sábado, 30 de agosto de 2014

FLOR SE QUEDÓ SIN LETRAS

FLOR SE QUEDÓ SIN LETRAS
 Copyright ©Elizabeth Segoviano 2014 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Flor era una niña de apenas siete años, y era casi como todas las niñas de siete años, era curiosa, traviesa, inteligente, parlanchina, tierna y a veces, también hacía berrinches; sin embargo había algo que hacía de Flor una niña un tanto diferente, a ella le gustaba escribir y contar historias ¡y eran muy buenas! Aquella habilidad la había heredado de su querido abuelo Marcus, quien le había contado historias desque Flor se encontraba en la barriguita de su mamá, y por ello Flor había nacido llena de letras en su mente, letras que se convertían en palabras, palabras que se convertían en frases y frases que formaban hermosas historias de hadas y héroes, de espadachines y brujas, de animales mágicos  y alfombras voladoras, de elfos y calabazas mágicas y cientos, miles de bellos personajes brotaban de sus palabras.
Y cada noche el abuelo Marcus y Flor se tendían bajo las estrellas a inventar historias que escuchaban atentamente las luciérnagas y los grillos, las flores, la luna, los gatos en los tejados y por supuesto, las estrellas, que sonreían y titilaban de alegría al escuchar a Flor.
Además en el colegio nuestra pequeña cuenta cuentos era muy popular, pues sus amigos siempre le pedían les contara alguna historia de misterio o grandes aventuras, algo de piratas o de dragones y princesas, y claro, eso a Flor le encantaba.
Pero lo que más amaba Flor era pasar los domingos sentada en las rodillas de su abuelo mientras tipeaban juntos sus historias en su antigua y ruidosa máquina de escribir. A cada tanto quitaban la hoja y Flor se encargaba de hacer algún lindo dibujo que acompañara las historias, pues Marcus y ella querían hacer muchos libros con todos sus cuentos, hacer una biblioteca entera que pudiera disfrutar todo aquel que amara las historias tanto como ellos.
Sin embargo, a veces en la vida pasan cosas que no son como en las historias, pasan cosas que nadie quiere que pasen, pero pasan de todas formas, y el abuelo Marcus enfermó, pasó muchos días en cama hasta que una noche tibia y clara cerró los ojos y se fue a ese lugar donde nacen los sueños, a ese lugar del que todos venimos pero no alcanzamos a recordar, se fue allá donde nacen las estrellas, allá donde terminan su viaje las libélulas, allá donde las estrellas fugaces se convierten en una cascada de luz, allá donde nuestros corazones fueron creados.
Desde aquel momento algo en el interior de Flor se descompuso, su corazoncito de siete años se quedó con un gran vacío, era como esos inmensos agujeros negros que pasean por el universo, Flor sentía que por ese hueco se le escapaban sus letras y solo quedaba un montón de nada.
Con el paso de los días Flor dejó de contar historias, tampoco las tipeaba ni hacía dibujos, era como si todas las palabras del mundo se hubieran borrado, y por las noches el jardín quedó en silencio y los grillos, las hadas, las flores la luna y las estrellas se preguntaban porque Flor ya no contaba historias.

