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SEP-INDAUTOR registro público 03-2011-101711562800-14
Para El Mago Tito ... tus lecciones, tu magia, tu vida, continúan en el corazón de quienes te conocimos ... ideo fugit a te omnia obscuritas
Todas las mañanas se le podía ver caminando entre los árboles, sentado a su lado meditando y hasta abrazándolos, obviamente todos pensaban que estaba loquito ¿quién en su sano juicio se la vivía abrazando árboles? ¡y sobre todo tan temprano! Pero eso no era todo, los fines de semana aquel hombre los pasaba plantando más árboles, podando ramitas secas, abonándolos y regándolos, sobre todo cuando hacía mucho calor.
Nadie sabía su nombre, pero siempre tenía un saludo cordial y una sonrisa para todos, y los niños comenzaron a llamarlo Don árbol; cosa que no le molestaba ... y, de hecho, sí tenía cierto parecido con un árbol, su encrespada melena semejaba el tupido follaje de un ficcus en primavera, sus brazos eran tan largos y fuertes como las ramas de un roble, sus pies enormes y firmes eran igual a las raíces de un fresno y era tan alto como un eucalipto ... bueno, quizá no tanto, pero definitivamente era alto, y como siempre usaba una túnica verde con capucha encima de sus desgastados jeans y camiseta verdaderamente parecía un árbol más del bosque.
- ¡Qué tipo tan más chiflado! –decía burlonamente Pecorino, uno de los tantos pequeños que observaba a Don árbol mientras se dirigía a la escuela–
- ¡Pecorino! –le reprendía su madre– ¿en dónde es que has aprendido a ser tan grosero? Ése señor hace algo muy bueno por todos nosotros y debemos estar muy agradecidos con él .
- Pero mami ¿de qué hablas? ¿hay que estar agradecidos con ése orate sólo porque se la pasa abrazando árboles? A mí me parece una pérdida de tiempo ...
- ¡Basta ya! Quizá aprendas algo pasando un tiempo con él.
- ¡Eso si que no! ¡no me vas a obligar a ayudar a ése tipo!
- Pecorino, no juzgues a las personas sin conocerlas, tú no sabes lo que podrías aprender.
Cuando Pecorino llegó a la escuela lo primero que hizo fue quejarse amargamente con Lily, su mejor amiga.
- ¡Ay Lily! –decía el pequeño– no vas a creer lo que mi mamá me va a obligar a hacer!
- ¿Por fin te vas a bañar todos los días?
- ¡Lily esto es serio! ¡voy a tener que pasar el fin de semana ayudando al desquiciado de Don árbol!
- ¿Y eso que tiene de malo?
- ¿¡Lily tú también!?
- Mira mi querido Pecorino, puede que Don árbol sea algo ... peculiar, pero no creo que sea malo ... la gente dice que en realidad es un mago.
- ¿Qué mago va a ser? Si acaso será un payaso.
- Para que veas lo buena amiga que soy ¡yo te acompaño!
- ¿De verdad?
- ¡Claro! Si yo no soy una gallina como tú.
El sábado muy temprano la mamá de Pecorino los llevó al bosque y los chicos caminaron un par de minutos hasta que por fin se toparon con él, quien como de costumbre, estaba bien abrazado a un enorme roble.
- ¿Disculpe ...? –decía tímido Pecorino–
- ¿Si? –respondió curioso Don árbol–
- Buenos ... días ... hmmm ...hmmmm ...
- ¡Buenos días Don árbol! –interrumpió la pequeña– yo me llamo Lily y éste es mi mejor amigo Pecorino y nos ha mandado su mamá a ver en que podíamos ayudarle.
- ¡Ah! ¡qué espléndido, dos ayudantes! Bien, muy bien, hoy hay mucho que hacer.
