miércoles, 28 de agosto de 2013

VIVO EN TI (LIBRO SOLIDARIO)

Soñadores, 
Hace algunos meses les compartí mi cuento ALAS DE HADA que escribí para un proyecto solidario idea de mi amigo Oliver Herrero, Q.E.P.D. Él quería hacer una antología de cuentos para crear conciencia acerca de la donación de órganos y tejidos ... hace unos meses no sabía si el proyecto seguiría adelante, pero la familia de Oli continuó con el libro y me alegra decirles que ya está disponible para que lo descarguen de forma gratuita.
En este libro hecho con mucho amor y dedicación encontrarán hermosos cuentos de varios autores como:
EL ARTESANO DE CORAZONES de Silvia Ochoa
MANOS de Ana Prado Antúnez
DOS CORAZONES UN SOLO PECHO de Silvia Ochoa
UN CORAZÓN PARA MAMÁ de Silvia Ochoa
VENTANAS de Liana Castello
CORAZONES MÁGICOS de Dolores Espinosa
ZAPATITOS DE CHAROL de Lydia Giménez-Llort
ALAS DE HADA de una servidora Elizabeth Segoviano
TU LATIDO EN MI de Lola Montalvo Carcelén
UNIDOS de Mayda Alejandra Villalta
DE CORAZÓN A CORAZÓN de Teresa Delgado Duque 


Todos los cuentos están llenos de magia, son para pequeños y grandes, para leer en familia, para aprender más acerca de la donación de órganos y simplemente para tener en sus manos un libro que fue pensado escrito y llevado a ustedes con mucha dedicación y cariño.
¿CÓMO CONSEGUIR EL LIBRO? ¡MUY SENCILLO! todo lo que deben hacer es dirigirse a este enlace http://conunpocodeti.jimdo.com/
y buscar la portada del libro, descargarlo ¡y listo!
también pueden comprarlo en papel aquí http://www.lulu.com/shop/varios-autores/vivo-en-ti/paperback/product-21177335.html

Este libro es para compartir, así que por favor siéntanse libres de etiquetarlo en facebook, mandar un twit, hacer una entrada de blog, contarle a sus amigos, son cuentos que valen mucho la pena leer.
Espero que lo descarguen y lo disfruten :) xoxo Eliz

domingo, 18 de agosto de 2013

VIN-VAN BRUSH PINTA LAS ESTRELLAS


VIN-VAN BRUSH PINTA LAS ESTRELLAS
corregido y aumentado el cuento que tanto me pidieron por correo xoxo Eliz


Autora: Elizabeth Segoviano

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Las bulliciosas calles de San Rzptikutnik eran iguales todas las bulliciosas calles de cualquier otra ciudad, la gente iba y venía con prisa, enormes edificios se levantaban por encima de las nubes y miles de autos zumbaban igual que abejas en su panal; sin embargo algo era muy peculiar en San Rzptikutnik, porque todo estaba pintado en blanco y negro, lo cual hacía que la ciudad pareciera un gigantesco juego de dominó, incluso las personas sólo vestían de blanco o negro, y aunque se veían contentos, rara vez alguien sonreía, jamás se escuchaban risas, ni en los cines ni en los teatros ... ¡ni siquiera en las escuelas a la hora del recreo! Si bien era cierto que los San Rzptikutenses eran gente muy educada y amable, nunca se les veía realmente felices, ni siquiera en los programas de televisión, que por cierto, también eran en blanco y negro, nada en San Rzptikutnik tenía color, y algo aún más extraño era que el cielo que cubría la ciudad siempre estaba poblado de inmensas nubes blancas que no dejaban pasar la cálida luz amarilla del sol, pues todo se veía iluminado por un tono pálido y blanquecino.