Después de un tiempo los amigos y los papás de Flor le pedían que les contara cuentos, que siguiera haciendo esa gran biblioteca con la que tanto habían soñado ella y su abuelo, y entonces Flor sintió algo diferente en su corazón era como una chispita que intentaba encenderse pero no lo lograba del todo, parecía que tuviera dentro una cajita con cerillos mojados, o un  motor descompuesto, pues cada vez que la pequeña tomaba lápiz y papel y escribía “Había una vez” o “Sucedió hace mucho tiempo” ya no podía escribir más ... ¡de verdad ya no tenía letras en su interior!
Con cada intento la niña escribía menos y menos, el había una vez se convirtió en “Había un...” el sucedió hace mucho tiempo quedó en “Sucedi ...” y así hasta que solo pudo escribir una “H” o una “S” y luego ni siquiera eso, después intentó escribir el abecedario pero solo pudo escribir “A” , en ese momento decidió que sería mejor contar las historias sin escribirlas, así que reunió a su familia y amigos en el jardín y empezó a decir “En un reino muy, muy lejano” ... todos estaban mirándola atentos, sonriendo, esperando escuchar una fabulosa historia, pero Flor por alguna razón no podía continuar, respiró profundo aclaró su garganta y lo intentó nuevamente “En un reino” ... hmmm ... “ En un rein”... coff coff “En un” ...
Entonces lo que Flor temía sucedió … ¡TAMBIÉN SE QUEDÓ SIN VOZ!
Todos los presentes se sorprendieron, no sabían que había pasado, tal parecía que lo que Flor pensaba era completamente cierto ¡SE HABÍA QUEDADO SIN LETRAS!
Los médicos no encontraban una explicación y le recomendaron que descansara y bebiera mucho té con miel.
Flor estaba triste, la chispita en su interior no encendía, el motor que la hacía contar historias solo echaba humo, sus letras se le habían escapado por un inmenso hoyo negro y todo lo que tenía era silencio.
Después de buscar alguna respuesta por largo tiempo Flor decidió leer muchos libros, todos los que pudiera, leía y leía devorando un libro tras otro, y pensó que tampoco le haría daño comer mucha sopa de letras que a su mamá le quedaba tan rica, y cereal de letras también, pues ella quería volver a llenar ese hueco en su corazón con muchas letras a ver si así podía contar historias una vez más.
Así pasaron muchos días que se convirtieron en meses y poco a poco, muy de a poquito, Flor pudo hablar otra vez, pero por más que lo intentaba no podía contar historias, pero ella seguía desayunando letras, comiendo letras, y leyendo todo lo que podía. Hasta que una noche Flor se dio cuenta de que había pasado todo un año desde que su abuelito ya no estaba, y esa noche de luna llena Flor salió al jardín y se tumbó sobre el césped a mirar las estrellas como solía hacerlo y guardó silencio, se quedó muy calladita ...
en ese momento lo escuchó, parecía ser un murmullo, pero luego descubrió que eran sollozos, miró a su alrededor y notó que las pequeñas hadas del jardín y los grillos, los caracoles, las flores, la luna y las estrellas eran quienes estaban sollozando, Flor preguntó porque lloraban y todos dijeron al unísono ¡porque ya nadie nos cuenta historias! Aquellas palabras le hicieron un nudo en el estómago a Flor, se le llenaron los ojos de lágrimas y se metió corriendo a la casa, cerró de un golpe la puerta de su habitación y uno de los manuscritos que había hecho con su abuelito Marcus cayó del librero, Flor lo recogió y lo acarició con mucho cuidado, empezó a hojearlo y a leer lo que con tanto cariño e ilusión había mecanografiado con su abuelo por tantos domingos, y justo al final del manuscrito había otra hoja, escrita a mano, era la letra de su abuelito y decía “ mi pequeña, quizá no puedas verme más, pero no significa que no esté contigo, pues soy cada letra y cada frase que alguna vez escribimos, soy el ruidoso ritmo en las teclas en nuestra desvencijada máquina de escribir, soy el olor a papel y tinta, soy los colores de tus acuarelas, soy el suave césped sobre el cual te recuestas, soy alguna estrella que te mira esperando me cuentes más historias, soy un trocito de tu corazón, aquel que se alegra cuando imaginas un nuevo personaje y una nueva aventura, soy tu historia y soy tus recuerdos, voy contigo en tu cartera cuando garabateas una frase nueva, soy el ruidito que hace tu lápiz cuando escribes de prisa para que no se te olvide alguna idea, sigo contigo mi pequeña, cuando tu quieras nos encontraremos en una página en blanco, en una historia nueva, en otra noche de luna llena”.
Al leer eso, Flor lloró, pero eran lágrimas felices porque como siempre, su abuelito tenía razón, él estaba ahí con ella, en las letras, en cualquier lugar a donde ella mirara e imaginara un relato nuevo, Flor abrazó su manuscrito lo guardó y desempolvó su máquina de escribir y como por arte de magia las historias fluyeron otra vez, caían como lluvia fresca sobre el papel, y de nuevo salió a leer bajo las estrellas para hacerlas reír pues ahora sabía que alguna de ellas era su abuelito que esperaba ansioso otra historia, otra aventura, otro cuento para seguir riendo.
La chispita en el pecho de Flor por fin había encendido, su motor giraba a toda velocidad, el hueco por el cual se habían escapado sus letras se había cerrado y ahora podía llenarlo con historias.


miércoles, 27 de agosto de 2014

CAJITA DE HAIKUS

CAJITA DE HAIKUS
Elizabeth Segoviano Copyright© 2014 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Tengo bajo mi cama una cajita de madera, mi abuelo y yo la adornamos con lunas y estrellas.
Todos los días escribimos algo en hojitas de papel, las doblamos con cuidado una y otra vez hasta que la hoja se convierte en una grulla de papel.

Mi abuelito dice que las guardemos en la cajita estrellada para que las grullas sueñen que vuelan en una noche dulce y callada, -Son para que los leas cuando estes triste o aburrido- dice mi abuelito sonriendo al ver que nuestra cajita casi se ha llenado.

Un día amaneció lloviendo tanto que casi no se veía el sol, yo estaba resfriado, adolorido y aburrido, entonces mi abuelito y yo sacamos la caja de abajo de la cama, él frotó sus manos y digo “¡SENZABURU! Entonces las grullas de papel salieron volando por toda la habitación, una a una venían a mí y se desdoblaban para que yo leyera los secretos que escribí.
Eran los dulces haikus que habíamos escrito mi abuelo y yo.

“Venus se ríe

Le cuento mis secretos
La noche calla.”

“Las tardes ocres
Huelen a chocolate
El viento canta”.



“El sol naranja
Se duerme conmigo
Soñamos juntos”.

“Gatos maullando
La luna se alegra
Los ratones no”.

“Lluvia fresca
Mi alma se alegra
Es primavera”.

“Gotas de luna
Brillan en mi ventana
Huele a tierra”.

“Silba el bosque
Magia en el aire
Me salen alas”.

Las grullas nos hacen cosquillas a mi abuelito y a mí, de repente la puerta se abre, es mi mamá que nos trae chocolate caliente y rollitos de canela con anís.
Las grullas se asustan y se dejan caer, mi abuelo y yo nos reímos, mamá nos dice que recojamos todos esos papelitos.

Mi abuelito y yo pasamos la tarde volviendo a doblar nuestras grullas para regresarlas a su cajita de noche estrellada, mientras, damos sorbitos al chocolate y guardamos entre las grullas recuerdos como el del día de hoy.


