Autor: Elizabeth Segoviano/ Ilustradora Ranita Dibujante
domingo, 28 de agosto de 2011
¡AH LA LLUVIA!
Autor: Elizabeth Segoviano/ Ilustradora Ranita Dibujante
lunes, 15 de agosto de 2011
ENTREVISTAS CON ÁNGELES PRESENTA A : LYDIA GIMÉNEZ LLORT
miércoles, 10 de agosto de 2011
HAY DRAGONES POR MONTONES
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS SEP-INDAUTOR
registro público 03-2011-101711562800-14
PARA EL DRAGÓN CUENTACUENTOS CON TODO CARIÑO
Aunque no lo creas en estos tiempos aún hay dragones por doquier.
Ocultándose entre edificios, árboles, los autos y hasta en las tazas de té.
¡Hay dragones por montones detrás de la luna y entre grises nubarrones!
Y todos están esperando ser descubiertos por almas valientes, almas guerreras, almas indomables de soñadores incurables que no temen ser originales y que luchan contra viento y marea, contra gente de poca fe y de mentes y corazones cerrados y de piedra que en nada pueden creer.
¡Hay dragones por montones esperando en línea para tomar un tren, también están en restaurantes, en los libros, en grafittis e incluso entre las sobras de la cena de ayer!
Ellos quieren ser encontrados por ojitos entrenados que sepan donde buscar por su increíble poder; los dragones sólo ansían regalarte su magia, valentía, fuerza, coraje y sabiduría para que nunca temas recorrer un camino aunque te digan que no se puede, que no es posible, que es cosa de locos, que pienses como todos los demás y hagas lo que te dicen porque no hay nada más que hacer ...
Los dragones saben que los espíritus listos, libres y temerarios pueden abrir caminos donde no los hay, pueden hacer posible lo imposible y cada sueño que tengan será real.
jueves, 4 de agosto de 2011
LA LLUVIA ME CONTÓ
Autor: Elizabeth Segoviano
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
SEP-INDAUTOR registro público
03-2011-101711562800-14
La lluvia me contó mientras caía lo que vió cuando la ciudad dormía.
Me habló de la vida que crecía a escondidas, rebelde, casi furtiva entre las calles de esta enorme ciudad.
La lluvia me contó de un roble sinvergüenza, muy valiente que se atrevió a crecer entre un banco y un centro comercial.
Él pensó que tendría una vida corta y que pronto alguien al notarlo lo mandaría talar.
Pero el roble ya había visto veinte primaveras, y a veces, sólo a veces, pasaba algún humano soñador y le regalaba una mirada, una sonrisa ... o si era un día de suerte ... hasta una caricia.
La lluvia me contó mientras caía lo que vió cuando la ciudad dormía.
Me dijo de una numerosa familia de colibríes que vivían a gusto, libres y felices entre las tupidas ramas de un arbusto de bugambilias que adornaba el muro de un colegio preescolar.
Ahí, entre las risas de los niños los colibríes podían entonar sus poemas, rimas y canciones con toda libertad.
La lluvia me contó mientras caía lo que vió cuando la ciudad dormía.
Me reveló en un susurro ... casi un suspiro, que los gatitos callejeros son en realidad ángeles encubiertos paseándose en los tejados de la gente buena y soñadora, para que al amanecer puedan ver sus deseos hechos realidad.
Es por esto que los gatitos cantan y bailan toda la noche sin parar celebrando que en el mundo aún quedan almas buenas que ayudar.
La lluvia me contó mientras caía lo que vió cuando la ciudad dormía.
Me relató un tanto celosa sobre las palomas aventureras que hacen de cualquier corniza su temerario hogar.
A ellas el viento les cuenta primero que a nadie hermosas leyendas de lejanas tierras y poemas que viajan en las olas del mar.
La lluvia me dice que las palomas están dispuestas a contar esas historias a cualquiera que desee escuchar ... por el módico precio de unas cuantas migas de pan.
