EL HORRIPILANTE CASO DE LOS MONSTRUOS
NAVIDEÑOS
CAPÍTULO 3
¡MÍRENSE AL ESPEJO!
La
señorita Blizter se había ido con Santa Claus y el duende Rÿpaliik en el
helicóptero para sobrevolar Ciudad Hegozentre y tratar de localizar a la
dichosa bruja, mientras Al Foxter y Kickster recorrían a pie el vecindario, tocando
en las casas aledañas, preguntando a la gente alguna información útil acerca de
su “mágica” vecina, así comenzaron a resolver el rompecabezas que era el
misterioso caso de los monstruos navideños, que con cada hora se ponía peor,
porque más niños se convertían en monstruos que atacaban a sus padres, a sus
propias mascotas, hermanos, abuelos y a cualquiera que se les atravesara,
peleaban, mordían, arañaban, lanzaban babas y ponzoña y tenían aterrados a
cientos de habitantes en tres diferentes ciudades vecinas, si no lograban
encontrar a la bruja pronto, no quedarían niños en el mundo, tan solo monstruos
deformes y agresivos que la fuerza policíaca en las ciudades había comenzado a
repeler con gas pimienta, tanques de agua, espumas inmovilizantes y armas
sónicas que hacían huir a las bestias.
A pesar
de que el caso era muy difícil, Alondra Foxter sabía que podía resolverlo,
porque como su abuelo solía decir, lo imposible sólo requiere un poco más de
tiempo y una gotita más de esfuerzo (¡seguro que no era una frase suya! pero
era una buena frase) y Alondra estaba dispuesta a dar más que una gota de su
esfuerzo. Así, tocando puertas, hablando y de vez en cuando hackeando algunos
teléfonos descubrió que la bruja en cuestión se llamaba Peribelle Vandalay, y
era una brujita bastante ocupada, pues además de hacer lecturas de cartas y
manos, limpieza del aura y oficiar ceremonias espirituales, también daba clases
de ballet y era maquillista profesional ¡bingo! La pieza que conectaba los tres
primeros casos, ella conocía a todos los niños, Atreya Kobinzka, Bruno Pralinëé
y era vecina de los gemelos Mcmuscle.
La primer
pieza ... ¿y el resto de los niños en las otras ciudades? -pensaba Al– bueno, paso por paso Alondra,
primero encuentra a la bruja.
Alondra
Foxter abrió la cerca del jardín de Peribelle Vandaly se aproximó a la puerta
de la casa, removió el broche con el que sostenía su corbata y lo introdujo hábilmente
en la cerradura, sacudiéndolo un poco hasta que escuchó un chasquido, tomó a su
gato en brazos y entró a la casa de la bruja.
Era un
lugar acogedor, tenía chimenea, olía a incienso de vainilla y sándalo, y las
múltiples macetitas esparcidas por doquier le daban un toque fresco y armónico,
los libros de su biblioteca eran de magia wiccana,(magia blanca centrada en
honrar y cuidar la naturaleza) hechizos para alejar pesadillas, técnicas de
meditación, novelas románticas, los libros de Harry Potter en edición de lujo,
y sobre el atril una bellísima y antigua edición de Cuento de Navidad, de
Charles Dickens ... ¡en ese cuento el viejo Scrooge sí que recibe una lección!
–recordó Alondra– ¿eso lo que intentas Peribelle? ¿Darles una lección?
Kickster
el gato se trepó al sillón de la sala de estar, olisqueó los cojines y luego se
puso a revisar la casa, en el segundo piso el gato entró corriendo a un closet
y se puso a maullar para llamar la atención de su ama. La investigadora corrió
escaleras arriba, abrió el closet, no tenía más que abrigos, bufandas, mascadas
y capas, pero el gato entró y con sus finas patitas “amasó” una de las duelas
del piso, ésta cedió y al hacerlo una nueva puertecilla se abrió al fondo del
guardarropa, después de recorrer un angosto pasillo llegaba a un ático, ahí,
sentada en un tapete persa estaba Peribelle Vandalay, sosteniendo un hermoso
espejo con un gariboleado marco de plata.
Alondra
Foxter encendió su linterna y el gato se quedó atento, con la cola tensa, y la
mirada fija en la bruja.
-
¿Peribelle Vandalay? –dijo Al–
-
¿Ha venido a arrestarme?
-
No, no soy oficial de policía, trabajo con
ellos ... y con alguien muy interesado en restaurar el orden y la paz, ya sabe,
en especial porque ya casi es Navidad ... estoy aquí para hacerle unas
pregun...
-
¡ESE ES EL PUNTO! –gritó Peribelle
Vandalay– al tiempo que Kickster comenzaba a erizarse y mostrar sus colmillos,
hecho al que la bruja reaccionó con miedo y cautelosamente se puso de pie,
guardando buena distancia entre ella y el gato –.