jueves, 21 de agosto de 2014

EL GUARDIÁN DE LOS SUEÑOS CAPÍTULO VIII

EL GUARDIÁN DE LOS SUEÑOS
CAPÍTULO VIII
SIN MIEDO

Cuando Soleil quedó inconsciente en el sendero oscuro, cayó en un sueño pesado y profundo del que no podía despertar, aunque escuchaba todo lo que pasaba a su alrededor, y sabía que Aldebarán, el búho y los seres mágicos no la dejarían sola, sin embargo al mismo tiempo, podía ver lo que habían hecho las sombras, que poco a poco iban tomando el control de los sueños de todos los niños de su ciudad, y mientras más sueños capturaban más fuertes se volvían, y ahora no tenían problemas para apoderarse de los sueños de los adultos … la ciudad entera estaba cayendo en los brazos de esa malévola oscuridad para ya no despertar y yacer atrapados en pesadillas eternas, pero Soleil sabía que así como existía la oscuridad, existía la luz, que aunque esas apariciones eran fuertes, también eran fuertes las hadas, los ángeles y su querido y valiente guardián, y que ella debía ser igual de fuerte, por su Nana, por sus amigos, por sus padres, por todas las personas de su ciudad. Supo que debía permanecer ahí para dar batalla y mandar un mensaje a esas sombras “¡AQUÍ HAY ALGUIEN QUE LOS VA DERROTAR!! ... ¡SIN MIEDO! – pensó la niña – tan pronto pensó eso, una intensa luz comenzó a rodearla quedando dentro de una gran burbuja luminosa, aquello atrajo la atención de las sombras que sin chistar se apresuraron al encuentro de Soleil luciendo sus caras más terroríficas y múltiples garras mientras gruñían, chillaban, aullaban y se retorcían.
Mas la luz de la burbuja de Soleil era tan intensa que en el acto las sombras comenzaron a retroceder cubriendo sus espantosos ojos, chillando de dolor y de rabia, fue entonces cuando llegó Vermalion, el ángel de los sueños, con sus enormes alas doradas, enfundado en su armadura, ondeando su reluciente espada, y tomándola con ambos brazos la estrelló en el suelo, éste se resquebrajó y las sombras cayeron en las grietas que lentamente estaban siendo inundadas con oleadas de luz convirtiendo a las sombras en piedra y luego en arenisca que se disipaba con el batir de las alas de Vermalion.
Soleil –decía el ángel – me manda tu guardián, él sigue luchando allá afuera para derrotar esta oscuridad, pero tu y yo la detendremos aquí, ahora que has enfrentado tu miedo y sabes que eres protegida, por mi, por Aldebarán. El búho. tu Nana y los seres mágicos debemos esparcir la noticia a todas esas personas que no pueden despertar de sus pesadillas, para que luchen, enfrenten sus miedos y se liberen, para poder debilitar esta oscuridad y que Aldebarán lleve a cabo con todo éxito su misión.
La pequeña sonrió y en su lenguaje de señas le agradeció a Vermalion y ambos envueltos en la luz de miles de estrellas avanzaron sin miedo hasta encontrar los sueños de sus amigos, que se no podían despertar de pesadillas terribles en las que sus profesores querían atraparlos, pero la luz de Soleil era tan deslumbrante que al verla, sus amigos olvidaron las terribles visiones que los habían acechado y viendo al ángel y a su amiga se atrevieron a dejar de lado sus miedos, armarse de valor y enfrentar a las sombras que, atónitas al verse debilitadas no tenían más que remedio que huir o ser convertidas en polvillo.
Así uno a uno, visitaron los sueños de todos los que habían quedado atrapados en las garras de pesadillas de la oscuridad y uno a uno todos los habitantes se enfrentaron a las sombras produciendo su propia luz, la luz de sus sueños, la luz de bellos recuerdos, la luz de amigos, de familia, la luz del amor de las mascotas, la luz del futuro, y uno a uno pudieron despertar dejando así débil a la oscuridad.

