Este cuento lo
escribí hace algunos años y varios soñadores me hicieron notar ¡que nunca lo
había subido a mi blog! pues ahora mismo arreglo este error y los dejo con el
último gran dragón :D y algo de música relajante que va bien con la historia ;)
los quiere Eliz, brujita soñadora ;)
EL
ÚLTIMO GRAN DRAGÓN
Autor: Elizabeth Segoviano
©Copy Right 2009 TODOS LOS DERECHOS
RESERVADOS
“No hacer honor a la vejez es demoler la casa en la que
hemos de dormir por la noche”-
Alphonse Karr
Antaño
habitaban en los imponentes templos que dominaban las ciudades, y toda la gente
acudía a ellos por consejo, pero con el paso del tiempo los fueron olvidando
porque ya no eran “fashion” ya no estaban “in” eran cosa del pasado, y
lentamente se fueron convirtiendo en un montón de cuentos ... en mitos ... rumores ... apenas en un susurro. Sin embargo seguían allí, entre
las nubes, por detrás de la luna, en los secretos recovecos de las montañas,
esquivando relámpagos, y ocultos en las profundidades de los bosques, seguían
vigilando atentos los milenarios dragones, quienes se habían dispersado por
todo el mundo para seguir su labor de cuidar y evitar toda clase de
injusticias; porque los dragones, lejos de ser pavorosos monstruos, son seres
sensibles, inteligentes, sabios, poderosos y sumamente mágicos, cuya naturaleza
es la de proteger a todo y todos los que se encuentren a su alrededor.
Ocurrió así que un día
estaba el gran dragón Tung-Jen Lung paseando invisible a los ojos de todos por un bosque de bambú,
cuando de repente vio a un par de jóvenes en bicicleta gritarle a un ancianito
que acarreaba una enorme pila de leños.
“¡eh! ¡tú! ¡pedazo
de dinosaurio a ver si te vas quitando del camino, que no tenemos tu tiempo” –
Sin embargo el ancianito no podía escuchar bien y al no hacerse a un lado los jóvenes
lo empujaron tirando su leña al río.
El ancianito,
adolorido por la caída sólo se limitó a llorar en silencio viendo como el agua
se llevaba el trabajo de toda una mañana. Al ver esto el dragón Tung-Jen Lung
se deslizó rápidamente por el bosque recogiendo más madera, la apiló junto al
anciano, y convirtiéndose en una ráfaga de viento le ayudó a incorporarse, el
ancianito bien sabía quien le estaba ayudando, pues recordaba las antiguas
leyendas que le habían contado de pequeño sus abuelos, así que le agradeció con
una reverencia al gran dragón y siguió su camino.
Entonces Tung –Jen
Lung decidió seguir a los irrespetuosos chicos que habían maltratado al
viejecito y se sorprendió enormemente al llegar a la moderna ciudad plagada de
altísimos edificios cubiertos de cambiantes luces que opacaban por completo el
cielo estrellado y presenció cómo los jóvenes agredían, maltrataban y se
burlaban de toda la gente mayor, ya fueran sus profesores, sus vecinos, sus
propios abuelos e incluso completos extraños. Los chistes crueles, los gritos,
empujones y groserías estaban a la orden del día, aquella situación molestó
profundamente al gran dragón, porque en antiguos tiempos a la gente mayor se le
respetaba, se le tomaba en cuenta, se le consultaba y se le apreciaba por su
conocimiento y experiencia, Tung- Jen Lung no comprendía en que momento la
gente que había criado y educado a aquellos jóvenes se había vuelto obsoleta,
no entendía el porqué de la falta de respeto y sensibilidad de parte de los
chicos y otros no tan chicos; así que el gran dragón decidió tomar el asunto en
sus manos y enseñarle a toda esa gente una lección importante.
Aquella misma noche
Tung-Jeng Lung se convirtió en una suave neblina que cubrió toda la ciudad y
lanzó un poderoso hechizo que dice así : “ para cultivar hay que plantar, para
comprender hay que sentir, para sentir hay que vivir, para aprender hay que
crecer y hoy todos van a envejecer”.