Mientras Don árbol y Lily se disponían a sujetar los pequeños arbolitos a largas varas para que no se quebraran Pecorino se sentó cómodamente en la suave hierba a jugar con su video juego portátil ... pasó una hora y luego otra y él seguía absorto avanzando nivel tras nivel venciendo a sus enemigos con el ultra hipermegacombo de súper energía púrpura recargada; y cuando finalmente se cansó sacó su teléfono móvil y se puso a escuchar música y mandar mensajitos a sus amigos ... pasó una hora y luego otra ... y cuando finalmente se cansó tomó su mochila y sacó su reluciente computadora portátil con conexión megasónica integrada a la red con banda súper ancha para navegar abajito de la velocidad de la luz ... pasó una hora y luego otra, el sol ya comenzaba a ponerse y todo iba quedando en penumbras; así que Don árbol y Lily hicieron una fogata, montaron sus tiendas de campaña y comenzaron a preparar la cena, el aromático vapor de una sopa de hongos silvestres sacó a Pecorino de lo que parecía ser un profundo trance hipnótico, sus dedos por fin dejaron de teclear y dando un bostezo digno de un oso grizly después de invernar dijo : ¡yom! ¡por fin la cena! ¡me muero de hambre!
- ¡Pecorino eres un cínico! –reprendió Lily– ¡no nos ayudaste en todo el día y encima quieres devorar lo que preparamos con tanto esfuerzo!
- No exageres Lily –decía el pequeño– yo sólo los vi jugando en el lodo
- ¡Claro que no! sembramos docenas de árboles salvamos unos nidos que estaban apunto de caer, Don árbol me enseñó a detectar los árboles que están enfermos y también a contar su edad y ...
- Lily –interrumpió Don árbol– creo que a tu amigo no le importa lo que hacemos ... ¿verdad Pecorino?
- No se ofenda Don ... oiga ¿usted no tiene un nombre normal?
- ¿Normal? ... ¿como Pecorino? Prefiero llamarme árbol, pero sí tengo uno, mi nombre es Tito, mago Tito a tu servicio.
- ¡Entonces es cierto que usted es mago! –gritó entusiasmada Lily–
- Si, pero yo no saco conejitos de sombreros ni nada de eso, mi magia consiste en escuchar a la Tierra y ayudarla ...
- Yo no entiendo Don mago –decía el niño mientras devoraba un plato de sopa– los árboles no sienten, sólo son cosas que están ahí inmóviles, son inútiles, yo no perdería el tiempo con este montón de palos ...
Con un dejo de tristeza el mago se incorporó, recogió los trastos, echó más varitas a la fogata, y sirviéndose una taza de humeante café dijo: ya es tarde Pecorino ve a dormir, mañana temprano te llevaré a tu casa ... y dulces sueños Lily, mi dulce asistente ... eres tan encantadora como un hermoso elfo. Entonces la niña corrió a darle un abrazo al mago y se fue a dormir soñando con las historias que le había dicho sobre los guardianes que vigilaban los bosques y las hadas que habitaban en los capullos de flores .
Unos minutos después de la media noche el mago entró a la tienda de Pecorino, puso sus manos sobre su frente y pecho y susurró lo siguiente : “¡por agua tierra aire y fuego que entre en este pequeño el aliento del bosque, de cabeza a pies y de pies a cabeza que sienta y viva como una corteza!” y habiendo dicho eso se fue a dormir tranquilamente.
Algunas horas después Pecorino comenzó a sentir mucho frío e intentó incorporarse para buscar su abrigo, pero por más que quiso no pudo, entonces, asustado, abrió los ojos y se dio cuenta de que ya no estaba dentro de la casa de campaña sino afuera, podía ver a Lily dormir como un lirón y al mago roncando cerca de la fogata, y quiso hablar, pero el único sonido que pudo emitir fue un crujir grave, igual al que hacían las ramas del bosque, entonces con mucho cuidado se miró y aterrado notó que su cuerpecito de niño había cambiado, ahora era un enorme tronco de roble con las raíces tan profundas que podía sentir como las rozaban las aguas de un antiguo río oculto, y sintió un cosquilleo que lo hacía estremecerse un poquito, era una familia de pajaritos, cuyos polluelos aleteaban con todas sus fuerzas para aprender a volar, y por primera vez en mucho tiempo Pecorino contempló un amanecer, vio el cielo teñirse de rosa, naranja y amarillo y pudo sentir como los rayos del sol rozaban sus hojas más altas, se sentía bien aquel calor que era como el abrazo de un viejo amigo, era un saludo que le daba la bienvenida a otro día.
