ELIZABETH SEGOVIANO
PARTE 1
BRUNO Y LA TORMENTA
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Un Mississippi, dos Mississippi, tres Mississippi -susurraba Bruno, contando los segundos entre relámpago y relámpago (tal como le había enseñado su abuelo) mientras intentaba abrirse paso a través de las angostas calles atestadas de personas. Todos lo empujaban y apretujaban haciéndolo sentir como uno de esos salmones que nadan cuesta arriba.
Bruno quería llegar a casa antes de que se desatara la tormenta. Sabía que iba a ser brutal, porque los relámpagos rugían horriblemente, no como leones, no; lo hacían como un monstruo gigantesco salido de una leyenda griega. Y cuando el cielo ruge así, es mejor estar en casa. Eso le dijo siempre su abuelo, y su abuelo sabía muchas cosas.
Un Mississippi, dos Mississippi - un trueno hizo temblar el suelo debajo de sus pies- Un Missi ... - otro relámpago en el cielo iluminó cada rincón de la ciudad, dejando al descubierto por unos segundos, lo gris e inmensa que era. Las nubes, fustigadas por las descargas eléctricas, dejaron caer toda su carga de granizo y lluvia.
Los enormes trozos de hielo propinaban tremendos golpes a la gente. En especial a Bruno, que ya había recibido cuatro en la cabeza y uno en la mejilla. El pobre estaba tan golpeado, que parecía haberse metido en una pelea. Una que no iba a ganar, porque otro trozo de granizo afinó la puntería y ¡zap! Le cortó el labio haciendo que un hilo de sangre brotara. Bruno se quitó la mochila y la usó a modo de paraguas mientras corría tratando de buscar refugio bajo los toldos de las tiendas. Era inútil, todos estaban destrozados, al igual que muchos aparadores. Los autos en las calles se patinaban y los conductores hacían sonar sus bocinas, y soltaban palabrotas mientras la gente corría y muchos dejaban escapar grititos nerviosos.
Bruno cerró los ojos, deseaba poder cerrar también sus oídos. El granizo, las bocinas, las palabrotas, los gritos; todo eso lo aturdía y la lluvia helada le lamía una y otra vez la espalda y los pies, dándole escalofríos. De repente abrió los ojos, asustado, tratando de ver los letreros de las calles a través de sus lentes empañados y chorreados . -¡No puede ser! -gritó- Bruno no reconocía esas calles, estaba perdido. Trató de calmarse y pensar. -¡El teléfono! ¡claro, mi celular, puedo llamar a mamá!
El niño rebuscó en sus bolsillos, ahí no estaba, entonces abrió su mochila. Si, ahí yacía el teléfono, pero el granizo y la lluvia lo habían empapado porque su mochila estaba muy desgastada, todo su contenido estaba arruinado, cuadernos, libros, colores, y el celular.
Bruno bajó la cabeza, derrotado y con mucha angustia ¿qué le iba a decir a su mamá? No tenían dinero para reponer sus útiles y mucho menos otro teléfono, ya ni siquiera sentía los golpes del granizo estrellándose furiosos en su cuerpo, ya no le importaba el escándalo en la calle, ni que se había perdido y tenía mucho frío. Sus lágrimas se perdían en aquella tormenta.
¡BRUUUM! Un trueno tan fuerte que cimbró el esqueleto de cada persona y edificio en la ciudad, hizo que la gente corriera como manada despavorida; en su salvaje carrera, varias personas se abrían paso a empujones y codazos. No les importó que fuera Bruno, un niño de once años, quien terminara en el piso, con el uniforme desgarrado, los lentes estrellados y una manita lastimada por los pisotones de un tipo con botas militares.
En ese momento en que el pobre Bruno había quedado tendido en la banqueta como una tortuga volteada, un par de manos fuertes lo levantaron y pusieron el mundo de nuevo en su lugar. Aquellas manos lo habían jalado hacia un lugar seco y cálido, pero Bruno seguía sin entender que estaba pasando. Cerró los ojos para tratar de ubicarse, olía a papel ¡no! ¡era mejor que eso! ¡olía a libros! A libros viejos y canela, olía también a vainilla y café. De a poco, Bruno abrió los ojos, temiendo que todo fuera sólo su imaginación y en realidad siguiera tirado en la calle, medio ahogado en lluvia. No era así, en verdad alguien lo había puesto a salvo.
CONTINUARÁ ...
PARTE 2 AQUI: https://sognareprofundere.blogspot.com/2020/07/el-catalejo-lapislazuli-parte-ii.html
Pues ya estoy deseando ver como sigue. ESe olor a libros y café me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias Rita! El lunes habrá nuevo capítulo, un abrazo.
EliminarQue buena pinta tiene! Ya quiero saber cómo continua.
ResponderEliminarGracias Rocío!!! El lunes lo sabrás!!! 💜🖤
EliminarMe gustó mucho! Ya quiero saber quién salvó a Bruno!
ResponderEliminarSoy Luis Alberto
Hola Luis Alberto!!! Bienvenido a esta tierra virtual de sueños!! El Domingo a petición de otros soñadores pondré el segundo capítulo!! Un abrazo muy grande xoxo Eliz
Eliminar💕❣️💓
Eliminar💕❣️💓
EliminarQuerida Eliz, un buen comienzo para tu cuento. Espero la continuación. Está muy interesante. ¿Quién le habrá cogido y llevado a un lugar seguro?
ResponderEliminarEspero leer la segunda parte. Más mejorando como el vino.
Un abrazo.
Gracias preciosa!!! te abrazo fuerte!!!
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