-
¿Por qué no me explica lo que tiene en
mente señorita Vandalay?
-
Lo haré ... con una condición ...
-
¿Cuál es?
-
¡MÍRESE AL ESPEJO! –gritó la bruja a todo
pulmón mientras sostenía en alto su antiguo espejo, reflejando el rostro de Al
Foxter… o al menos el de la máscara que llevaba puesta.
Al se
miró al espejo esperando ver en la pulida superficie alguna visión o quizás una
ilusión ... o algo, pero nada sucedió.
-
¡QUÍTESE LA MÁSCARA QUE LLEVA! ¿ACASO ME CREE
TONTA?
-
Felicidades señorita Vandalay, usted es de
las pocas personas que lo ha notado, está bien, me la quitaré, aunque solo para
demostrarle que no le tengo miedo y no tengo nada que ocultar.
-
¿Es una chica? –susurró desconcertada la
bruja – pero su voz ... es de hombre ... ¿cómo es eso posible?
-
¡Ja! que gracioso ¿mis “ilusiones”
sorprenden a la bruja? ¡Ja! es un simple modulador de voz que llevo en mi
corbata
-
¡BASTA DE TONTERÍAS! ¡MÍRESE AL ESPEJO!
–una vez más Alondra se miró, sus refinados rasgos femeninos se reflejaron,
pero no pasó nada más.
-
¿Qué quiere que mire señorita Vandalay?
-
No me lo creo ... pero es cierto ... usted
sí que es especial.
-
Eso siempre lo he sabido señorita, y jamás
he necesitado de ninguna bruja que me lo confirme.
-
No ... usted no comprende, hechicé este
espejo para que al verse en él la gente mire su verdadero interior, la
verdadera naturaleza de sus almas ... si son almas retorcidas, codiciosas,
egocéntricas, malvadas o mal intencionadas verán sus rostros deformados ...
monstruosos, y eso los convierte en verdaderos monstruos.
-
¿Y por qué se los muestra a los niños? Los
niños son inocentes.
-
¡NO! ¡NO LO SON! Los niños SOLÍAN ser inocentes, ahora no son más que un
montón de pequeños monstruos codiciosos, desconsiderados, no les importan sus
padres, solo quieren regalos y más regalos ... ¡y ya ni siquiera son caramelos
y juguetes! Quieren cualquier cantidad de objetos absurdos y costosos ¡y la
manera en la que tratan a sus padres! ¡Y con cada día que se acerca la Navidad
se ponen peor! Les gritan a sus padres, les dan órdenes, y les entregan esas
interminables listas de obsequios ridículamente vacíos. Ahora los niños ya ni
siquiera saben lo que significa la Navidad. Para ellos solo es otra fecha en la
que los centros comerciales se atiborran de baratijas carísimas que anhelan
tener para botar a la basura en cuanto anuncian nuevas fruslerías.
-
No todos los niños son así señorita
Vandalay
-
Tiene razón ... ¡algunos son peores!
-
Sólo son niños, se emocionan con la magia
de la Navidad y los regalos y Santa Claus ...
-
¡No! no es así señorita, antes era más que
suficiente regalar caramelos y unos cuantos juguetes que quizá no eran muy
costosos pero que eran del corazón de los padres, era suficiente cocinar una
cena deliciosa y pasar el rato en familia, romper una piñata, entregar una
cartita tierna y sensata a Santa, beber ponche o chocolate e ir a la cama
soñando con las luces del árbol navideño y escuchar la historia de cómo en un
día así había nacido el niño Dios. Ahora los niños no saben nada ¡y no les importa! ¡Son monstruos! ¡Y LA GENTE
NECESITA VERLOS COMO REALMENTE SON!
-
Quizá algunos niños si son demasiado
superficiales y egocéntricos, pero eso también es por la educación que reciben
... ya sabe “mono hace, mono dice” ... ¿Y cómo es que yo no me convertí en
monstruo señorita Vandalay?
-
Porque usted tiene un alma buena, un
corazón bien intencionado ... usted si sabe de lo que se trata la Navidad,
usted no la compra en un centro comercial.
-
¿Y todos los niños deben convertirse en
monstruos?
-
No
-
Porque ya tenemos tres ciudades repletas
de horripilantes criaturas y dudo que usted y su espejo puedan viajar a la
velocidad de la luz ... ¿o pueden?
-
No ... son los ojos de los monstruos, si
uno se mira en ellos el hechizo del espejo sigue surtiendo efecto.
-
¡Oh! ¡Que astuta! Y dígame ¿los adultos
también se convertirán en monstruos? ¡Porque hay cada gente!
-
Si, también los adultos ...
-
¡DEBE DETENER ESTA LOCURA! –gritó Santa
Claus– irrumpiendo en el ático
-
¿Santa? –preguntaba asombrada la bruja–
-
¡Esta no es la forma Peribelle! Tu siempre
has sido tan buena, tan tierna ...