Y Pecorino escuchó entonces la voz del viento que les contaba historias de sus viajes a las flores que al escucharlo abrían sus pétalos para sonreírle; el pequeño estaba sorprendido, nada en aquel bosque estaba inanimado, todo tenía vida y voz, todo era hermoso y tranquilo ... pero de repente se escuchó un sonido aturdidor, eran grandes camiones de carga y hombres con gigantescas herramientas, y uno de ellos se le acercó a Pecorino y con una lata de pintura le marcó un horrible tache encima y dijo que aquella tarde lo derribarían ... derribarían todo para convertir aquel lugar en un moderno estacionamiento. Entonces Pecorino quiso gritar, decir que estaba vivo, que le dolía lo que aquellos hombres hacían, que sentía miedo y odiaba que le arrancaran las ramas, quería defenderse .. quiso llorar y gritar, pero nadie lo escuchaba.
- ¡No me corten!-gritaba Pecorino- ¡estoy vivo! ¡soy un árbol pero siento! ¡no me corten! ¡no hago ningún daño! ¡no me corten! ¡yo no quiero! ...
- ¡Pecorino despierta! –gritó Lily– tienes una pesadilla.
- ¡No me corten! ... ¿era un sueño? ¡estaba soñando! – entonces el niño salió corriendo a abrazar al primer árbol que se encontró, lo abrazó con todas sus fuerzas prometiendo que los iba a cuidar–
- Pecorino –dijo el mago– ¿qué se siente ser sólo un árbol?
- ¿Fue usted quién me hizo soñar eso? ¡de verdad es un mago!
- Tenías que entender mi pequeño amigo, que los árboles también son seres vivos, que sienten y que nos dan mucho a cambio de muy poco, nos ofrecen sus frutos, limpian nuestro aire, nos comparten de su agua nos dan sombra y siempre están dispuestos a escucharnos, tenías que entender que tenemos que cuidar a aquellos que no se pueden defender y hablar por aquellos que no tienen voz.
- Siento mucho haber sido tan grosero con usted Don mago, digo Don árbol, digo mago Tito.
- Don árbol está bien Pecorino.
- Le prometo que vendré ayudarle cada vez que pueda.
- ¡Y yo! –decía Lily–
- ¡Pues esto hay que celebrarlo!
Desde ése día se puede ver a mucha más gente en los parques y bosques abrazando los árboles ... porque ¿a quién no le gusta recibir el abrazo de un buen amigo?
Todas las mañanas se le podía ver caminando entre los árboles, sentado a su lado meditando y hasta abrazándolos, obviamente todos pensaban que estaba loquito ¿quién en su sano juicio se la vivía abrazando árboles? ¡y sobre todo tan temprano! Pero eso no era todo, los fines de semana aquel hombre los pasaba plantando más árboles, podando ramitas secas, abonándolos y regándolos, sobre todo cuando hacía mucho calor.
Nadie sabía su nombre, pero siempre tenía un saludo cordial y una sonrisa para todos, y los niños comenzaron a llamarlo Don árbol; cosa que no le molestaba ... y, de hecho, sí tenía cierto parecido con un árbol, su encrespada melena semejaba el tupido follaje de un ficcus en primavera, sus brazos eran tan largos y fuertes como las ramas de un roble, sus pies enormes y firmes eran igual a las raíces de un fresno y era tan alto como un eucalipto ... bueno, quizá no tanto, pero definitivamente era alto, y como siempre usaba una túnica verde con capucha encima de sus desgastados jeans y camiseta verdaderamente parecía un árbol más del bosque.
- ¡Qué tipo tan más chiflado! –decía burlonamente Pecorino, uno de los tantos pequeños que observaba a Don árbol mientras se dirigía a la escuela–
- ¡Pecorino! –le reprendía su madre– ¿en dónde es que has aprendido a ser tan grosero? Ése señor hace algo muy bueno por todos nosotros y debemos estar muy agradecidos con él .
- Pero mami ¿de qué hablas? ¿hay que estar agradecidos con ése orate sólo porque se la pasa abrazando árboles? A mí me parece una pérdida de tiempo ...
- ¡Basta ya! Quizá aprendas algo pasando un tiempo con él.
- ¡Eso si que no! ¡no me vas a obligar a ayudar a ése tipo!
- Pecorino, no juzgues a las personas sin conocerlas, tú no sabes lo que podrías aprender.
Cuando Pecorino llegó a la escuela lo primero que hizo fue quejarse amargamente con Lily, su mejor amiga.
