Autor : Elizabeth Segoviano
todos los derechos reservados registro público SEP-INDAUTOR03-2011-1017-11562800-14
Lejos, bien lejos; allá donde las luces boreales pintan el cielo, los hielos son eternos y las noches parecen serlo, hay un basto territorio donde reinan libres y soberanos los pingüinos.
A simple vista todos parecen iguales, todos son blanco y negro, esponjositos, ninguno puede volar y todos, pero todos, caminan graciosamente. Sin embargo, al igual que nosotros, cada uno es diferente y tienen distintas capacidades; algunos son magníficos pescadores, otros pueden entonar ingeniosos cantos, o recordar complicadas rutas hacia lugares secretos donde nacen los bebés pingüinos.
Justo en uno de ésos lugares fue que un pingüino llamado Mabo se convirtió en papá por primera vez ... ¡y por mera casualidad! Porque en un día de muchas tormentas y ventiscas alguien había perdido un hermoso huevo de polluelo, Mabo recorrió todo el lugar, cada iceberg y cada cueva, preguntó por aquí, por allá y acullá, interrogó a cada papá pingüino, y miraba con sospecha a cada mamá, pero al no encontrar a los padres decidió adoptar al polluelo.
Desde el principio todos los demás pingüinos dudaban que Mabo fuera un buen padre, porque era muy distraído y nunca de los nuncas hacía las cosas como los demás; por ejemplo, él rara vez caminaba largas distancias, prefería tirarse de barriga y deslizarse sobre ella, aún le encantaba jugar sin cesar todo el día, se lo pasaba haciendo bromas a diestra y siniestra y realmente no le importaba no ser un buen pescador, porque le encantaba comer nieve; además, y como si todo eso fuera poca cosa era el único pingüino que no había encontrado esposa, por lo que en vez de llamarlo Mabo le decían Bobo.
Sin embargo Bobo no podía abandonar a aquel ser tan indefenso, lo mantuvo a salvo y abrigado y con el paso de los días nació una hermosa pingüinita a la que llamó Anja ... Anja Bobo.
Bobo estaba muy orgulloso de su pequeña, era fuerte y muy lista, fue la primera en aprender a caminar y era sumamente curiosa, hecho que no alegraba mucho a las mamás pingüinas que se sentían celosas al ver que nuestro amigo era un buen papá ... y mamá.
- No puedo creer que ésos ... ésos pájaros Bobo sean mejores-decía enojadísima una pingüina-
- Sí, yo creo que es pura suerte-decía otra- ¿acaso no han visto como es que pesca? ¡no parece uno de nosotros! ¡un pingüino pescando con una caña y carnadas! ¡cuando se ha visto!
- ¿Y ya vieron que le enseña a jugar pelota a la pequeña? ¡una chica jugando pelota! ¡qué escándalo!
Todo eso era cierto, Bobo no sabía pescar de la misma forma que todos ¡pero funcionaba! Ellos no pasaban hambre y hasta atrapaban peces demás para darle a aquellos que no habían conseguido nada, y él no veía que había de malo en que su pequeña Anja supiera jugar pelota o se deslizara por empinadas colinas igual que hacían los chicos. Después de todo, su hijita jugaba igual con muñecas que con balones de fútbol, lo mismo dibujaba que ganaba carreras. Aún así, todos les hacían burla porque además, nuestro amigo sabía cocinar, hacer la limpieza, zurcir calcetines, lavar la ropa y hasta cantar canciones de cuna que pararan el llanto de su pequeña cada vez que le hacían burla en el colegio gritándole “pájaro bobo”.
- Dulce Anja no llores más, la Luna contigo vendrá a jugar y papá te dará un helado color del cielo que sepa a vainilla y mil cosas más ...
- ¡Ay papi!-lloraba Anja-
- ¿Qué pasa princesita?
- Es que en la escuela dicen que no somos una familia normal.
- ¿Normal? ... ¿y qué es normal Anja?
- No sé...
