EL GUARDIÁN DE LOS SUEÑOS
Para E y J que siempre han salvaguardado mis sueños, también para Pk
CAPÍTULO I
ROSTRO DE HADA ... BOCA DE BRUJA
Autora: Elizabeth Segoviano coopyright 2013 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
El viento no tiene dueño, ni domador,
el viento va, viene, hace y deshace a voluntad. Y no le gusta que nadie intente
ser su amo y señor ... esto lo saben todos los seres mágicos, y también lo
sabía Darkleryth, una joven hada que aún estaba aprendiendo a ser un hada; aún
así , ella se internó en las nubes y batiendo sus alas con movimientos mágicos
que las hacían cambiar de color, intentó hipnotizar al viento para domarlo y
así cabalgar por el mundo entero ... por algunos segundos las ráfagas de viento
rodearon a Darkleryth atraídas por su bello resplandor, pero al acercarse al
hada se escucharon con claridad sus encantados susurros “¡ventus, ventus,
animae ventus, accedere, adducere adequitare!” aquellas órdenes de pertenecer
al hada enfurecieron al viento, en cuestión de segundos el cielo entero se
pobló de negras nubes cargadas de lluvia que rugían, y centelleaban haciendo
temblar el suelo, la brisa antes suave y
juguetona se tornó en un vendaval que arrebataba todo lo que encontraba a su
paso ... incluyendo a Darkleryth, quien intentaba en vano pronunciar alguna
palabra mágica que calmara al viento, pues cuando intentaba hablar, un montón
de hojas y ramas entraban en su boca, y al cabo de varios minutos de intentar
escapar de aquella tormenta sus alas empapadas ya no pudieron volar y quedó a
merced del viento, Darkleryth no era más que un guiñapo en las garras del ventarrón
y fue revolcada y azotada entre el lodo y la hojarasca hasta que el viento se
aburrió y la dejó embadurnada en una ventana, justo como si fuera un molesto
mosquito.
Darkleryth estaba exhausta, la llovizna
remanente de la tormenta la cubría por completo y solo pudo cerrar los ojos y
soñar que estaba volando en algún otro lugar.
***
Un suave golpeteo en el cristal
comenzaba a despertar a Darkleryth, así como entre sueños el hada sintió el cálido
toque de unas manos y el tenue brillo de la luz hizo que abriera los ojos, al
hacerlo el hada notó que no soñaba, porque de hacerlo entonces estaba en una
pesadilla, pues una pequeña humana la tenía entre sus manos. El corazón de
Darkleryth latía tan fuerte que no podía escuchar nada más, en un segundo se le
vinieron a la mente todas las historias que había escuchado de los trolls en
las que hablaban de lo malévolos y perversos que podían ser los humanos. El
hada pensó que la pequeña humana la encerraría en una jaula y le cortaría las
alas para hacerla cantar día y noche, o que la haría pedacitos para verla por
un microscopio, o quizá la disecaría y la sujetaría con alfileres colgándola en
un cuadro ... o tal vez la echaría a una cacerola con agua hirviendo y haría
una sopa. El miedo se apoderó de Darkleryth ¡quería desaparecer! Pero sus alas
seguían empapadas y pensó que podía hacerle creer a la humana que todo era un
sueño, el hada se paró muy derechita, sonrió, dejó que la pequeña se acercara y
entonces dijo : “¡Advere somnious, effugiare somnious ... advere obscuritate!”
Luego Darkleryth sacudió los dedos y salió una chispa que se posó sobre los
ojos de la niña, y después ... no pasó absolutamente nada, así que la terca
hada repitió “Advere somnius, effugiare somnius, advere obscuritate! ¡Advere
somnius, effugiare somnius, advere obscuritate! De nueva cuenta no pasó nada,
la niña tan solo sonrió y sacó un suave pañuelo de algodón, con él secó
gentilmente al hada, luego cepilló su cabello, lo trenzó y sacando un cofre de
madera le entregó a Darkleryth una linda capa tejida que pertenecía a una de
sus muñecas, y todo lo hizo en completo y absoluto silencio, pero sin dejar de
sonreír.
Darkleryth estaba sorprendida, quizá no
todos los humanos eran tan crueles y perversos como decían los trolls ... tal
vez los humanos pequeños aún poseían alguna bondad en sus corazones, pero los
pensamientos de Darkleryth se vieron interrumpidos por el rechinar de la puerta
en la habitación, de inmediato la niña ocultó al hada detrás de una pila de
libros y Darkleryth escuchó entonces una
voz clara y tierna que le pedía a la niña que se pusiera su pijama y se
alistara para dormir, luego ... silencio y el sonido inconfundible de un beso en
la frente o quizá en la mejilla, y otra vez el rechinar de la puerta.
La niña movió los libros y el hada vió
que tenía en las manos una enorme taza de chocolate caliente y espumoso rociado
con un poco de fragante canela en polvo, la boca se hizo agua y la niña llenó
la cucharilla con chocolate, lo enfrió un poco y le ofreció al hada, quien de
inmediato comenzó a beber gustosamente.
Mientras Darkleryth daba grandes y
sonoros sorbos al chocolate, la niña tomó un libro de la repisa, lo abrió y se
lo mostró, en las páginas había un hermoso dibujo de un bosque lleno de hadas,
lo señalaba y luego a Darkleryth.
En ese momento el hada se percató de
que la niña no podía hablar, pero su mirada y su rostro eran tan expresivos que
realmente no necesitaba hacerlo, así que le confesó a la niña que en efecto,
ella era un hada igual a las de su libro. La pequeña sonrió sacando una hoja de
papel y lapiz, Darkleryth se acercó y leyó “vuelve cuando quieras, siempre
tenemos chocolate”
Luego la pequeña apagó la luz y se
recostó sonriéndole al hada mientras el sueño comenzaba a vencerla , Darkleryth
también sonrió y notó que sobre la puerta de la habitación estaba un bello
cartel con flores que decía SOLEIL.
Gracias Soleil, susurró el hada
mientras sobrevolaba su almohada y repetía el hechizo que ella estaba segura le
daría sueños placenteros y llenos de fantasías a la niña hasta que se hiciera
mayor : ¡Advere somnius, effugiare somnius, advere obscuritate Soleil! Y salió
volando por la ventana lista para seguir su viaje y sus aventuras.
Sin embargo tan pronto como Darkleryth
dejó a la niña, unas extrañas sombras que parecían provenir de las nubes
comenzaron a meterse en la habitación de Soleil, algunas eran más oscuras y más
grandes que otras, pero todas parecían buscar ávidamente a la niña. Esas
sombras poblaron sus sueños convirtiéndolos en pesadillas, los más profundos
miedos de Soleil la acecharon en un profundo sueño que parecía interminable ...
dicen que para despertar uno debe gritar, pero Soleil no podía gritar.
Afuera el viento observaba intranquilo,
sabía que esa hada no actuaba como tal, esa criatura tenía el rostro de un
hada, pero la boca de una bruja, y había puesto un maleficio sobre la
pequeña Soleil.
CONTINUARÁ ... ;)