La lluvia me contó mientras caía lo que vió cuando la ciudad dormía .
Me dijo que al espiar por las ventanas encontró gente como yo, unos cuantos rebeldes, sinvergüenzas, soñadores furtivos recorriendo la ciudad.
Gente quele sonríe a los árboles y tararea las melodías de los colibríes, gente que no ahuyenta a los gatitos callejeros, gente que está dispuesta a escuchar los cuentos y leyendas de las palomas ... por el módico precio de unas cuantas migas de pan.
La lluvia sabe que incluso en las grandes y ruidosas ciudades hay gente que quiere escuchar lo que la lluvia quiere contar.
lunes, 1 de agosto de 2011
¡UN NINJA EN LA CORTE!
Autor: Elizabeth Segoviano
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
SEP-INDAUTOR registro público 03-2011-101711562800-14
Desde tiempos milenarios había sido estricta tradición en la familia Wu Lo-Kuaz que todos sus miembros, sin excepción alguna, se convirtieran en Ninjas. Por lo que desde la tatara tatara recontra tatara abuelita Wu Lo-Kuaz hasta el último tatara archirecontra tatara tatara etcétera nieto Wu Lo-Kuaz eran los más hábiles, expertos, distinguidos, capaces, ágiles, arteros y respetados Ninjas de todo el mundo.
Grandes emperadores, reyes, y gobernantes de muchos países en diferentes épocas habían recurrido a la astucia y fortaleza de la familia Wu Lo-Kuaz para resolver conflictos, atrapar malandrines, y, en muchos casos, impartir justicia.
Sin embargo al pequeño Haro Wu Lo-Kuaz no le entusiasmaba mucho la idea de ser
un Ninja, si bien tenía el talento y la habilidad para ser uno de los mejores, a Haro Wu Lo-Kuaz le molestaba que toda situación era resuelta con las secretas combinaciones de golpes de garra de dragón furioso o la refinada técnica de tigre asustadizo mezclada con una que otra patada de conejo rebuscón; por ejemplo, si alguien no quería comer sus vegetales llegaba a toda prisa la tatara tatara abuelita enfundada en su traje negro con todo y sable en el cinturón y a base de la técnica del panda frenético le obligaba a terminarse el brócoli, las zanahorias, guisantes o lo que fuera, y lo mismo sucedía si por error a Haro se le olvidaba tallarse detrás de las orejas o recoger su recámara ... no importaba la situación, que esto y que el otro ¡zas! Todos los días parecían ser sacados de las mejores y más increíbles películas de Ninjas. Incluso los vecinos estaban atemorizados, porque si hacían algo que molestara a la familia Lo-Kuaz de inmediato dejaban mostrar su perfeccionada técnica de gritos de mono aullador rockero, con los cuales aturdían y enmudecían a toda la calle.
Fue entonces que el pequeño Haro Wu Lo-Kuaz pensó que no quería ser un Ninja y que había mejores formas de resolver los problemas, así que desde ése momento Haro decidió que quería convertirse en abogado y luchar por la justicia y defender a los inocentes de una forma mucho más civilizada.
Sin embargo, Haro sabía que sus parientes no estarían de acuerdo conque abandonara la larga tradición familiar; así que pensando y repensando el asunto, se le ocurrió que su querida familia no tenía porqué enterarse de sus planes, después de todo, un verdadero Ninja sabe guardar mejor que nadie cualquier tipo de secreto, y, si quería tener éxito en su misión debía aplicar todos los conocimientos que tenía.
Así que llegado el momento en que nuestro amigo debía entrar a la escuela de leyes ... ¡nadie se enteró! Sus largos años de entrenamiento habían rendido fruto y era tanto o más sigiloso que la sombra de un mimo, sus rápidos movimentos para esquivar el vigilante ojo de su tatara tatara abuelita casi eran súpersónicos, y, enfundado en su ajustado traje negro podía trepar por las paredes mejor que cualquier gato de azotea.