A la mañana siguiente, cuando el sol
despertó a todos, se dieron cuenta de que ya no eran tan rápidos, fuertes y jóvenes
como hasta la noche anterior lo habían sido, les costaba mucho esfuerzo hacer
sus actividades cotidianas, se dieron cuenta de que necesitaban ayuda, y nadie
les hacía caso, era como si de un momento a otro se hubieran vuelto invisibles.
Los visitantes de otras ciudades los ignoraban, se mofaban y los insultaban, no
importaba cuantas veces ellos intentaran explicarles lo que había sucedido, los
jóvenes se limitaban a decir: “sí, sí abuelo, mejor váyase a dormir la siesta”.
Los habitantes de la
ciudad se sentían frustrados, desesperados, nadie quería ayudarlos, ni si
quiera oírlos, fue entonces cuando se hizo presente el gran dragón Tung-Jen
Lung, el último que custodiaba aquellas tierras, y posándose sobre los
rascacielos dijo : yo también soy viejo, pero no por ello menos poderoso o
menos sabio ... igual que los ancianitos que ustedes tan infamemente
maltrataron.
He sido yo quien los
ha hechizado y no volverán a la normalidad hasta que me demuestren que han
aprendido su lección.
La vida no es
sencilla, es la experiencia la que nos ayuda a seguir adelante y ustedes están
aquí, desdeñando toda la sabiduríaa de estas personas que son tan valiosas como
cada uno de ustedes ... algún día mis queridos jóvenes, se despertarán y verán
en el espejo que su cabello se ha hecho gris y querrán entonces ser respetados,
escuchados y valorados, algún día necesitaran de una mano amiga que les brinde
cuidado y ayuda, siembren ahora despecho, ignorancia y groserías, y de soledad,
amargura y tristeza será la cosecha de sus últimos días”.
Así, todos los
habitantes se miraron avergonzados, ¡cuánta razón tenía el milenario dragón!
Largo tiempo le habían dado la espalda a su propio pasado, a sus raíces ... a
aquellos que con tanto cariño los habían educado, no, no era correcto
comportarse así.
Tung-Jen Lung por
fin vio el arrepentimiento en sus ojos y regresó a todos a la normalidad,
sabiendo que ahora las cosas serían diferentes porque los jóvenes habían
aprendido la lección en su propia piel, y porque el último gran dragón Tung-Jen
Lung seguiría siendo el atento guardián contra toda injusticia.
Cuanta verdad y sabiduría nos entregas a través de este cuento, Eliz. Los ancianos y los niños nos enseñan tantas cosas a nosotros, los jóvenes... como siempre un placer leerte!! besotes y bendiciones de corazón a corazón!!!
ResponderEliminargracias por tus palabras angelita :* es cierto, los ancianos nos pueden enseñar mucho y a veces somos muy cabeza dura, hay que aprender a escuchar y respetar :) besooo
EliminarEs cierto, los ancianos en la antigüedad eran valorados y se los escuchaba como sabios que eran porque tenían experiencia. Ahora no es tan así, pero bueno tenemos todos que respetarlos y saber que llegaremos a esa edad también y nos gustará ser escuchados y tratados con dignidad. Precioso texto.
ResponderEliminarUn besito
Hola querida Luján :) gracias por la visita y gracias por venir a leer y llevas mucha razón ahora no es lo mismo con el respeto a los mayores, hay que respetar para ser respetados. un beso, eliz
EliminarUn beso querida amiga, gracias por tu huella. Que tengas bonito dia.
ResponderEliminarAbrazos para ti con todo el cariño de siempre.
Un bonito cuento lleno de enseñanzas,una amena lectura que nos recuerda lo que no debemos olvidar, ser agradecidos con nuestros mayores, algo caso olvidado en esta despiadada sociedad.
ResponderEliminarUn beso fuerte Eliz.
así es amigo, es algo que, como dices esta despiadada sociedad nos ha dejado, por suerte es algo que se puede cambiar ... bueno si de verdad se quiere, como siempre todo queda en manos de la gente que desea ser el cambio que necesitamos, la gente, no los políticos! un abrazo amigo y un besito :* xoxo eliz
Eliminar