- ¡Exacto! Mira, lo que es normal para alguien no lo es para otros, por ejemplo, uno pensaría que es normal que todos los pájaros vuelen; pero nosotros somos pájaros y no podemos volar, y, sin embargo, eso no nos hace anormales, nos hace diferentes, un león jamás podría encontrar normal vivir entre tanta nieve, ni nosotros en aquel calor abrasador de la sabana y no por ello el león deja de ser normal, todos somos diferentes ¡y eso es bueno! Así podemos aprender mucho de otros seres, si todos fuéramos iguales ¡qué aburrido! ¿no crees?
- Sí ... pero ...
- ¿Qué mas sucede en ésa cabecita tuya?
- Los chicos dicen que tu yo no somos realmente familia porque no soy tu hija ...
- ¡Qué tontería más grande!-decía Bobo indignado-tú y yo somos familia tanto o más que cualquier otra familia en toda la Antártica ¿sabes porqué?
- No
- Porque yo elegí ser tu papá, porque yo te cuidé desde que eras un hermoso huevo, porque la vida me envió el regalo más grande y bonito que jamás hubiera podido desear ... verás Anja, lo que nos convierte en una familia es nuestro cariño, porque yo te quiero muchísimo ... dime ¿tú me quieres?
- ¡Más que a nadie!
- ¡Eso es todo lo que importa! Nos queremos mucho, yo te cuido, veo que no te falte nada y también nos divertimos ...y no hay algo en este mundo que yo no haría por verte feliz ... y, hasta donde yo sé, eso es lo que hacen los papás, además aquí hay muchas familias que son distintas, algunos pingüinitos sólo viven con sus mamás o con sus abuelitos y no quiere decir que no sean una familia, mientras se quieran y sean felices son una familia ... puede que sea una familia pequeña o algo fuera de lo común como tú yo, pero una familia al fin y al cabo ¿entiendes?
- Si papi .
Desde ése día Anja no volvió a llorar cada vez que la llamaban pájaro bobo,
porque; después de todo, ése era su apellido. Y tampoco le importaba que todo mundo la observara asombrado cuando jugaba a la par con los chicos, porque así era feliz, y con el tiempo otras pingüinitas aprendieron de ella y todos jugaban juntos sin importar si eran chicos o chicas; porque después de todo ¡todos eran pájaros! Aunque sólo dos eran pájaros bobos.
Lejos, bien lejos; allá donde las luces boreales pintan el cielo, los hielos son eternos y las noches parecen serlo, hay un basto territorio donde reinan libres y soberanos los pingüinos.
A simple vista todos parecen iguales, todos son blanco y negro, esponjositos, ninguno puede volar y todos, pero todos, caminan graciosamente. Sin embargo, al igual que nosotros, cada uno es diferente y tienen distintas capacidades; algunos son magníficos pescadores, otros pueden entonar ingeniosos cantos, o recordar complicadas rutas hacia lugares secretos donde nacen los bebés pingüinos.
Justo en uno de ésos lugares fue que un pingüino llamado Mabo se convirtió en papá por primera vez ... ¡y por mera casualidad! Porque en un día de muchas tormentas y ventiscas alguien había perdido un hermoso huevo de polluelo, Mabo recorrió todo el lugar, cada iceberg y cada cueva, preguntó por aquí, por allá y acullá, interrogó a cada papá pingüino, y miraba con sospecha a cada mamá, pero al no encontrar a los padres decidió adoptar al polluelo.
Desde el principio todos los demás pingüinos dudaban que Mabo fuera un buen padre, porque era muy distraído y nunca de los nuncas hacía las cosas como los demás; por ejemplo, él rara vez caminaba largas distancias, prefería tirarse de barriga y deslizarse sobre ella, aún le encantaba jugar sin cesar todo el día, se lo pasaba haciendo bromas a diestra y siniestra y realmente no le importaba no ser un buen pescador, porque le encantaba comer nieve; además, y como si todo eso fuera poca cosa era el único pingüino que no había encontrado esposa, por lo que en vez de llamarlo Mabo le decían Bobo.
Sin embargo Bobo no podía abandonar a aquel ser tan indefenso, lo mantuvo a salvo y abrigado y con el paso de los días nació una hermosa pingüinita a la que llamó Anja ... Anja Bobo.