                                               ***        
Todo aquello le parecía verdaderamente increíble a Vin-Van Brush, un joven pintor que había quedado varado en San Rzptikutnik por mera casualidad, cuando el tren en el que viajaba se descompuso, sin embargo nuestro joven amigo pensaba que todo lo que ocurría tenía un motivo mucho más grande y profundo, por ello decidió bajar su equipaje y a su fiel gatito llamado kitchen dispuesto a recorrer la extravagante ciudad de San Rzptikutnik.
A medida que avanzaba por las calles, Vin-Van Brush notó que las personas se le quedaban viendo atónitas, con las bocas totalmente abiertas y lo señalaban como si estuvieran viendo a un extraterrestre, esto asustó un poco a Vin, que pensó que tal vez tendría algún moco colgando de la nariz, por lo que de inmediato sacó un pañuelo y se limpió el rostro, pero esto sólo logró llamar aún más la atención de los San Rzptikutenses quienes comenzaron a rodearlo.
-           ¿De dónde sacó eso? –preguntó finalmente un ancianito de largas barbas y brillante bastón–
-            ¿Sacar qué? –respondió contrariado el muchacho–
-           ¡Eso! –dijeron todos al unísono señalando su pañuelo–
-           ¿El pañuelo? ... ¿nunca habían visto un pañuelo?
-           Claro que hemos visto pañuelos ... pero ... es que ... no es blanco ... ni negro ... ¿porqué es así?
-           ¿Así cómo? ... ¿quieren decir porqué es rojo?
-           ¿Qué es rojo? –decían todos los lugareños completamente absortos–
-           ¡ROJO NO ES NI BLANCO ... NI NEGRO! –gritó entusiasmado el ancianito–
-           ... pues ... si –decía Vin– rojo no es blanco ni negro.
-           Y ... su gato –preguntaba otra persona– ¿también es rojo?
-           ¿Rojo? ... no, kitchen es amarillo.
-           ¿Kitchen? ¿Así se llama su gato?

-           Si, así se llama.
-           En San Rzptikutnik todos los gatos se llaman bicho o bicha ... según sea el caso.
-           Eso es algo extraño –decía Vin–
-           ... entonces ¿amarillo no es rojo, ni blanco ni negro?
-            Amarillo es otro color, como el azul, verde, violeta, anaranjado, rosa o púrpura ... ¿acaso nunca habían visto colores?
-           ¡Nunca! –decía el ancianito– aquí sólo hay blanco o negro.

Entonces Vin-Van Brush sacó de su maletín un montón de dibujos que había hecho en su viaje y se los mostró a la multitud, en ellos había paisajes, flores, animales, gente paseando y otras cosas que Vin había imaginado, las hojas estaban llenas de color y todo mundo se quedó absolutamente impresionado, a todos les había encantado lo que Vin hacía y todos, pero todos querían tener al joven pintor en sus casas como invitado.

Vin no quería herir los sentimientos de nadie y sintiéndose profundamente agradecido con la gente les prometió que pasaría al menos un par de días con cada uno de ellos. Así fue como poco a poco el pintor descubrió que en San Rzptikutnik jamás habían visto un cielo estrellado, tampoco sabían como reir, eran demasiado serios y se dedicaban a administrar empresas, abrir negocios y bancos, a hacer todo tipo de complejos cálculos y nunca, pero de verdad nunca, soñaban. Sus noches eran tranquilas pero nadie soñaba.
Vin-Van Brush pensaba que aquella gente era muy buena, muy inteligentes y cultos, pero no sabía porqué sus vidas eran así, en blanco y negro.

                                                ***

El pintor quería regalarles algo que los animara, así que en cada visita les obsequiaba sus dibujos y cuadros llenos de color que decoraban las paredes.
El tiempo pasaba y Vin comenzó a extrañar los cálidos rayos del sol y la inspiración de la luna y sobre todo extrañaba las estrellas, también a su familia, y supo que ya era hora de regresar a casa, pero no quería dejar San Rzptikutnik sin haber hecho algo por la gente.