- ¡Ay Lily! –decía el pequeño– no vas a creer lo que mi mamá me va a obligar a hacer!
- ¿Por fin te vas a bañar todos los días?
- ¡Lily esto es serio! ¡voy a tener que pasar el fin de semana ayudando al desquiciado de Don árbol!
- ¿Y eso que tiene de malo?
- ¿¡Lily tú también!?
- Mira mi querido Pecorino, puede que Don árbol sea algo ... peculiar, pero no creo que sea malo ... la gente dice que en realidad es un mago.
- ¿Qué mago va a ser? Si acaso será un payaso.
- Para que veas lo buena amiga que soy ¡yo te acompaño!
- ¿De verdad?
- ¡Claro! Si yo no soy una gallina como tú.
El sábado muy temprano la mamá de Pecorino los llevó al bosque y los chicos caminaron un par de minutos hasta que por fin se toparon con él, quien como de costumbre, estaba bien abrazado a un enorme roble.
- ¿Disculpe ...? –decía tímido Pecorino–
- ¿Si? –respondió curioso Don árbol–
- Buenos ... días ... hmmm ...hmmmm ...
- ¡Buenos días Don árbol! –interrumpió la pequeña– yo me llamo Lily y éste es mi mejor amigo Pecorino y nos ha mandado su mamá a ver en que podíamos ayudarle.
- ¡Ah! ¡qué espléndido, dos ayudantes! Bien, muy bien, hoy hay mucho que hacer.
Mientras Don árbol y Lily se disponían a sujetar los pequeños arbolitos a largas varas para que no se quebraran Pecorino se sentó cómodamente en la suave hierba a jugar con su video juego portátil ... pasó una hora y luego otra y él seguía absorto avanzando nivel tras nivel venciendo a sus enemigos con el ultra hipermegacombo de súper energía púrpura recargada; y cuando finalmente se cansó sacó su teléfono móvil y se puso a escuchar música y mandar mensajitos a sus amigos ... pasó una hora y luego otra ... y cuando finalmente se cansó tomó su mochila y sacó su reluciente computadora portátil con conexión megasónica integrada a la red con banda súper ancha para navegar abajito de la velocidad de la luz ... pasó una hora y luego otra, el sol ya comenzaba a ponerse y todo iba quedando en penumbras; así que Don árbol y Lily hicieron una fogata, montaron sus tiendas de campaña y comenzaron a preparar la cena, el aromático vapor de una sopa de hongos silvestres sacó a Pecorino de lo que parecía ser un profundo trance hipnótico, sus dedos por fin dejaron de teclear y dando un bostezo digno de un oso grizly después de invernar dijo : ¡yom! ¡por fin la cena! ¡me muero de hambre!
- ¡Pecorino eres un cínico! –reprendió Lily– ¡no nos ayudaste en todo el día y encima quieres devorar lo que preparamos con tanto esfuerzo!
- No exageres Lily –decía el pequeño– yo sólo los vi jugando en el lodo
- ¡Claro que no! sembramos docenas de árboles salvamos unos nidos que estaban apunto de caer, Don árbol me enseñó a detectar los árboles que están enfermos y también a contar su edad y ...
- Lily –interrumpió Don árbol– creo que a tu amigo no le importa lo que hacemos ... ¿verdad Pecorino?
- No se ofenda Don ... oiga ¿usted no tiene un nombre normal?
- ¿Normal? ... ¿como Pecorino? Prefiero llamarme árbol, pero sí tengo uno, mi nombre es Tito, mago Tito a tu servicio.
- ¡Entonces es cierto que usted es mago! –gritó entusiasmada Lily–
- Si, pero yo no saco conejitos de sombreros ni nada de eso, mi magia consiste en escuchar a la Tierra y ayudarla ...
- Yo no entiendo Don mago –decía el niño mientras devoraba un plato de sopa– los árboles no sienten, sólo son cosas que están ahí inmóviles, son inútiles, yo no perdería el tiempo con este montón de palos ...
