buque. Casi podía sentir la brisa salada golpeándole el rostro y el sol tostando su piel. Imaginó nubes negras y huracanes. De repente, la librería se sacudió ligeramente, una brisa húmeda y salada resopló entre los libreros, empañando las ventanas. Pequeños remolinos de viento corrían por los pasillos.

 

-Bruno, abre los ojos, amiguito decía firmemente Tolvedier. ¡Bruno! ¡Bruno, abre los ojos!

El niño soñaba despierto. Su imaginación era tan poderosa, que lo que estaba soñando se materializaba en el interior de la librería. Tolvedier dirigió la mirada al segundo piso; en medio de su cocina empezaba a aparecer una antigua fragata como las que usaban los piratas. Era apenas visible, parecía estar envuelta en neblina y se acercaba lentamente, pero con cada segundo se veía más y más clara.

El gato Sherlock abrió mucho los ojos, su pelaje se erizó, corrió hacia Bruno, trepó en sus hombros y no le quedó más remedio que darle un zarpazo en la nariz al niño para que despertara de su sueño. Cuando éste abrió los ojos notó que estaba a punto de caer una tormenta y que una inmenso barco iba a ocupar toda la casa de su amigo. El niño se asustó y pegó tremendo grito que debió escucharse en toda la cuadra.

-¡RURSUS! ¡DISPELLO! -gritó Tolvedier a todo pulmón.

En un parpadeo la tormenta, el viento y el barco desaparecieron. La librería quedó intacta y Bruno sujetaba su nariz rasguñada mientras observaba sorprendido a Tolvedier.

-¿Qué pasó? -preguntó temeroso el niño.

-Haz confirmado lo que intuía desde hace tiempo mi querido Bruno. ¡ERES UN PODEROSO DORÍMA!

-¿Doríma?

- Si, llevas magia en las venas Bruno. Tú puedes soñar de tal manera que puedes hacer reales las fantasías. Tu poder es tan grande, que podrías ayudarme a remendar el mapa de los hilos rotos o enredados. Tú estás lleno de la luz de Polaris.

-¿Tú eres un Doríma, Tolvedier?

-Si, no somos muchos Bruno. Existen más personas sin sueños que seres capaces de regalar ensoñación. Hacemos mucha falta en este mundo mi joven amigo. Los artistas como, pintores, músicos, escritores o bailarines también son Dorímas. Pero no todos así de poderosos. Tú solito descubriste la clave para manipular la llave que te di. ¡Y por poco inundas la librería! Necesito tu ayuda Bruno, la necesito de verdad.

La ciudad se ha poblado de gente triste y gris, gente que tiene miedo de soñar, miedo de convertirse en aquello que los hace realmente felices y especiales.

-Pero -titubeó Bruno. ¿no son así todos los adultos? ¿Cuándo uno crece no se terminan las sonrisas y los sueños? Mis papás dicen que al crecer uno adquiere responsabilidades, y que eso es más importante que perseguir sueños tontos.

-¿Tú tienes un sueño Bruno?

-Si, quizá demasiados

-¿Cómo cual?

-De grande quisiera ser arqueólogo ... pero

-¿Pero qué, amigo?

Mis papás dicen que eso no es muy práctico porque ya se han descubierto las cosas más impresionantes e importantes de las antiguas grandes civilizaciones, y que sería mejor dedicarme a los negocios.

-¿Qué otro sueño tienes?

-Me gustaría ser mago, tener un espectáculo que sorprendiera a la gente -Bruno se sorprendió al escucharse hablar de ese sueño oculto, uno que nunca había dicho a nadie por miedo a que sus padres lo regañaran o le dijeran que se olvidara de tonterías que eran inútiles. Era un sueño que Bruno mantenía en secreto, pero que lo hacía sonreír cuando estaba triste.

-Bruno, algunas veces los adultos pueden llegar a ser muy crueles con los niños y con sus sueños. Los sueños, mi amigo, son una cosa muy bella y frágil, una vez que alguien los destroza es difícil remendarlos. Los adultos son muy hábiles destrozando cosas: sueños, corazones, promesas... conexiones.