Así que tomó todas sus pinturas y pinceles, y se dirigió al centro de la ciudad y comenzó a pintar sobre los blancos muros de los edificios un enorme mural lleno de verdes y amarillos vibrantes que imitaban hermosas plantas, y más lejos pintó un atardecer con cientos de tonos cambiantes, y en otro muro pintó un cielo cargado de estrellas, pintó todas las constelaciones, ahí estaban las Hiadas y Aldebarán, Vega y Orión, la osa menor, las pleyades, Mizar, Aries,  Draco y cientos mas, Vin-Van Brush quería regalarle a San Rzptikutnik todos los colores del mundo, todo el brillo, toda la alegría, toda la pasión de la vida, la energía de un arcoiris después de una tormenta, el abrasador calor de un verano refrescado por la brisa del mar, quería darles la alegría y el aroma de las flores, lilas, rosas, margaritas, dalias, girasoles ... ¡todo! El pintor dejaba su alma y alegría en cada pincelada, mientras gritaba a todo pulmón : 
“¡Para pintar el cielo con estrellas hay que vivir con la cabeza en las alturas, la mirada fija en el horizonte, no en el pavimento! 
¡para pintar el cielo con estrellas debe uno recordar todo lo que sueña, dejarse llevar de vez en cuando por el viento, no por el paso del tiempo! ¡para pintar el cielo con estrellas, hay que saber encantar a las nubes para que adornen el cielo con sus cambiantes matices, no para que lo cubran con su escala de grises! 
¡para pintar el cielo con estrellas, nada más hay que subir allá al firmamento y sentirse libre de crear todo lo que eres capaz de imaginar!”

Con aquellas palabras despertó a toda la ciudad que se apresuró a ver lo que sucedía, y mientras llegaban Vin les entregaba un pincel y les pedía que pintaran una estrella en su mural, una estrella para cada uno, niños, ancianitos, jóvenes, adultos, incluso los bichos y las bichas, todos pintaron una estrella, y, de repente, como por arte de magia las densas nubes que cubrían el cielo de San Rzptikutnik comenzaron a dispersarse abriendo paso al intenso índigo de la noche y a la luna llena que iluminaba los murales y todo cobró vida, las flores, el arco iris, todo lo que Vin había pintado había dejado de ser sólo un dibujo en la pared, se olía la lluvia y las rosas y las estrellas brillaban ¡TODAS! Titilaban, se estremecían como queriendo despegarse de la pared, hasta que lo lograron para irse volando al firmamento.


Desde entonces la vida cambió en San Rzptikutnik, ya no era sólo en blanco y negro, había risas y alegría, había gente que pintaba o escribía, que hacía cálculos y tenía bancos, gente que viajaba o cocinaba ... gente que soñaba y que por primera vez se atrevía a convertir en realidad lo que anhelaba ... ésa había sido la magna obra de Vin-Van Brush, un joven pintor que soñaba con regalarle a la gente un trocito de la magia de la vida en cada una de sus pinceladas.


viernes, 2 de agosto de 2013

EL ÚLTIMO GRAN DRAGÓN


Este cuento lo escribí hace algunos años y varios soñadores me hicieron notar ¡que nunca lo había subido a mi blog! pues ahora mismo arreglo este error y los dejo con el último gran dragón :D y algo de música relajante que va bien con la historia ;) los quiere Eliz, brujita soñadora ;)


EL ÚLTIMO GRAN DRAGÓN
Autor: Elizabeth Segoviano
©Copy Right 2009 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
“No hacer honor a la vejez es demoler la casa en la que hemos de dormir por la noche”-

Alphonse Karr




Antaño habitaban en los imponentes templos que dominaban las ciudades, y toda la gente acudía a ellos por consejo, pero con el paso del tiempo los fueron olvidando porque ya no eran “fashion” ya no estaban “in” eran cosa del pasado, y lentamente se fueron convirtiendo en un montón de cuentos ... en mitos ...  rumores ... apenas en un susurro.   Sin embargo seguían allí, entre las nubes, por detrás de la luna, en los secretos recovecos de las montañas, esquivando relámpagos, y ocultos en las profundidades de los bosques, seguían vigilando atentos los milenarios dragones, quienes se habían dispersado por todo el mundo para seguir su labor de cuidar y evitar toda clase de injusticias; porque los dragones, lejos de ser pavorosos monstruos, son seres sensibles, inteligentes, sabios, poderosos y sumamente mágicos, cuya naturaleza es la de proteger a todo y todos los que se encuentren a su alrededor.

Ocurrió así que un día estaba el gran dragón Tung-Jen Lung paseando invisible a  los ojos de todos por un bosque de bambú, cuando de repente vio a un par de jóvenes en bicicleta gritarle a un ancianito que acarreaba una enorme pila de leños.

“¡eh! ¡tú! ¡pedazo de dinosaurio a ver si te vas quitando del camino, que no tenemos tu tiempo” – Sin embargo el ancianito no podía escuchar bien y al no hacerse a un lado los jóvenes lo empujaron tirando su leña al río.