Así pasó el tiempo y nadie, absolutamente nadie sabía su enorme secreto, pues toda la familia suponía que pasaba largas horas entrenando, ya que sus técnicas mejoraban notablemente día con día, hecho que era de esperarse ¡porque escapar de la tatara tatara abuelita no era cosa fácil! Luego de mucho tiempo y dedicación Haro Wu Lo-kuaz por fin estaba apunto de graduarse ¡y con los máximos honores! En la facultad era muy reconocido por los maestros, motivo por el cual fue recomendado para trabajar en la corte. Como podrán imaginar, Haro estaba que no cabía en sí de gusto ... sólo que hubiera querido poder compartir su alegría con toda su familia ...
La mañana en que Haro iba a tener su primer caso salió muy temprano, algo nervioso pero muy contento, vistiendo un elegante traje a rayas y corbata, un distinguido sombrero y su brillante portafolios metálico con cerradura de combinación. Al llegar al inmenso edificio de fachada gótica y enormes salones que hacían eco, el corazón de Haro comenzó a latir cada vez más rápido, y cuando finalmente sonó la campanilla del elevador nuestro amigo encontró una gran oficina en cuya moderna puerta de cristal se podía leer “Licenciado Haro Wu Lo-kuaz, abogado defensor”. Nuestro muchacho comenzaba a creer que todo era un sueño y que en cualquier segundo despertaría, pero en ése preciso momento la dulce y melodiosa voz de su jefa, la señorita Shin-Shin Jua-netes lo sacó de su asombro entregándole el archivo de su primer caso.
De inmediato Haro puso manos a la obra y comenzó a leer el expediente que decía así: “caso número cinco millones trescientos setenta y siete mil quinientos doce, el estado contra Nana Wu Lo-Kuaz T´a senil”.
Cuando Haro leyó aquel nombre no pudo menos que quedarse helado, petrificado, aterrado, inmovilizado, esponjado y con los pelos de punta, pues resulta que Nana Wu Lo-Kuaz T´a senil ¡era nada más y nada menos que su tatara tatara abuelita!
- ¡por el sable de mi abuela! -gritó el muchacho asustando a la señorita Shin-Shin Jua-netes–
- ¿Pero que te sucede chico?
- ¿D... d... de... de qué se le acusa a la señora?
- Hmmm –decía la señorita mientras recogía el expediente del piso –no es algo demasiado grave ... aunque tampoco se debe tomar a la ligera, resulta que la señora Lo-Kuaz T´a senil ha sido acusada por el mismísimo alcalde de la ciudad porque ella lo agredió cuando él paseaba a su perrito tranquilamente por la calle.
- Y ... que .. que que que... ¿qué le hizo ella al alcalde?
- Hmmm ... de acuerdo con esto la señora Lo-kuaz T´a Senil le brincó encima al alcalde, le arrancó de un tirón el peluquín y le embadurnó la cabeza con un trozo de césped, le hizo calzón chino y le pegó el peluquín al perro en el trasero. Por todo esto se le acusa con el cargo de encuentro cercano del tercer tipo en segundo grado con agravantes ... alcanza la fianza pero la señora se negó a pagarla, pues clama que es inocente... un momento ... Wu Lo-Kuaz ... ¿qué ese no es tu apellido chico?
- P... p... pues sí.. verá señorita...
- ¡No se diga más! ¡qué suerte! Me alegro mucho ¡que hubiera dado yo porque en mi primer caso mi familia estuviera conmigo!
- ¿Aunque fuera la acusada? –interrumpió Haro–
- Hmmm ... detalles, detalles
- ¿Que sea mi abuelita no es un conflicto?
- ¿Conflicto? Hmmm ... detalles, detalles ¿acaso la justicia no es ciega? Justicia es justicia sea tu abuela o no, así que la vas a defender.