No permitas que nadie te diga que no puedes soñar con ser algo que anhelas. Los adultos podrán decir que hay sueños imposibles. Eso no es cierto Bruno. Existen sueños pequeños, grandes e inmensos. Es posible que sean difíciles de hacer realidad, pero no son imposibles. Además, cuando uno ha luchado y trabajado por un sueño y aún así no podemos cumplirlo, no hay que estar tristes o desilusionados. Basta con mirar todo el camino que recorrimos en nuestra lucha y nos daremos cuenta de lo lejos que hemos llegado. Y cuando uno llega así de lejos, puedes sentirte orgulloso, mirar las estrellas y encontrar otra manera de vivir tus sueños, no importa si es una forma un poco más pequeña. Lo importante, Bruno, es encontrar felicidad en quien eres, en lo que haces. Eso puede cambiar el mundo.

Si deseas ser un mago arqueólogo, que además emprende negocios. Entonces hazlo, escucha lo que te dice tu corazón. Uno nunca sabe a donde puede llevarte un sueño por pequeño que sea Bruno. ¡Los sueños deben protegerse!

Nosotros, amigo, como Dorímas podemos proteger los sueños de muchas personas.

¿Te atreves a ayudarme?

Con una enorme sonrisa, el niño asintió, tomó entre sus manos el broche que en ese momento era una libélula y susurró : osa menor. La libélula se estremeció y se separó en docenas de pequeñas partes que tenían la forma de luciérnagas, éstas se posaron por toda la librería, danzando al ritmo de alguna melodía que solo ellas podían escuchar.

CONTINUARÁ...

PARTE 6: https://sognareprofundere.blogspot.com/2020/10/el-catalejo-lapislazuli-parte-vii.html

PARTE4: https://sognareprofundere.blogspot.com/2020/08/el-catalejo-lapislazuli-parte-iv.html

sábado, 1 de agosto de 2020

El CATALEJO LAPISLÁZULI PARTE IV

EL CATALEJO LAPISLÁZULI






PARTE CUATRO

POLARIS

 

Tolvedier y el gatito Sherlock habían estado esperando ansiosos varios días alguna noticia de Bruno. Cada noche, en el segundo piso de la librería Siempre Abierta, que era su casa, el muchacho desenrollaba un gigantesco mapa en el que llevaba mucho tiempo trabajando. Constaba de varios pliegos de pergamino en los que Tolvedier había dibujado un mapa muy complejo. Le había llevado al menos cinco veranos trazar la mitad de éste. Era un mapa que requería de trazos muy precisos y mediciones certeras, pues no era algo común y corriente. Era un mapa de “Dorímas”.

Los Dorímas son personas muy especiales, tienen el poder de soñar hasta seis o siete veces más de lo normal, por lo que ellos se encargan de brindar sueños a aquellas personas que por algún motivo, no pueden, o han olvidado como soñar.

Bruno, acorde a las muchas mediciones que había llevado a cabo Tolvedier, era un Doríma con la capacidad de soñar doce veces más que cualquier otro. Bruno igualaba el poder de ensoñación de Tolvedier.

Desde que los mapas lo habían dirigido hacia Bruno, Tolvedier estaba emocionado . Por fin podría tener un aprendiz y enseñarle al niño todo lo que él había aprendido de su abuela y de su madre. Aunque, todavía faltaba la prueba final. Si Bruno era realmente un Doríma tan especial, podría activar la llave que Tolvedier le había regalado y también descifraría el mapa de Polaris.

 

 

Con el inicio del verano, Bruno tenía más tiempo para estudiar los mapas. Hasta ahora podía entender bien los mapas de la ciudad, y los de las nubes. Aunque éstas siempre cambian de forma con el viento; acorde al libro, sólo las ráfagas del norte pueden esbozar dragones. Las del sur, grandes animales, como, jirafas, elefantes o ballenas. Las ráfagas del este trazaban perritos, gatos, pájaros, ratones o peces. Las del oeste eran las más complejas, porque podían transformarse en cualquier cosa: castillos, rostros, flores, paisajes o incluso letras.


Pero lo que en verdad no entendía, era el dichoso mapa de los hilos rotos o enredados. Aquellas hojas parecían una madeja de estambre con la que jugó un gatito travieso como Sherlock.