Mientras tanto de vuelta en el sendero retorcido, el sabio elfo Albornoux, Aldebarán, El búho y una guarnición de elfos y hadas se abrían camino con sus espadas de luz sin ser arañados siquiera por la oscuridad que comenzaba a replegarse, pero que aún no estaba vencida.
Todo acabará en donde empezó – pensó Aldebarán al ver que las sombras huían y apresuraron el paso para llegar al bosque del búho.
Una vez llegaron al gran árbol donde el buen búho tenía su nido los recibió su esposa búho feliz de ver a salvo al compañero de su vida.
-       Buhoo, amor mío- decía la búho - ¿ya no te irás más?
-       Temo que aún no estamos a salvo mi dulce ave del paraíso buhoo ¿todavía está aquí el hada que dejamos cuando me fui?
-       ¿Buhoo? ¿un hada? Eso, lo explica todo, no quiso comer ratones ni quería la sabrosa cena que le regurgitaba, así que tuve que conseguirle fresas silvestres pero no dejaba de parlotear, creí que quizá era una guacamaya buhoo, me hartó y tuve que cerrarle el pico con una gorda lombriz, se puso un poco verde pero desde entonces ya dejó de parlotear y dejó de querer escapar, buhoo, le dije que no era seguro andar merodeando … creo que se ha puesto algo triste y ahora no quiere salir del nido , mira.
En efecto  el hada Darkleryth estaba en el fondo del nido de la famita búho arrebujada entre las suave pelusa de dos bebés búho que se habían encariñado con ella. Al ver al gran maestro Albornoux la pequeña Darkleryth dio un gritito de susto y quiso huir pero la garra de Aldebarán ya la tenía bien sujeta, firme pero gentilmente.
    .    ¡Por todos los cielos chiquilla malcriada! –gritó Albornoux- ¿no ves lo    que tu insensatez ha desatado? ¿acaso no has visto la oscuridad que casi se apodera del mundo de los humanos?
-       yo no he hecho nada malo, he sido capturada por esta búho loca, yo no he hecho nada malo.
-       ¡semejante ignorante! ¡cara de hada y cabeza de piedra! ¿qué tienes en la cabeza? ¿acaso tienes mármol en lugar de sesos? Tu y tu rebeldía, tu y tu ignorancia, tu y tus prisas, tu y magia de hada y de bruja, semejante pedazo de alcornoque tus hechizos retorcidos, incompletos de bruja y hada a medias han desatado las oscuras pesadillas que atormentan el mundo de los humanos, tu, remedo de hada, tu y tu bocaza sin frenos le han puesto un maleficio a una niña inocente que nada ha hecho para merecer tanto terror y tantas preocupaciones.
-       ¿qué? ¿qué hechizo? ¿qué niña?
-       Soleil –intervino Aldebarán, la niña que te rescató una tarde de tormenta, la niña buena e inocente que te arropó con la capa de su muñeca, la niña linda que cepilló tu cabellera, la niña gentil que te dio a beber chocolate caliente, la que te sonrió, la que te invitó a regresar a su casa cuando quisieras, la que te trató con toda amabilidad y cortesía … mi niña, mi protegida, la razón de que yo esté aquí luchando espada con espada con tus hermanos elfos y hermanas hadas para rescatar sus sueños y los sueños de todos los que cayeron en las garras de la oscuridad.
-       ¿Soleil? –el hada se llevó las manos al rostro y lloró, notó que Albornoux, el búho, el oso y sus hermanos tenían armaduras de batalla, que estaban cansados y preocupados y cayó de rodillas sobre la garra del guardián - ¡lo siento, lo siento! No era mi intención, yo, yo quería que ella tuviera sueños dulces y que me olvidara, yo … yo nunca quise hacer daño …
el Hada no acababa de hablar cuando un torbellino oscuro la arrebató de las manos de Aldebarán y todos se quedaron perplejos, todos excepto la esposa del búho que más rápida que una saeta emprendió el vuelo sin importarle ninguna oscuridad y de un solo picotazo logró recuperar a Darkleryth para depositarla nuevamente al cuidado de Aldebarán, pero cuando estaba a punto de hacerlo el torbellino tomó a forma de una monstruosa pantera y le asestó tremenda mordida a la valiente búho que cayó como piedra en alguna parte del bosque, al ver aquello el búho gritó y se lanzó en contra de la sombra, su cota de malla hecha con estrellas fundidas le daba pelea a la sombra, pero Aldebarán y los demás tampoco se quedaron quietos y el oso lanzó con todas sus fuerzas su espada lunar que fue a clavarse en el ojo de la criatura que aullaba como un monstruo de pesadilla, las hadas ya habían lanzado una lluvia de flechas mágicas y Albornoux con su báculo le lanzaba bolas de luz del alba hasta que de la temible sombra solo quedaron cenizas.
Las hadas de inmediato sobrevolaron el bosque en pos de la búho y la encontraron maltrecha y con un ala rota, pero con vida, al ver aquello Darkleryth lloró desconsoladamente mientras corría al encuentro de la pobre búho que la había salvado de un terrible destino, se posó sobre ella y dijo : ” licht, licht, orion licht, volare, volare amor, licht amor profundere “ y de las palmas del hada se comenzó a derramar una bella luz tornasolada que bañó a la búho sanándola casi de inmediato.
-       El camino correcto –dijo Albornoux, cuando escoges el camino correcto tu magia es correcta Darkleryth, deja ya tus rebeldías infantiles y haz el bien que puedes hacer en este mundo.
-       Si gran maestro, es como usted dice, soy una cara de hada pero sesos de piedra, yo no quise lastimar a nadie, y haré todo lo que pueda para resarcir el daño que he hecho, por favor, mi señor guardián, guíeme para ayudar a Soleil, para vencer la oscuridad que he hecho posar sobre todos.
