Incluso los seres pequeños pueden tener
grandes historias, y llevar a cabo increíbles hazañas ... eso es lo que pensaba
Estornudo, uno de los últimos grandes dragones que existen ... bueno, Estornudo
no era grande, pero sí que era un dragón, bastaba verlo estornudar para
saberlo, pues cada vez que lo hacía salían sendas llamaradas de su nariz y su
bocaza, que era muy grande para un dragoncito de su talla.
El problema residía en que
Estornudo era alérgico a todo ... está bien, quizá exagero; estornudo solo
tenía alergia de las flores ¡todas! (hasta de las de plástico) también era
alérgico al maní, a las fresas, frambuesas, zarzamoras, a las manzanas, al
polvo, al perfume, al jabón de color azúl, a la lana, al poliéster, al pescado
y los mariscos, al queso roquefort (¡pero al cheddar no!) a los pájaros y sus
plumas, al pasto, al agua del grifo, a los gatos, los insectos, los perros ...
bueno a los perros no, a ellos solo les tenía pavor. Le tenía alergia a las
hadas, a los duendes, e incluso a los elfos de santa claus. También a las cosas
navideñas ... pero sólo cuando estaban hechas de plastico chino ... en fin,
total, estornudo era alérgico a casi todo, y aquello había provocado muchos
incendios, por lo que no era muy querido, y no lo invitaban a las fiestas, ni a
los días de campo ... ¡aunque a las parrilladas sí! Pero esas sólo eran en
verano, cuando había muchas abejas y polen por doquier y eso le causaba mucha
alergia y Estornudo prefería no ir.
Estornudo había buscado la
ayuda de los doctores, pero ellos al ver que era un dragón ... (uno pequeño,
pero todo un dragón) le tenían miedo y no querían ni verlo, aquello hacía
llorar a estornudo y las lágrimas le daban alergia y pufff el resultado había
sido una docena de médicos chamuscados.
Entonces el buen Estornudo
decidió llevar un cubrebocas hecho de un suave material hipo alergénico y
limpiaba toda su casa constantemente con jabón morado ... que ese no le
hacía estornudar y pasaba los días
trabajando en su computadora diseñando páginas web, porque ni las computadoras
ni el internet le hacían estornudar.
Así descubrió un blog llamado
“manual de dragones, la guía dracónica que todo dragón debe leer”. Estornudo
disfrutaba mucho leyendo de aquella información que pensaba era inventada,
porque le parecía muy pero muy poco probable
que el blog de unos niños contuviera alguna verdad.
Cada viernes los niños
actualizaban su blog, en el hablaban de las diferentes razas de dragones, de
los grandes dragones que habían existido en la historia, hacían dibujos y
esquemas de sus alas, hablaban de la comida favorita de los dragones, de sus
pasatiempos, sus costumbres etc, etc, etc.
Y cada viernes nuestro dragón leía muy
entretenido la información y dejaba un comentario siempre firmando como
Estornudragón,
Pero llegó un viernes sin nueva
información y luego otro y luego otro, aquello le parecía curioso al
dragoncito, quien ya se había encariñado con los autores de ese blog y los
extrañaba, pero pensó que quizá se habían cansado de hablar de dragones, sin
embargo una vocecita en la cabeza de Estornudo le decía que algo no estaba
bien, así que mandó este mensaje :
Queridos draconólogos,
Extraño mucho sus historias y
su útil información, espero vuelvan pronto, saludos, Estornudo, el dragón.
Al firmar así su mensaje
nuestro amigo dio a entender que el era en realidad un dragón y unas horas
después le llegó esta respuesta :
Estornudo dragón ....
Si quieres volver a saber de
tus amigos draconólogos entrometidos ven solo al viejo campanario de nuestra
señora de las sagradas palomas rechonchas, si no vienes puedes despedirte de
tus amiguitos.
Atentamente Sir Drakon Blacken
Tongue.
Al leer aquellas palabras
Estornudo se sobresaltó ¿acaso aquello era una broma? ¿de verdad estaba
pasando? ¿era posible? ¿y porque aquel extraño nombre le sonaba tan familiar?
Nuestro dragón decidió teclear
ese nombre en el buscador y de inmediato vio porque le era conocido, Drakon
Blacken Tongue era el nombre de un antiguo dragón que había acechado buena
parte del viejo continente, sus fechorías habían sido documentadas en libros
medievales ahora perdidos y los amigos de Estornudo habían hablado de él en su
última entrada.
Estornudo decidió que esa
bizarra situación era total, descabellada y completamente cierta, así que reunió
toda la información importante que pudo y tomando su mochila y dos cubrebocas
hipo alergénicos se encaminó al viejo campanario de las sagradas palomas
rechonchas.
Aquel torreón abandonado era
macabro, oscuro y lleno de telarañas, con ruidos extraños que salían de cada
rincón, pero Estornudo estaba decidido a rescatar a los chicos así que se abrió
camino con una linterna en una mano y su spray desinfectante en la otra.
¡Drakon Blacken Tongue!
–gritaba Estornudo– su voz recorrió el lugar con un eco escalofriante ...
esperó unos segundos y volvió a gritar ¡Drakon Blacken Tongue! ... de nuevo el
eco que parecía envolverlo como los vendajes envuelven a las antiguas momias,
luego de un momento por fin escuchó unos murmullos apagados al final de un
corredor retorcido y polvoso.