Bruno estaba armándose de valor para decirle a su mamá que ya no quería ir  más a la oficina de ella, pues se aburría y cansaba mucho. Como era verano, la escuela había terminado, y él debía ir a la oficina de su mamá todos los días porque ella no quería dejarlo solo. La verdad, es que Bruno quería pasar el día en la librería de Tolvedier, pero temía que su mamá no le diera permiso.

 

Esa noche, Bruno sacó el mapa de las nubes, tomó el broche entre sus manos y susurró: “Osa Menor”. El broche se sacudió ligeramente, y comenzó a vibrar haciendo un zumbido igual al de un abejorro feliz. Aquel movimiento le hacía cosquillas al niño en las manos, gradualmente esas cosquillas se convirtieron en un hormigueo que recorría todo su cuerpo. Bruno cerró los ojos sintiendo esas vibraciones que ahora se expandían por su pecho, era algo agradable. Empezó a soñar despierto, a soñar que otra tormenta volvía a guiarlos a él y su mamá a la librería, soñó con todo su corazón que Tolvedier le dejara pasar las tardes ahí.

El broche brilló como lo hacen las luciérnagas, y de apoco todas las piezas se movieron hasta quedar convertido en una. Ésta se posó sobre una nube de dragón del mapa, sobre el papel, la nube comenzó a volar. Bruno abrió los ojos ¡No sólo lo había imaginado! ¡La nube en el mapa se movía!

El niño sintió que debía soñar y desear con todas sus fuerzas que esa enorme nube dragón llena de lluvia se moviera sobre su ciudad:

“ Vuela dragón, escucha mi voz, manda tu tormenta en mi dirección, remueve los obstáculos, guía nuestros pasos, llévame a donde quiero estar yo”.

Las palabras de Bruno comenzaron a surtir efecto sobre la nube en el mapa, y ésta comenzó a batir sus alas hasta situarse en las calles entre su casa y la librería, el broche entonces se convirtió en un pequeño reloj y marcó las tres de la tarde. Bruno supo que a esa hora el día siguiente sin duda alguna, estaría de regreso en la librería siempre abierta.

 

Sucedió tal cual si estuviera escrito en un libro. Cerca de las tres de la tarde, él y su mamá hacían algunos mandados, cuando el cielo comenzó a oscurecer. Bruno miró las nubes. ¡Ahí estaba! ¡una gigantesca nube en forma de dragón! Incluso parecía mover la cabeza saludando al niño. Nuestro joven amigo sonrió y se dispuso a abrir el paraguas de su mamá. La señora Ruthelina se extrañó porque no estaba lloviendo, pero en cuanto su hijo abrió el paraguas, un chubasco se soltó, ambos corrieron un par de calles, la lluvia era tanta, que uno no podía ver más allá de sus pies. La señora Ruthelina se recargó en una pared tratando de guarecerse del agua y ¡pum! Se fue de espaldas hacia el piso de, nada más y nada menos que, la librería Siempre Abierta.

-¡Madame Ruthelina! -exclamó Tolvedier mientras le ofrecía la mano a la señora para levantarse- ¡qué manera tan original de entrar tiene usted! No tenía que hacer eso. Yo le dije que si la puerta estaba cerrada solo debía tocar el timbre. Recuerde que siempre estamos abiertos. Pero como sea, me da gusto volver a verlos.

-¡Señor Polvorón! No estoy muy segura de como llegamos aquí.

-Quizá la tormenta los trajo madame Roncolina.

-Ruthelina, señor Olivar, si me hace el favor.

-Si, si, eso dije madame Brillantina. ¡Pero que modales los míos! ¿qué les ofrezco?  ¿Té, café, chocolate, atole?

-No se moleste señor ... -Tol-ve-dier interrumpió el joven- si, si, señor Olivier. Verá tenemos cosas que hacer, debo regresar a la oficina.

-Pero madame Cangurina, siempre hay tiempo para una taza de ... ¿café? ¿qué tal un delicioso capuccino? La casa invita.

-¡Por favor mami! -rogaba Bruno-

-Está bien, muchas gracias señor Olvidador, un capuccino suena genial.

-Capuccino a la orden ¿y tú Bruno?