-       Debemos ir a la casa de Soleil, ahí donde lanzaste tu hechizo por vez primera y deshacerlo, cuando lo hagas las sombras irán hacia ti, pero todos estaremos para terminarlas.
-       Si mi señor.
Cuando llegaron a la casita de Soleil notaron que aunque ya eran casi las siete de la mañana, parecía medianoche pero Darkleryth estaba decidida a ponerle fin a toda esa detestable situación así que se sentó en la ventana de la niña mirando sus juguetes y su cama vacía, mirando las marcas de lucha que habían dejado las sombras y mirado la profunda oscuridad que sumergía todo, se aclaró la garganta e intentó decir el hechizo de aquella tarde, pero no lo recordaba.
-       ¡No recuerdo! – gritó horrorizada – adventus …sogno …
-       concéntrate, le decía el guardián mientras los demás asumían sus posiciones y alistaban sus armas, respira, concéntrate.
-       Adviniere … sigilos … no eso no es … por todos los cielos, no recuerdo.
-       No mires esta oscuridad Darkleryth –decía Albournoux tomando sus manos- cierra los ojos, recuerda aquella tarde, recuerda el olor a lluvia, recuerda el calor de las manos de Soleil mientras cepillaba tu pelo, recuerda el sabor del chocolate caliente, respira … y dime al ído las palabras del hechizo
-       Advere … -dijo temblando el hada – advere somnious efugiare somnious, advere oscuritate … eso es, eso es lo que dije
-       Muy bien, ahora repite conmigo ¡ETATIRUCSO EREDVA, SOMNIOUS, ERAIGUFE SOMNIOUS EREDVA! ¡Todos, con nosotros repitan!
¡ETATIRUCSO EREDVA, SOMNIOUS, ERAIGUFE SOMNIOUS EREDVA! Dijeron todos al unísono y el cielo rugió, centelleó el suelo tembló y una inmensa sombra del tamaño de un edificio se apreció en mitad de la calle, mostrando sus colmillos babeantes al hada, pero su oscuridad estaba palideciendo gracias a que Soleil y Vermalion habían estado despertando a la gente, iluminando sus pesadillas, así que el primero en atacar fue Aldebarán con su espada lunar, sin miedo alguno, rechazando los manotazos de aquella descomunal sombra con su escudo de atrapa sueños que al tocar a la entidad oscura le arrancaba trocitos así que se fue quedando sin uñas, sin dedos, sin trozos de piernas y las hadas y elfos y Albornoux también repelían todos sus intentos de atacar con flechas encendidas en el fuego de Igne y estocadas de espadas forjadas en la luz de las constelaciones, reduciendo así a la bestia oscura a trozos y mientras lo hacían el sol comenzó a clarear la larga noche que habían vivido, el trinar de los pájaros regresó, y ellos en sus piquitos llevaban gotas de rocío que reflejaban la bendita luz del sol y aquella llovizna dorada acabó por doblegar a la oscuridad para que Aldebarán la absorbiera con su escudo. Al hacerlo los hilos que entrelazaban la mágica red se deshicieron, el caracol y la roca se estrellaron  y se hicieron polvo y aquel polvo voló directamente hacia Albornoux que lo puso dentro de un frasco con la luz de Venus y que resguardarían en el gran salón de la Stella Eterna en el castillo de Mizar, donde sería resguardada por Vermalion para que nunca jamás pudiera revivir esa oscuridad y dañara a alguien.
Los amigos se miraron unos a otros sonriendo, cansados pero felices de haber tenido éxito en aquella empresa tan peligrosa y por la ventana vieron una inmensa luz aparecer, en ella venía Vermalion volando suavemente con Soleil en los brazos para depositarla en su cama, también levantó al fornido Aldebarán como si fuera un ordinario osito de peluche y lo depositó junto a la niña, los besó a ambos y hadas, elfos, ángeles y seres mágicos regresaron a Mizar. Dejando detrás de sí una estela dorada y el eco de palabras dulces y amables que los invitaban a regresar a Mizar cuando quisieran.
Soleil abrazó a su guardián y delicadamente le quitó la armadura, también tomó al valiente búho, le dio en besito en la cabeza y le quitó la cota de malla y el casco y todo lo depositó en un cofre de madera a los pies de su cama, lo cerró con llave y se la puso al cuello a Aldebarán para que si alguna vez necesitaba usarla de nuevo pudiera sacarla sin problema alguno, el búho tomó a Darkleryth que se había ocultado detrás de unos libros y la sentó en su lomo para llevarla de vuelta al bosque donde quería vivir para proteger a las aves y los animales del bosque, esta vez con el permiso y la bendición de su gran maestro Albornoux.
Luego de unos minutos solo quedaban Soleil y Aldebarán acurrucados bajo el edredón de su cama cuando se abrió la puerta y entraron sus padres y su Nana, Soleil les contó todo lo que había sucedido, pero sus padres le dijeron que todo lo había soñado, la pequeña entonces miró a su Nana quien se sentó en la cama acariciando su cabello hasta que sus padres salieron de la habitación, la niña le preguntó en lenguaje de señas a su Nana si ella le creía, y la vieja Nana le guiñó un ojo y le dijo, claro que si mi niña, yo te creo porque Aldebarán alguna vez fue mi guardián, pero nunca peleó tan fuerte como la hecho por ti, te ví en mis sueños, te sentí, sentí tu valentía y supe que tu y Aldebarán nos rescatarían a todos.
Nunca dudes mi pequeña, ni de tus sueños ni de tus fuerzas, ni de tu valor y llegarás a las estrellas.
Aldebarán las abrazó a las dos y los tres volvieron a acurrucarse entre las sábanas.
 FIN