-
Es
Sir, Sir Drakon Blacken Tongue, un título que me gané –Estornudo se ocultó
entre los ladrillos faltantes de una pared, trató de calmarse abrió
cuidadosamente su mochila e intentó sonar como un verdadero dragón-
-
Un
título noble sin duda, título que te otorgaron
hace siglos por haber protegido un reino, en una época en la que tenías
honor, pero esos tiempos según veo han quedado atrás porque ¿qué clase de Sir
amenazaría a unos niños? ¿qué honor hay en eso? El código dracónico es muy simple,
un dragón debe ser justo, proteger a los débiles e inocentes y ser honorable
¡ahora no eres más que un vulgar delincuente!
-
¿Honor?
¿tu me hablas de honor? ¿qué honor tienen esos chiquillos pretenciosos que se
hacen llamar draconólogos? ¿qué derecho tenían de contar nuestros secretos y
exponer nuestras historias?
-
¡Sólo
son niños! ¡niños inocentes que admiran a los dragones! ¡niños que soñaban con
las antiguas eras en las que los caballeros y los dragones protegían los
reinos! ¡niños que no tenían nada más que admiración por un legendario dragón
mítico llamado Sir, Drakon Blacken Tongue!
-
Esos
niños se atrevieron a escalar mi montaña, buscaron mi guarida, tomaron fotos y
todo lo pusieron en su tonto blog, en un abrir y cerrar de ojos tenía gente
extraña tratando de llegar a mi guarida ... en cualquier momento te buscarán a
ti también y terminaremos en uno de esos monstruosos laboratorios rodeados de
médicos y científicos crueles y chiflados que querrán abrirnos en dos para
estudiarnos; si quieres que te regrese a esos niños babosos tendrás que pasar
sobre mi cadáver.
-
Sir
Drakon Blacken Tongue ... un nombre grandioso para un dragón grandioso, es
increíble que tengas miedo de unos niños, pero si así lo quieres ... ¡que así
sea!
Estornudo salió de su escondite
y cuando Sir Drakon lo vio emitió una carcajada que podría haberle dado la
vuelta al mundo, el dragón Estornudo no era más grande que una lagartija, era
escuálido, pálido, usaba gafas y bufanda y sostenía una ridícula espada de
cartón y una botella de desinfectante.
-
¿Acaso
vas a desinfectarme hasta morir? ja ja ja ja ¡con ese ridículo nombre debí
suponer que no eras más que un remedo, una burla de dragón! ¡ahora lárgate y
déjame con mis asuntos!
-
En
este caso Sir Drakon, sus “asuntos” son mis asuntos – entonces Estornudo
desplegó sus diminutas alas y volando hacia el rostro del inmenso dragón roció
el desinfectante justo en los ojos, Sir Drakon chilló y se alejó frotándose los
irritados y llorosos ojos, pero Estornudo no retrocedió, se arrancó los cubrebocas
y metió su gran bocaza en la mochila, adentro había guardado un ramillete de
dientes de león, la flor a la que era más alérgico, también metió unos adornos
navideños acabos de traer desde china, un puñado de frambuesas, una bolsa de
jabón azul, un suéter de lana y un kilo de pimienta de shezuan, los olores de
aquella mochila se metieron en lo más profundo de la nariz de Estornudo, y éste
se retorció, gruñó, brincó, aulló, hizo bizcos y su panza comenzó a inflarse
más y más como si fuera un globo de fiesta, ante tal espectáculo Sir Drakon
quedó desconcertado, y cuando quizo salir de ahí un estornudo de dimensiones
épicas salió volando a un millón de kilómetros por hora, de la nariz y la
bocota de Estornudo, las flamas que de él provenían eran gigantescas, y de
todos colores. Y no dejaba de estornudar.
-
Aaaaaccchuuuuuuuuuuuuuuu,
aaaaaaaccccchhhhhuuuuuuuuuuuuu
Cada estornudo traía más y más
flamas que envolvían a Sir Drackon Blacken Tongue, quien no podía ver por donde
caminaba, el calor era insoportable como si estuviera en las entrañas de un
volcán y solo atinó a cubrirse el rostro.
-
¡me
rindo! ¡me rindo! ¡me rindo! ¡me rindo! –decía lloroso-
Después de escuchar aquello
nuestro valiente dragoncito Estornudo, sacó de la mochila un frasco de loción
de menta, lo único que podía calmar sus alergias, y el último accchuuuu fue uno
lleno de mocos de colores que apagó todas las llamas.
-
¿En
dónde estan los niños?
-
Ay
ay ay de mí- decía chamuscado Sir Drakon- nunca había sentido un calor como ése
¡y yo soy un dragón! Ay ay ay ay de mi ... tus amigos draconólogos están en el
sótano .... ay ay ay ay de mi...
-
Cálmate,
y ven conmigo, te quedarás en mi casa hasta que te sientas mejor y te
encontremos una nueva montaña, les pediré a mis amigos que digan que todo lo
que escribieron eran historias que inventaron, y que las fotos de tu guarida
estaban hechas en computadora, después de todo no queremos terminar en un
frasco en un laboratorio ... pero ya no te diré Sir, no mereces ése título,
deberás ganártelo otra vez.
-
Ay
ay ay ay de mi ... está bien ... no me comporté como un buen dragón, ay ay ay
de mi ....
Aquel día nuestro pequeño gran
héroe rescató a los niños y juntos buscaron un nuevo hogar para el viejo Drakon
Blacken Tongue, quien le dio su título de Sir a nuestro amiguito ... Sir
Estornudo, guardián de los niños, gran devorador de libros y comentarista de
blogs y fanático del desinfectante morado.
Elizabeth Segoviano
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