Con un dejo de tristeza el mago se incorporó, recogió los trastos, echó más varitas a la fogata, y sirviéndose una taza de humeante café dijo: ya es tarde Pecorino ve a dormir, mañana temprano te llevaré a tu casa ... y dulces sueños Lily, mi dulce asistente ... eres tan encantadora como un hermoso elfo. Entonces la niña corrió a darle un abrazo al mago y se fue a dormir soñando con las historias que le había dicho sobre los guardianes que vigilaban los bosques y las hadas que habitaban en los capullos de flores .
Unos minutos después de la media noche el mago entró a la tienda de Pecorino, puso sus manos sobre su frente y pecho y susurró lo siguiente : “¡por agua tierra aire y fuego que entre en este pequeño el aliento del bosque, de cabeza a pies y de pies a cabeza que sienta y viva como una corteza!” y habiendo dicho eso se fue a dormir tranquilamente.
Algunas horas después Pecorino comenzó a sentir mucho frío e intentó incorporarse para buscar su abrigo, pero por más que quiso no pudo, entonces, asustado, abrió los ojos y se dio cuenta de que ya no estaba dentro de la casa de campaña sino afuera, podía ver a Lily dormir como un lirón y al mago roncando cerca de la fogata, y quiso hablar, pero el único sonido que pudo emitir fue un crujir grave, igual al que hacían las ramas del bosque, entonces con mucho cuidado se miró y aterrado notó que su cuerpecito de niño había cambiado, ahora era un enorme tronco de roble con las raíces tan profundas que podía sentir como las rozaban las aguas de un antiguo río oculto, y sintió un cosquilleo que lo hacía estremecerse un poquito, era una familia de pajaritos, cuyos polluelos aleteaban con todas sus fuerzas para aprender a volar, y por primera vez en mucho tiempo Pecorino contempló un amanecer, vio el cielo teñirse de rosa, naranja y amarillo y pudo sentir como los rayos del sol rozaban sus hojas más altas, se sentía bien aquel calor que era como el abrazo de un viejo amigo, era un saludo que le daba la bienvenida a otro día.
Y Pecorino escuchó entonces la voz del viento que les contaba historias de sus viajes a las flores que al escucharlo abrían sus pétalos para sonreírle; el pequeño estaba sorprendido, nada en aquel bosque estaba inanimado, todo tenía vida y voz, todo era hermoso y tranquilo ... pero de repente se escuchó un sonido aturdidor, eran grandes camiones de carga y hombres con gigantescas herramientas, y uno de ellos se le acercó a Pecorino y con una lata de pintura le marcó un horrible tache encima y dijo que aquella tarde lo derribarían ... derribarían todo para convertir aquel lugar en un moderno estacionamiento. Entonces Pecorino quiso gritar, decir que estaba vivo, que le dolía lo que aquellos hombres hacían, que sentía miedo y odiaba que le arrancaran las ramas, quería defenderse .. quiso llorar y gritar, pero nadie lo escuchaba.
- ¡No me corten!-gritaba Pecorino- ¡estoy vivo! ¡soy un árbol pero siento! ¡no me corten! ¡no hago ningún daño! ¡no me corten! ¡yo no quiero! ...
- ¡Pecorino despierta! –gritó Lily– tienes una pesadilla.
- ¡No me corten! ... ¿era un sueño? ¡estaba soñando! – entonces el niño salió corriendo a abrazar al primer árbol que se encontró, lo abrazó con todas sus fuerzas prometiendo que los iba a cuidar–
- Pecorino –dijo el mago– ¿qué se siente ser sólo un árbol?
- ¿Fue usted quién me hizo soñar eso? ¡de verdad es un mago!
- Tenías que entender mi pequeño amigo, que los árboles también son seres vivos, que sienten y que nos dan mucho a cambio de muy poco, nos ofrecen sus frutos, limpian nuestro aire, nos comparten de su agua nos dan sombra y siempre están dispuestos a escucharnos, tenías que entender que tenemos que cuidar a aquellos que no se pueden defender y hablar por aquellos que no tienen voz.
- Siento mucho haber sido tan grosero con usted Don mago, digo Don árbol, digo mago Tito.
- Don árbol está bien Pecorino.
- Le prometo que vendré ayudarle cada vez que pueda.
- ¡Y yo! –decía Lily–
- ¡Pues esto hay que celebrarlo!
Desde ése día se puede ver a mucha más gente en los parques y bosques abrazando los árboles ... porque ¿a quién no le gusta recibir el abrazo de un buen amigo?