 Pues así amigos soñadores, llegamos al final de esta historia, espero la hayan disfrutado y agradezco infinitamente a quienes la han seguido y comentado aunque me demoré bastante en terminarla, una historia cien por ciento real, una historia muy mía que ojalá los haya entretenido y les haya dibujado una sonrisa ... yo sé que Aldebarán seguirá protegiendo el sueño no solo de Soleil sino de muchos pequeños y que el hada Darkleryth irá a lomos del búho a visitar a la niña y beber chocolate .... y yo ... bueno yo seguiré escuchando sus historias y si ellos me lo permiten seguiré compartiendo con ustedes otras aventuras. :D un beso y un abrazo xoxo Eliz

lunes, 18 de agosto de 2014

EL GUARDIÁN DE LOS SUEÑOS CAPÍTULO VII

CAPÍTULO VII
CONFÍA EN MI


El castillo de Mizar es una maravilla increíble, la estructura esta hecha de agua que cambia de color según la hora del día, pero que al tacto es dura como el acero, desde el interior pueden verse la luna y las estrellas, al igual que las luces del alba y del atardecer, todo al mismo tiempo, dentro habitan aves que nunca han surcado el cielo de la tierra y que cantan con una voz similar a la de un violín, los largos pasillos que llevan a salones majestuosos están sembrados con cerezos, jacarandas y girasoles, siempre en flor, en algunos pasillos es primavera, en otros verano, y en los últimos se ve volar el follaje multicolor de los árboles en otoño, y más lejos los pasillos nevados del invierno son igual de bellos, con riachuelos sobre los que se puede patinar y copos de nieve que danzan con un viento frío pero agradable que huele  ligeramente a chocolate y vino especiado.
Cada salón tiene una hermosa chimenea labrada en rocas de un antiguo volcán y el fuego que crepita en ellas fue traído desde él, el fuego de Igne, que permite ver los momentos más felices en las vidas de quienes miran las llamas. En el castillo existen varios salones que son de mayor importancia, el salón de Véritas, que alberga todos los pergaminos de la sabiduría élfica y angélica, el salón de la Stella Eterna, que contiene millones de recipientes con los rayos más puros de cada estrella que ha existido y se lleva el cuidadoso registro de las estrellas que nacen o mueren. Otro salón muy especial es la inmensa biblioteca de cristal de Sognos, donde los elfos guardan celosamente los pergaminos entregados por los escribas humanos que los ángeles han elegido para que creen los sueños más hermosos, originales y divertidos que hayan existido y cada pergamino es leído por un ángel guardián a los niños que están a su cuidado para hacer de sus sueños algo único que pueda convertir su realidad en magia pura. Y por último, el salón más grande de todos, el gran salón de Io que alberga una réplica exacta de un mítico lago llamado Akilá; las aguas púrpuras y cristalinas de ese lago fueron traídas desde más allá de las estrellas y en ellas puede verse el reflejo de las almas y corazones de todo el que toca el agua, sus anhelos, miedos, sueños, esperanzas, su pasado, su presente y, de ser necesario, su futuro, se dice que las mágicas aguas de Akilá tienen el poder de limpiar el alma más oscura, sanar corazones destrozados, e iluminar la mente más perdida, dicen que una sola gota ahuyenta cualquier miedo y que quien se baña en sus aguas puede sentir todo el amor del universo. En el grandioso salón de Io las lunas de todas las galaxias iluminan el techo con tenues rayos plateados, ahí también se encuentra una larguísima mesa redonda hecha de un hielo rosado que no se derrite , en ella hay asientos de plata para todos los ángeles, elfos y hadas que existen, también hay lugares de honor para invitados especiales y los días de fiesta y reuniones importantes son celebrados en ese bello lugar.
La carreta de oro que llevaba a Soleil, Aldebarán y al búho pasó por el puente levadizo y la entrada se selló al instante bajo una cascada de agua impenetrable, y en la entrada ya los esperaba el gran elfo Albornoux, el guardián y regidor del castillo de Mizar y del reino de todos los seres mágicos.
Albornoux hizo una reverencia a los recién llegados y de inmediato tomó a Soleil en sus brazos.
-             Debemos apresurarnos mi señor Aldebarán, ahora que Soleil está profundamente dormida hay que llevarla al lago de Akilá, entonces sabremos como es que se ha desatado tanta oscuridad, síganme.
-           ¿Soleil va a despertar Albornoux? –preguntó preocupado el oso-
-             Claro que si, en cuanto sepamos como ha ocurrido esta tragedia, podremos solucionarla, no me cabe duda alguna Aldebarán, ustedes son unos guerreros poderosos, nunca antes alguien había podido cruzar el sendero oscuro, no sin una armadura mágica, forjada en nuestro fuego sagrado de Igne, pero ustedes pudieron luchar con esos seres oscuros porque el fuego en sus corazones es puro, completamente puro y desinteresado, así que ahora que ya se encuentran aquí se que podremos reestablecer el orden y el balance entre luz y oscuridad, y todos los que han sido afectados por esto regresarán a la normalidad.
Cuando llegaron al salón de Io a orillas del lago Akilá, Albournoux se sumergió con la niña en brazos, el agua del lago comenzó a mecerse suavemente y las olas que bañaban a Soleil se convirtieron en burbujas que mostraban su vida, el sabio Albournoux entonces pronunció unas palabras y de entre todo el mar de burbujas una se fue haciendo más grande y clara, la que mostraba el momento en el que todo había cambiado, la lluviosa tarde en que la nena había ayudado a un hada, el hada que había desatado a cientos de oscuras criaturas, al verla Albournoux y el resto de las hadas exclamaron al únisono ¡¡¡DARKLERYTH!!!
   
-           ¿Quién es Darkleryth? –interrumpió Aldebarán-
-           ¿Buhoo es una bruja buhoo?
-           Es peor que eso querido búho, es un hada de grandes poderes, pero también es muy rebelde, no le gusta obedecer órdenes ni tampoco le gustaba estudiar, tiene dones naturales, pero sin una guía apropiada ha confundido la magia élfica con los antiguos hechizos de las brujas, estoy seguro de que no tenía la intención de desatar la oscuridad, pero es lo que ha hecho … debemos encontrarla …
-           Buhoo .. ¿puedes hacer que la burbuja sea más grande mi señor elfo?
-           Claro … ¿la has visto antes?
-           ¡buhoo! ¡buhoo! ¡buhoo! ¡Aldebarán es el pájaro raro que dejamos en mi nido cuando nos conocimos!
-           ¡Claro! Era ella, era un hada ¡la misma!
-           ¿Porqué la dejaron en el nido del búho, mi señor guardián?
-           Yo la encontré, estaba herida e inconciente, la habían perseguido unos murciélagos horribles, enormes … muy parecidos a esas sombras que nos atacaron en el camino oscuro.
-           ¿la oscuridad atacó a Darkleryth? … no puede ser …
-           ¿porqué no buhoo? La oscuridad ha atacado a todos buhoo
-           Porque no debería atacar a quien la ha invocado … eso significa que la oscuridad misma se ha revelado … necesitamos traer a Darkleryth, solo ella puede deshacer el hechizo, pero hay que hacerlo pronto de lo contrario pronto la oscuridad será más fuerte que la magia de ella  y nada podrá detenerla …
-           Yo iré a buscarla –se apresuró Aldebarán-
-           Buhoo, yo iré contigo buhoo
-           Si, mis dos señores irán, pero no irán solos y desarmados –dijo Albournoux, esta vez yo los voy a proteger, Aldebarán ve a la armería, te daremos la armadura que necesitas, la que ha sido hecha para ti, la armadura de tauro, la estrella que te protege, a ti, mi señor búho también te daremos una armadura, una hecha por las manos del elfo Onir, el elfo amo de los aires …
Aún no acababa de hablar Albornoux cuando las aguas del lago de Akilá se agitaron y se oscurecieron mostrando el presente de Soleil, ella seguía combatiendo, pero en sus sueños, estaba luchando contra las sombras para alejarlas de su abuelita y de sus amigos, pero dentro de sus sueños Aldebarán no podía protegerla.
-           ¡Soleil! … ¿qué hago Albornoux? ¿cómo la protejo?
-           Hay que llevarla con Vermalion, el ángel los sueños y las estrellas, rápido síganme al gran salón de Stella Eterna.
Una vez dentro del gran salón el ángel Vermalion recostó a la niña y tomó de los altísimos estantes de amatista cien frascos que contenían la luz de estrellas recién nacidas, la luz más pura del universo, y los vertió todos sobre Soleil, esta luz, decía el ángel, la protegerá en su valiente empresa, Soleil ha decidido quedarse en sus sueños a luchar Aldebarán, y nosotros debemos hacer lo mismo, pero no la dejaremos sola, mientras hablaba, el ángel destapó otro frasco, y bebió un sorbo de la luz de Orión y se convirtió en una resplandeciente nube vaporosa que se infiltró en los sueños de la niña  ¡confía en mí Aldebarán, nadie lastimará a Soleil!