-
¿Me recuerdas?
-
¡Por supuesto!
-
¿Y si lo haces cómo es que te alejaste de
mí?
-
Peribelle ... yo no me alejo de nadie ...
es solo que al crecer no todos los niños siguen creyendo en mí, o en la magia y
sus ojos se cierran a ese otro mundo que muy pocos pueden ver toda su vida.
-
¡Pero yo creo en la magia!
-
No Peribelle, tú sabes que existe y puedes
canalizarla, pero no crees del todo.
-
Es difícil creer cuando la realidad te
arrebata lo que más quieres.
-
¿Y qué es eso Peribelle? –preguntaba Santa
acercándose lentamente a la bruja, mientras le quitaba el espejo y le daba un
sentido abrazo–
-
¡Mis padres! Perecieron en un accidente
... desde entonces nada ha sido igual.
Alondra
Foxter sintió una pequeña punzada en el pecho, aquella pérdida la conocía bien,
ella también había perdido a sus padres a muy temprana edad, pero las cosas
habían sido diferentes para ella, sus abuelos maternos la criaron con el mismo
amor que lo habrían hecho sus padres, y ellos siempre fomentaban sus sueños,
sin importar lo locos que fueran, quizá las cosas habían sido completamente
diferentes para Peribelle Vandalay ... pero lo que había hecho no estaba bien
... era cierto que la mayoría de los niños hoy en día sólo están interesados en
obtener regalos, y que muchos ignoran el significado de la Navidad ... quizá
Peribelle únicamente deseaba hacer entender a los niños que deberían apreciar
lo que tienen cuando lo tienen, porque ¿a quién le importa tener el teléfono
más inteligente y costoso del mundo si no tienes a tus padres, o hermanos
(aunque sean latosos) ¿qué importa tener todos los juguetes y “gadgets” de
última generación si no tienes a alguien que te abrace y te guíe, alguien que
te regañe porque le importas ... los niños a veces en su inocencia no
comprenden que al tener a su familia, grande o pequeña, raros o loquillos, son
realmente afortunados, que ese es el regalo más hermoso que cualquiera puede
recibir.
Quizá
ahora que los niños habían pasado algún tiempo como monstruos podrían apreciar
un poco mejor lo afortunados que eran ... si es que alguna vez regresaban a la
normalidad.
-
Señorita Vandalay –interrumpió Al Foxter–
¿cómo arreglamos esto? Ya casi es Navidad ... ¿acaso los niños no merecen una segunda
oportunidad? Además el tiempo corre para usted también.
-
¿A qué se refiere?
-
Mi gato, las brujas buenas no tienen nada
que temer a los gatos, y sin embargo usted le teme.
-
¡No sea ridícula! Incluso las brujas malas
tienen gatos negros ...
-
¡Error! Las brujas malvadas poseen un
pequeño demonio que cambia de forma, a veces es gato, otras sapo o murciélago,
incluso una serpiente, le apuesto a que si intenta salir de esta casa va a
terminar lastimada.
-
¿Qué dice?
-
LAVANDA Y SALVIA, son plantas mágicas que
dan la bienvenida a las brujas buenas, pero a las malvadas les causan un
terrible escozor y no pueden cruzar los límites que resguardan las plantas,
sentirá que le falta el aliento, tendrá un horrible sarpullido, sudará
copiosamente y le dará una fiebre que la hará alucinar terribles pesadillas.
-
¡Yo no soy una bruja malvada!
-
En teoría ... no lo es ... sin embargo su
magia ha cambiado, no es exactamente magia blanca ... y dígame ¿qué pasa cuando
la magia de una bruja buena se hace oscura?
-
... el ... el corazón de la bruja se
oscurece
-
Así es, la magia blanca tiene solamente
una regla ¿no es así señorita Vandalay? ¿Cuál es?
-
Haz lo que quieras mientras no te hagas
daño a ti misma ni a alguien más.
-
Pero eso no es lo que usted ha estado
practicando ¿o sí?
-
No…
-
¿Por qué no bajamos de este ático y
salimos al jardín?
Al llegar
al jardín, donde se encontraban las plantas de lavanda y salvia, ocurrió
exactamente lo que Alondra Foxter había predicho, escozor, sarpullido, sudor,
falta de aliento, Peribelle Vandalay se asustó y corrió al interior de su casa,
lejos de las plantas, se sentó en las escaleras y comenzó a sollozar ... ¡ella
me dijo que esto no pasaría! ¡Ella dijo que todo estaría bien!
-
¿Quién
se lo dijo señorita Vandalay? –preguntaba ansiosa Al Foxter- ¿Quién la
convenció de hacer esto?
Peribelle
Vandalay le arrebató el espejo a Santa, lo miró fijamente y la bruja antes
buena se convirtió en un horripilante monstruo cuyo único resquicio humano eran
las botas que traía puestas.
CONTINUARÁ...
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