jueves, 4 de agosto de 2011

LA LLUVIA ME CONTÓ


Autor: Elizabeth Segoviano

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La lluvia me contó mientras caía lo que vió cuando la ciudad dormía.

Me habló de la vida que crecía a escondidas, rebelde, casi furtiva entre las calles de esta enorme ciudad.

La lluvia me contó de un roble sinvergüenza, muy valiente que se atrevió a crecer entre un banco y un centro comercial.

Él pensó que tendría una vida corta y que pronto alguien al notarlo lo mandaría talar.

Pero el roble ya había visto veinte primaveras, y a veces, sólo a veces, pasaba algún humano soñador y le regalaba una mirada, una sonrisa ... o si era un día de suerte ... hasta una caricia.

La lluvia me contó mientras caía lo que vió cuando la ciudad dormía.

Me dijo de una numerosa familia de colibríes que vivían a gusto, libres y felices entre las tupidas ramas de un arbusto de bugambilias que adornaba el muro de un colegio preescolar.

Ahí, entre las risas de los niños los colibríes podían entonar sus poemas, rimas y canciones con toda libertad.

La lluvia me contó mientras caía lo que vió cuando la ciudad dormía.

Me reveló en un susurro ... casi un suspiro, que los gatitos callejeros son en realidad ángeles encubiertos paseándose en los tejados de la gente buena y soñadora, para que al amanecer puedan ver sus deseos hechos realidad.

Es por esto que los gatitos cantan y bailan toda la noche sin parar celebrando que en el mundo aún quedan almas buenas que ayudar.

La lluvia me contó mientras caía lo que vió cuando la ciudad dormía.

Me relató un tanto celosa sobre las palomas aventureras que hacen de cualquier corniza su temerario hogar.

A ellas el viento les cuenta primero que a nadie hermosas leyendas de lejanas tierras y poemas que viajan en las olas del mar.

La lluvia me dice que las palomas están dispuestas a contar esas historias a cualquiera que desee escuchar ... por el módico precio de unas cuantas migas de pan.

La lluvia me contó mientras caía lo que vió cuando la ciudad dormía .

Me dijo que al espiar por las ventanas encontró gente como yo, unos cuantos rebeldes, sinvergüenzas, soñadores furtivos recorriendo la ciudad.

Gente quele sonríe a los árboles y tararea las melodías de los colibríes, gente que no ahuyenta a los gatitos callejeros, gente que está dispuesta a escuchar los cuentos y leyendas de las palomas ... por el módico precio de unas cuantas migas de pan.

La lluvia sabe que incluso en las grandes y ruidosas ciudades hay gente que quiere escuchar lo que la lluvia quiere contar.


7 comentarios:

  1. Grandioso cuento!! Me encanta la lluvia, yo también creo que nos traen mensajes, nos riegan el alma para que las semillas de los sueños crezcan y florezcan... Gracias por tus comentarios tan bonitos!! lluvia de bendiciones para ti!

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  2. Así es Andrea la lluvia como bien dices nos riega el alma, un honor que vengas a leerme y comentar, lluvia de bendiciones para ti también y un fuerte abrazo

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  3. Bonita prosa, con aromas de poema.
    Me gusta mucho, sobre todo por lo que me lleva a evocar.

    Y habiendo, como esto, tanto bueno que leer, a qué, entonces,
    abandonarme a la vacuidad de escribir?

    Solo GRACIAS!!!

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    1. Odeon Bay, antes que nada GRACIAS por venir a leerme y tomarte el tiempo de comentar :)
      sólo puedo decirte que si escribes entonces lo compartas, de nada nos sirve que te guardes el talento :) déjanos leerte :) un saludo :)

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    2. Es que sentí la brisa fresca de un invierno que viene, en esta noche cálida de verano.

      Cálida y extraña.


      Y...miré la luna, y mi río. Grandes cargueros en rada con sus fanales reflejados en la superficie,

      y sus tripulantes demorando el sueño, por una noche como ésta . Extraña.


      En la rambla mucha gente pescando, con sus radios y sus sandwiches; jugando con sus niños,

      poniendo en orden sus ideas, relajando la mirada en la oscuridad de las islas, o simplemente

      fumando, sin pensar en nada, flotando en la distancia.


      Y la larga hilera de luminarias ciñiendo la cintura del Paraná, se debe ver como una brillante

      serpiente desde los balcomes de los edificios con sus ventanales todos iluminados, con fiestas

      y reuniones en la mayoría.


      Más adelante, los restaurantes a reventar, las calles congestionadas de gente y coches, y

      esa brisa de invierno bajo una luna extraña de verano.


      Vos. Mi pensamiento y vos. Mis extraños pensamientos, y vos.


      Preparé unos fernets con limon, hielo y soda, de un sifón Drago, te acordás?


      Espero que esta noche extraña no albergue moros en sus costas. Esta noche no.

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    3. bueno! el talento tuyo está a la vista en esta hermosa postal que me has dejado :) mil gracias por esto! un abrazo, xoxo, eliz aspirante a escritora y empedernida soñadora :)

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  4. Gracias a vos, por el elogio, por animarme, y por tus letras sobre todo =)

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