El ancianito, adolorido por la caída sólo se limitó a llorar en silencio viendo como el agua se llevaba el trabajo de toda una mañana. Al ver esto el dragón Tung-Jen Lung se deslizó rápidamente por el bosque recogiendo más madera, la apiló junto al anciano, y convirtiéndose en una ráfaga de viento le ayudó a incorporarse, el ancianito bien sabía quien le estaba ayudando, pues recordaba las antiguas leyendas que le habían contado de pequeño sus abuelos, así que le agradeció con una reverencia al gran dragón y siguió su camino.

Entonces Tung –Jen Lung decidió seguir a los irrespetuosos chicos que habían maltratado al viejecito y se sorprendió enormemente al llegar a la moderna ciudad plagada de altísimos edificios cubiertos de cambiantes luces que opacaban por completo el cielo estrellado y presenció cómo los jóvenes agredían, maltrataban y se burlaban de toda la gente mayor, ya fueran sus profesores, sus vecinos, sus propios abuelos e incluso completos extraños. Los chistes crueles, los gritos, empujones y groserías estaban a la orden del día, aquella situación molestó profundamente al gran dragón, porque en antiguos tiempos a la gente mayor se le respetaba, se le tomaba en cuenta, se le consultaba y se le apreciaba por su conocimiento y experiencia, Tung- Jen Lung no comprendía en que momento la gente que había criado y educado a aquellos jóvenes se había vuelto obsoleta, no entendía el porqué de la falta de respeto y sensibilidad de parte de los chicos y otros no tan chicos; así que el gran dragón decidió tomar el asunto en sus manos y enseñarle a toda esa gente una lección importante.

Aquella misma noche Tung-Jeng Lung se convirtió en una suave neblina que cubrió toda la ciudad y lanzó un poderoso hechizo que dice así : “ para cultivar hay que plantar, para comprender hay que sentir, para sentir hay que vivir, para aprender hay que crecer y hoy todos van a envejecer”.

A la mañana siguiente, cuando el sol despertó a todos, se dieron cuenta de que ya no eran tan rápidos, fuertes y jóvenes como hasta la noche anterior lo habían sido, les costaba mucho esfuerzo hacer sus actividades cotidianas, se dieron cuenta de que necesitaban ayuda, y nadie les hacía caso, era como si de un momento a otro se hubieran vuelto invisibles. Los visitantes de otras ciudades los ignoraban, se mofaban y los insultaban, no importaba cuantas veces ellos intentaran explicarles lo que había sucedido, los jóvenes se limitaban a decir: “sí, sí abuelo, mejor váyase a dormir la siesta”.

Los habitantes de la ciudad se sentían frustrados, desesperados, nadie quería ayudarlos, ni si quiera oírlos, fue entonces cuando se hizo presente el gran dragón Tung-Jen Lung, el último que custodiaba aquellas tierras, y posándose sobre los rascacielos dijo : yo también soy viejo, pero no por ello menos poderoso o menos sabio ... igual que los ancianitos que ustedes tan infamemente maltrataron.

He sido yo quien los ha hechizado y no volverán a la normalidad hasta que me demuestren que han aprendido su lección.

La vida no es sencilla, es la experiencia la que nos ayuda a seguir adelante y ustedes están aquí, desdeñando toda la sabiduríaa de estas personas que son tan valiosas como cada uno de ustedes ... algún día mis queridos jóvenes, se despertarán y verán en el espejo que su cabello se ha hecho gris y querrán entonces ser respetados, escuchados y valorados, algún día necesitaran de una mano amiga que les brinde cuidado y ayuda, siembren ahora despecho, ignorancia y groserías, y de soledad, amargura y tristeza será la cosecha de sus últimos días”.

Así, todos los habitantes se miraron avergonzados, ¡cuánta razón tenía el milenario dragón! Largo tiempo le habían dado la espalda a su propio pasado, a sus raíces ... a aquellos que con tanto cariño los habían educado, no, no era correcto comportarse así.

Tung-Jen Lung por fin vio el arrepentimiento en sus ojos y regresó a todos a la normalidad, sabiendo que ahora las cosas serían diferentes porque los jóvenes habían aprendido la lección en su propia piel, y porque el último gran dragón Tung-Jen Lung seguiría siendo el atento guardián contra toda injusticia.