Albornoux entonces guió al guardián y al búho a la armería en donde ya les tenían listas sus magníficas armaduras y una espada de plata lunar para el oso, esta vez ninguna oscuridad iba a pasar sobre ellos.
CONTINUARÁ ;)


sábado, 9 de agosto de 2014

EL GUARDIÁN DE LOS SUEÑOS CAPÍTULO VI



CAPÍTULO VI
EL MOMENTO MÁS OSCURO ES ANTES DEL AMANECER


Desde lo alto del espeso follaje en un árbol, el gran búho recobraba la conciencia, pero sus ojitos no lograban distinguir más que un mar de sombras con grotescas muecas simulando algún tipo de sonrisa, en ningún rincón había un solo atisbo de luz y se preguntó si acaso eso era todo, si la batalla estaba perdida y si el mundo que había conocido sucumbiría ante aquel maléfico hechizo que no tenía sentido ... el búho se entristeció y comenzó a llorar, sus lágrimas se deslizaron a través del plumaje en su rostro y cayeron entre las hojas; el ave notó que sus lágrimas resplandecían, reflejando alguna luz, la oscuridad pareció arreciar igual que un viento invernal, lo que hizo a las lágrimas brillar como un puñado de estrellas ... entonces lo escuchó fuerte y claro, el sonido inconfundible de la maltrecha armadura de Aldebarán todavía ofreciendo batalla, a pesar de que las maléficas sombras habían encajado sus negras garras en su blanca piel, sin importar si mientras lanzaba otra estocada los horribles colmillos de aquellos seres se hundían más y más, Aldebarán seguía luchando.
En aquel momento el búho pensó que debía ser igual de fuerte que Aldebarán y no rendirse, si había tanta oscuridad tratando de detenerlos debía ser porque  los seres mágicos no estaban lejos. Entonces levantó presuroso el vuelo, sintiendo como las sombras le arrancaran las plumas de las alas y trataran de tirarlo, ignoró los macabros sonidos burlones que emitían, solo le importaba encontrar la luz de los seres mágicos.
Volando a todo lo que le daban sus alas el búho cruzó el retorcido sendero que desembocaba en un bosque diferente, uno lleno de luces, colores y vida;

-            ¡Buuhoo, auxilio! ¡en el nombre de Aldebarán guardián de los sueños, ayuda buuhoo!
-            ¿Aldebarán? –dijo una voz clara y melodiosa que parecía surgir de entre las nubes-
-            Si buuhoo, el guardián de los sueños, está siendo atacado junto con su protegida en el sendero oscuro ¡ayuda!
-            ¿Sin armadura? ... ¡imposible!
-            Buuhoo la pequeña nos hizo una armadura, buuhoo
-            ¡imposible! ¡que locura! ... –luego de un momento en silencio resonó en el ambiente el profundo llamado de un caracol de mar invocando a los seres mágicos- ¡Elfos prepárense!  ¡luciérnagas, libélulas vayan con las hadas arqueras! ¡dos líneas de ataque por los flancos! jinetes del viento conmigo, hadas de la luna en la retaguardia, guardianes de las estrellas en las catapultas ¡vamos! ¡por los sueños, por todo lo que es pequeño, inocente y bueno! ¡vamos por el honor del reino de las hadas, por la luz dentro de todos, por Aldebarán!
-            ¡POR ALDEBARÁN! –se sumaron miles de voces de seres mágicos, insectos y animales

Ante los atónitos ojos del búho, miles de criaturas pequeñas aparecieron abarrotando el cielo, había elfos montados sobre colibríes, diminutas y menudas hadas con relucientes arcos y flechas de plata a lomos de libélulas, abejas y luciérnagas, había mariposas con monturas esperando a que cientos de duendecillos alistaran sus espadas, a lo lejos aparecieron decenas de seres luminosos cargando sacos cuidadosamente atados en las catapultas, había cervatillos, ardillas, lobos, pájaros de todo tipo, una familia de osos ... todos con armaduras refulgentes. El búho no podía creer que todos esos seres estuvieran dispuestos a unirse a la batalla, pero algo interrumpió su contemplación, una decena de hadas lo rodeaba confeccionándole una cota de malla tan ligera como sus plumas, también un casco que brillaba como hielo pero que era cómodo y abrigador, después volvió a resonar el caracol de mar y al grito de ¡ALDEBARÁN!  Aquel incontable ejército comenzó a marchar hacia el oscuro sendero retorcido, y al frente por fin descubrió a la criatura detrás de todas las órdenes, un elfo de gran estatura (comparado con las hadas) de barbas azules trenzadas y a juego con su larga cabellera enfundado en una armadura dorada y un casco con cuernos de toro, el gran búho supo que era el guardián de la estrella de Aldebarán y con renovados bríos también se unió a la marcha para volver a darle batalla a las sombras.