Cuando Haro entró al gran salón de la corte apenas y podía respirar y definitivamente no podía dejar de temblar, sobre todo cuando el juez llamó a la acusada a tomar asiento en el estrado.
La enorme puerta de madera se abrió, y entraron la acusada y el acusador aún discutiendo mientras dos inmensos guardias intentaban contener y esquivar los certeros golpes de tuzo marrullero que la abuelita quería propinarle al alcalde.
- ¡Orden en la corte! –gritó el juez– ¡que se siente la acusada!
En el momento en que por fin la abuelita tomó su lugar notó que el abogado que había contratado vía telefónica su familia ¡era nada más y nada menos que su nietecito! Por lo que de inmediato Haro comenzó a hablar con ella con el ultrasecreto lenguaje de señas de los Ninjas ... que para cualquiera de nosotros podría parecer una mala imitación de un pez que había azotado en el piso luego de dar un mal salto en la pecera.
Así Haro se enteró de lo que en realidad había ocurrido y recordando que ante todo, y después de todo, era un Ninja, volvió a tomar valor, respiró profundo, dejó de temblar y comezó el juicio. Aunque no era nada sencillo mantener quieta a la abuelita, porque cada vez que hablaba el alcalde ella se levantaba de un brinco del asiento y trepando por las paredes como araña psicótica intentaba propinarle su combinación de patadas de conejo rebuscón, por lo que, en más de una ocasión, Haro tuvo que seguirle el paso con sus volteretas de lemur hiperactivo mientras le decía que había otras formas de impartir orden y justicia y que él se encargaría de aclarar el asunto. Pero para el jurado y las personas que presenciaban el juicio era todo un espectáculo ver a esos dos magníficos Ninjas en acción, incluso al juez se le olvidaba por ratos en donde estaba y animaba a la abuelita Lo Kuaz T´a senil a perseguir al alcalde.
Una vez calmados los ánimos el abogado acusador presentó al jurado varias pruebas.
- ¡Prueba número uno! –se escuchaba– el peluquín que un veterinario tuvo que extraer al perrito del alcalde, ¡prueba número dos! ¡El perrito con todo y su trasero enrojecido por el brutal ataque de una ancianita loca!
- ¡objeción! –gritó Haro– el abogado insulta a mi cliente ... ¡la abuelita no está loca y lo voy a probar! ¡Llamo al señor alcalde al estrado! ¿no es cierto señor alcalde que usted paseaba a su perrito fuera de los límites del parque?
- Pues sí, pero éso no es un crimen, el perrito tenía su correa.
- Cierto –decía Haro– sin embargo si es un crimen que usted dejara que su perrito hiciera sus “gracias” sobre el césped de la casa de la abuelita ¡y que usted ni siquiera limpiara las cochinadas de su animal!
- Bueno ... bueno –decía el alcalde– quizá tenga razón ¡pero la señora me atacó!
- ¡Arrancarle la cabeza! –gritaba la abuelita– ¡eso debí hacer, pero sólo intentaba educar a su perro!
- ¡Orden en la corte! –gritó el juez– no necesito escuchar más ... el abogado Lo-Kuaz tiene razón, el alcalde deberá pagar a la abuelita el césped dañado y no podrá pasear a su perro a menos de ciento cincuenta metros de distancia de la abuelita... sin embargo, el alcalde también tiene razón, la abuelita no debió saltarle encima ni arrancarle el peluquín ... la abuelita deberá pagar el peluquín y comprarle al perro una pomada para su trasero ¡Y AMBOS DEBERÁN DISCULPARSE! ¡CASO CERRADO!
El jurado, el alcalde, la abuelita, el abogado acusador, la señorita Shin-Shin Jua-netes, los guardias y la familia entera de Haro Wu Lo-Kuaz estaban aplaudiendo la solución del juez y vitoreando a Haro que se había convertido en todo un abogado, y lo mejor de todo era que su familia estaba feliz y orgullosa de él, porque después de todo ¿quién dice que no puede haber un Ninja en la corte?