-¡Un té Chai por favor!

-¡Excelente elección jovencito! Ya bajo con sus bebidas. Mientras tanto, creo que hay cierto amiguito peludo que quiere saludarte Bruno.

 

El gatito Sherlock corrió al mostrador junto a Bruno y restregó sus bigotes en su cara, chocaba su cabeza gentilmente contra la del niño y ronroneaba tan fuerte que parecía tener un pequeño motor en su pecho.

Cuando Tolvedier bajó con las bebidas calientes, le ofreció una silla a la señora Ruthelina pues traía puestos unos zapatos de tacón bastante alto. Eran lindos, pero no parecían muy cómodos. Al ver la silla, madame Ruthelina sonrió y al beber el primer sorbo de café, su cara de alivio lo decía todo.

-Bruno -decía Tolvedier- ¿qué te parece si dejamos que tu mamá descanse un poco y tu yo recorremos los pasillos de la librería?

-¡Claro!

-¡No, no! -dijo la señora Ruthelina- cariño, tenemos que irnos ya, hay que regresar a la oficina.

-Bueno -interrumpió Tolvedier- Madame Ruthelina, si lo que quiere es que Bruno esté en una oficina, aquí tengo una, de hecho toda la librería es mi oficina. Así que no se preocupe, puede regresar por Bruno cuando salga de su trabajo.

-¡Si, mamá por favor!

-Es usted muy amable señor Topeador, pero Bruno es muy inquieto, no quiero que lo moleste.

-No es molestia, es buen muchacho y, a decir verdad, necesito un ayudante madame. Alguien que me ayude a clasificar las novedades, verificar los pedidos y le rasque la pancita al gato.

-¡Por favor mami! -rogaba el niño-

-No lo sé, aún es muy pequeño para tanta responsabilidad señor Trovador.

-Madame ... madame ¿qué responsabilidad? Si los libros se caen no se rompen, si un pedido llega equivocado, se regresa y si al gato no le gusta que le rasquen la panza, pues saldrá corriendo. Creo que a Bruno le gustan los libros, al gato y ami nos gusta Bruno, necesito ayuda y usted necesita regresar a su oficina y concentrarse en lo suyo.

¿Por qué no lo deja esta tarde? Si a él no le gusta, o a usted no le gusta, o el gato se molesta, bueno Bruno regresará a trabajar con usted. ¿qué le parece? Además, el niño no trabajará gratis, recibirá un pequeño sueldo semanal y todo el té chai y los libros que quiera. Oiga, acéptelo, es más de lo que gana el gato.

-Di que si mamá, por favor.

Está bien. Señor Tortolón, ustedes ganan, pero Bruno tendrá que llamarme tres veces al día.

-¡Lo haré, lo haré! -gritaba emocionado el niño-

-Muchas gracias por el café, y tu hijito, pórtate bien, si algo se te ofrece o hay problemas, me llamas inmediatamente. Y no vayas a romper un libro, ni al gato.

-Seré cuidadoso mamá, lo prometo.

-Prometo cuidar muy bien de Bruno madame. No se preocupe, también puede llamarnos en cualquier momento, o venir a revisarnos cuando quiera. Bruno me recuerda mucho a mi hermano, y creo que me ha recordado mi propia infancia.

-Esta bien señor Trombón, regresaré a las siete en punto.

-Esta vez toque el timbre, no caiga de sentón en mi librería.

La señora Ruthelina sonrió, tomó su bolso, le dio besitos a Bruno, acarició ligeramente al gato, y se despidió de Tolvedier. En cuanto ella cruzó la puerta Bruno sacó el broche de mariposa que ahora era una luciérnaga y dijo: ¿qué significa el mapa de los hilos rotos? ¿y qué quiere decir POLARIS?

-¿POLARIS? Bueno, mi joven amigo, POLARIS es la clave de todo.

-¿Todo qué?

-¡Todo Bruno! De todo el poder y la magia que posees.

CONTINUARÁ...

PARTE 5:https://sognareprofundere.blogspot.com/2020/10/el-catalejo-lapislazuli-parte-v.html

PARTE 3:https://sognareprofundere.blogspot.com/2020/07/el-catalejo-lapislazuli-parte-iii.html