En el fondo del retorcido sendero plagado de oscuridad, Aldebarán cubría el cuerpo inconciente de Soleil sintiendo que sus fuerzas menguaban con cada segundo, sin embargo en ese momento en que todo parecía demasiado oscuro resonó un caracol, el sonido se alzó sobre los gruñidos, chillidos y aullidos de las sombras, luego la inconfundible voz de su amigo búho y después todo fue un mar de luces y voces que clamaban su nombre.
-            ¡ALDEBARÁN NO PELEA SOLO!
-            BUUHOO EL GUARDIÁN NUNCAESTÁ SOLO BUUHOO
-            ¡ALDEBARÁN, ALDEBARÁN, ALDEBARÁN!

Una lluvia de flechas encendidas con un polvo mágico hizo un cerco alrededor del oso y Soleil, las sombras que intentaron traspasarlo chillaron terriblemente y desparecieron, dos filas de elfos a lomos de aves y lobos comenzaron a repartir golpes de espadas de plata, los cervatillos envestían con sus cuernos protegidos en cotas de malla a cuanta grotesca criatura encontraran envuelta en sombras, sobre el viento viajaban seres luminosos lanzando bolas de un fuego color violeta que encendía a las sombras como si fueran paja, y detrás de ellos llegaron unas catapultas en las que lanzaban sacos de polvo de estrellas que al ser lanzados al aire se encendían y al caer perforaban toda oscuridad, Aldebarán se incorporó y comenzó a golpear lo que quedaba de aquellos seres con su escudo de atrapa sueños y pronto aquel sendero que antes parecía un abismo de oscuridad estaba iluminado como la vía láctea .
Por encima de los árboles aún se levantaba una gigantesca criatura sombría que gruñía y enseñaba los colmillos, pero que se fue desvaneciendo lentamente en la bruma de la mañana.
-            ¡Buuhoo vencimos!
-            Al menos por ahora –dijo el elfo- habrá otro ataque ... esas sombras están enfurecidas.
-            ¿Pero porqué? –preguntó Aldebarán mientras cargaba en brazos a Soleil quien seguía inconciente-
-            Mi señor –el elfo hincó una rodilla en el suelo en señal de respeto y todas las demás criaturas luminosas se quitaron sus cascos  e hicieron lo mismo- guardián por favor perdónenos por haber tardado tanto en ir a su encuentro, había mandado a un grupo de elfos a buscarle pero jamás regresaron ... yo ... yo no puedo creer que hayan llegado hasta aquí, su voluntad es muy fuerte, al igual que la de su pequeña protegida ... sin duda alguna las estrellas les concedieron su gracia.
-            Un poco de suerte, un poco de fuerza, pero sobretodo amor, mi señor elfo, el amor que Soleil siente por su abuela, por sus amigos, por sus sueños, por el mundo bueno que conoce su corazón, esa fue la luz que nos guió ... pero no entiendo ¿porqué tanta oscuridad? ¿porqué tanta saña contra una niña que nunca ha hecho ningún mal?
-            Para averiguarlo mi señor Aldebarán, necesitamos a Soleil, debemos llevarla a al castillo de Mizar, nuestro padre, el elfo más poderoso y sabio que existe,  sabrá encontrar la respuesta.
-            Andando, no podemos esperar más mi señor elfo.
-            Aldebarán, su viaje ha sido largo, la pelea ha mermado sus fuerzas, permítanos llevarlos a Mizar con el honor, el respeto y el lujo que merecen ...
-            No hay necesidad, puedo llevar a mi pequeña ...
-            Buhoo ¡pero estás herido! Y Soleil también, deja que los lleven, no seas testarudo, buhoo
-            Su amigo el valiente búho tiene razón mi señor guardián, además llegaremos más rápido si nos permiten llevarlos.
-            ... está bien mi señor elfo ... pero también llevarán al búho ¿verdad?
-            Por supuesto.


El elfo guerrero silbó una bella tonada y en un segundo estaban frente a él una deslumbrante carreta de oro tirada por unicornios, cubierta con delicadas sedas y llena de almohadas que parecían nubes, de su interior bajaron cuatro hadas que ayudaron a recostar a Soleil al tiempo que le cantaban los más dulces y tiernos arrullos que jamás se hayan escuchado, luego subió el búho quien no aguantó la curiosidad y se echó sobre los almohadones de un salto para descubrir que en verdad eran nubes, esponjosas, vaporosas, cálidas y al contacto olían a lluvia, a pasto recién cortado, a rosas y lavandas, a moras y  vainilla, aquellas fragancias envolvieron al búho quien de inmediato se quedó dormido, Aldebarán sonrió y también subió a la carreta y dos hadas se ocuparon de retirarle la armadura destrozada y remendar los cortes que tenía en la piel. El oso no quería perder ningún detalle del viaje, pero la calidez de las almohadas, el canto de las hadas, los tenues perfumes que despedían, el suave vaivén de la carreta y el tremendo cansancio pudieron más y cerró los ojos para sumergirse en un sueño esperanzador en donde se veía en la habitación de Soleil sentado ante su mesa de juguete vistiendo un elegante chaleco de terciopelo púrpura mientras tenían una fiesta de té rodeados de aves, hadas y sus juguetes. Era como si ninguna preocupación u oscuridad hubieran existido nunca, el guardián sonrió  y en ese momento una melodiosa voz resonó claramente en su sueño, la voz decía : “así será ... tu sueño, como todos los sueños son posibles, si vienen del lugar más puro de tu corazón, ellos tocarán la luz del amanecer” ...
Aldebarán sintió renovadas sus fuerzas y lentamente abrió los ojos para toparse cara a cara con el gran elfo de Mizar quien tenía las manos llenas de una luz hermosa que se estaba derramando sobre el oso como si fuera el agua de una dulce cascada.
CONTINUARÁ ... ;)