Bobo estaba muy orgulloso de su pequeña, era fuerte y muy lista, fue la primera en aprender a caminar y era sumamente curiosa, hecho que no alegraba mucho a las mamás pingüinas que se sentían celosas al ver que nuestro amigo era un buen papá ... y mamá.
- No puedo creer que ésos ... ésos pájaros Bobo sean mejores-decía enojadísima una pingüina-
- Sí, yo creo que es pura suerte-decía otra- ¿acaso no han visto como es que pesca? ¡no parece uno de nosotros! ¡un pingüino pescando con una caña y carnadas! ¡cuando se ha visto!
- ¿Y ya vieron que le enseña a jugar pelota a la pequeña? ¡una chica jugando pelota! ¡qué escándalo!
Todo eso era cierto, Bobo no sabía pescar de la misma forma que todos ¡pero funcionaba! Ellos no pasaban hambre y hasta atrapaban peces demás para darle a aquellos que no habían conseguido nada, y él no veía que había de malo en que su pequeña Anja supiera jugar pelota o se deslizara por empinadas colinas igual que hacían los chicos. Después de todo, su hijita jugaba igual con muñecas que con balones de fútbol, lo mismo dibujaba que ganaba carreras. Aún así, todos les hacían burla porque además, nuestro amigo sabía cocinar, hacer la limpieza, zurcir calcetines, lavar la ropa y hasta cantar canciones de cuna que pararan el llanto de su pequeña cada vez que le hacían burla en el colegio gritándole “pájaro bobo”.
- Dulce Anja no llores más, la Luna contigo vendrá a jugar y papá te dará un helado color del cielo que sepa a vainilla y mil cosas más ...
- ¡Ay papi!-lloraba Anja-
- ¿Qué pasa princesita?
- Es que en la escuela dicen que no somos una familia normal.
- ¿Normal? ... ¿y qué es normal Anja?
- No sé...
- ¡Exacto! Mira, lo que es normal para alguien no lo es para otros, por ejemplo, uno pensaría que es normal que todos los pájaros vuelen; pero nosotros somos pájaros y no podemos volar, y, sin embargo, eso no nos hace anormales, nos hace diferentes, un león jamás podría encontrar normal vivir entre tanta nieve, ni nosotros en aquel calor abrasador de la sabana y no por ello el león deja de ser normal, todos somos diferentes ¡y eso es bueno! Así podemos aprender mucho de otros seres, si todos fuéramos iguales ¡qué aburrido! ¿no crees?
- Sí ... pero ...
- ¿Qué mas sucede en ésa cabecita tuya?
- Los chicos dicen que tu yo no somos realmente familia porque no soy tu hija ...
- ¡Qué tontería más grande!-decía Bobo indignado-tú y yo somos familia tanto o más que cualquier otra familia en toda la Antártica ¿sabes porqué?
- No
- Porque yo elegí ser tu papá, porque yo te cuidé desde que eras un hermoso huevo, porque la vida me envió el regalo más grande y bonito que jamás hubiera podido desear ... verás Anja, lo que nos convierte en una familia es nuestro cariño, porque yo te quiero muchísimo ... dime ¿tú me quieres?
- ¡Más que a nadie!
- ¡Eso es todo lo que importa! Nos queremos mucho, yo te cuido, veo que no te falte nada y también nos divertimos ...y no hay algo en este mundo que yo no haría por verte feliz ... y, hasta donde yo sé, eso es lo que hacen los papás, además aquí hay muchas familias que son distintas, algunos pingüinitos sólo viven con sus mamás o con sus abuelitos y no quiere decir que no sean una familia, mientras se quieran y sean felices son una familia ... puede que sea una familia pequeña o algo fuera de lo común como tú yo, pero una familia al fin y al cabo ¿entiendes?
- Si papi .
Desde ése día Anja no volvió a llorar cada vez que la llamaban pájaro bobo,
porque; después de todo, ése era su apellido. Y tampoco le importaba que todo mundo la observara asombrado cuando jugaba a la par con los chicos, porque así era feliz, y con el tiempo otras pingüinitas aprendieron de ella y todos jugaban juntos sin importar si eran chicos o chicas; porque después de todo ¡todos eran pájaros! Aunque sólo dos eran pájaros bobos.
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