lunes, 23 de enero de 2012

SÓLO UN DESEO


SÓLO UN DESEO

Autora: Elizabeth Segoviano copyright ©2012

Cuenta una antigua leyenda que en los milenarios desiertos donde parece ocultarse el sol en el interminable mar de arena errante, existe una gigantesca montaña que sólo aparece al atardecer; dentro de ella hay cientos de corredores entrelazados formando un laberinto que protege celosamente la cima, esa es la morada de un poderoso genio llamado Sidri, y se dice que aquel que logre atravesar el laberinto le serán concedidos hasta mil deseos ...

La vida del príncipe Karev había cambiado radicalmente desde el día en que había escuchado a un viejo mercader contar aquella historia; día y noche se encontraba pensando si aquellas palabras serían ciertas. Pero su padre, el rey, le reprochaba cada vez que lo pescaba pensando en aquella leyenda “ hijo mío, incluso si ése cuento fuera verdad ¿para qué necesitas tú los mil deseos? Si aquí lo tienes todo” eran las palabras que el sabio rey le repetía a su querido hijo, pero el inquieto muchacho no escuchaba a nadie, sólo podía pensar en aquellos deseos y en todo lo que pediría si pudiera encontrar al genio ... reinos enteros serían suyos y todos lo venerarían, tendría el mundo a sus pies, y cuantas riquezas pudiera imaginar, habría grandes festejos todos los días en su honor, y tendría cientos, miles de amigos, y todo sería suyo con tan sólo desearlo, no tendría jamás que obedecer las órdenes ni reglas de su padre, y nadie podría reprochárselo, porque todo sería solamente suyo. El mundo entero y todo lo que hay en él ... y las estrellas ¡todas serían suyas! ... ¡el universo entero le pertenecería si esa fuera su voluntad! ...

Con esos pensamientos girando en su cabeza, Karev decidió salir a buscar la mítica montaña de la que hablaba la leyenda, tomó su capa y su sable y se escabulló por una ventana para que nadie lo detuviera, caminó hasta los límites del palacio y con mucho sigilo saltó la barda y se perdió en las penumbras de la noche.

Largos días pasó el príncipe recorriendo docenas de poblados y ciudades hasta que por fin un día llegó al desierto, y sin pensarlo dos veces se adentró en él.

Luego de vagar sin rumbo por semanas enteras Karev comenzó a pensar que el relato de aquel viejo mercader tan sólo era un cuento, y por un momento quiso regresar, pues se sentía asustado, estaba perdido y extrañaba a su familia; sin embargo, el príncipe no quería regresar con las manos vacías, no quería que pensaran que era un tonto, después de todo, ya había pasado mucho tiempo, y había recorrido un camino muy largo como para darse por vencido, pero su cuerpo estaba exhausto, sus piernas ya no le respondían y, de repente cayó desfallecido sobre la ardiente arena.

Karev no supo cuanto tiempo pasó durmiendo, pero cuando abrió los ojos, el sol ya casi se ponía sobre el horizonte, ¡y entonces la vio! La legendaria montaña hogar del genio apareció como por arte de magia frente a él, y se preguntó si estaba soñando o si acaso sería una alucinación; pero mientras Karev se acercaba comenzó a escalar la montaña y sintió las rocas frescas y duras en sus manos, y luego de escalar por varios minutos encontró una pequeña cueva y se adentró en ella. Mientras más avanzaba, la cueva se hacía más amplia y clara, el aire era refrescante, y a lo lejos se escuchaba el agua de una cascada.

Y más adelante se divisaban altos árboles frutales, arbustos de bayas y un sin fin de flores, de las cuales salían perfumes deliciosos que impregnaban todo el interior de la montaña, allí Karev pudo saciar su sed y hambre, y cuando recuperó la fuerza siguió explorando y vio miles de aves que lo observaban curiosas desde los riscos mientras entonaban hermosos cantos, y más allá podía distinguir el mítico laberinto de piedra que se extendía hasta donde llegaba el horizonte.

Los complicados pasillos eran escarpados y retorcidos, algunos se desmoronaban y otros eran muy resbaladizos, pero al príncipe lo guiaba la ambición y así se adentró en el peligroso laberinto, y a medida que avanzaba notó que el camino se hacía cada vez más estrecho y pronto se encontró rodeado de un abismo más negro que la noche, si daba un paso en falso caería y sería su fin, pero si no lograba encontrar un camino podría quedarse atrapado ahí, perdido por siempre. Pero el príncipe no se rendía, ahora más que nunca se sentía merecedor de aquellos deseos, y siguió recorriendo el camino retorcido y truculento que a veces se cerraba inesperadamente, por lo que Karev debía escalar los muros asiéndose a ellos hasta con las uñas de los pies, sus manos estaban llenas de ampollas y rasguños, pero el joven no se iba a detener; perdió por completo la noción del tiempo, y casi sin darse cuenta llegó a la cima de la montaña, donde había un enorme salón de mármol iluminado por miles de velas y un camino de suave hierba lo guiaba hasta un inmenso trono plateado donde aguardaba plácidamente el gran y poderoso genio Sidri.

- Eres un joven muy ambicioso ... muy pocos han llegado hasta aquí... pero tú lo has hecho, y te aguarda tu recompensa

- ¿Los mil deseos?

- Así es.

Entonces el príncipe Karev comenzó a pedir ... y pedir y pedir y pedir ... pidió reinos enteros, tesoros ocultos, magníficos castillos, los más hermosos caballos y más, mucho más, hasta que sólo le quedó un deseo, el cual reservó cautelosamente.

Y ése mismo día todos y cada uno de sus deseos fueron cumplidos, pronto se encontró en su propio palacio lleno de sirvientes que cumplían hasta el más ridículo de sus caprichos, y mucha gente comenzó a visitarlo, todos asistían a sus fiestas y se decían sus amigos, pero pronto sus “amigos” comenzaron a pedirle toda clase de favores y regalos y la fortuna de Karev comenzó a desaparecer, hasta que ya no tuvo ni una sola moneda, ni una sola joya ... y entonces sus “amigos” desaparecieron tan rápido como habían llegado, aquello entristeció al príncipe, pero no por mucho tiempo, porque aún le quedaba un deseo, y su deseo fue tener otros mil deseos más, aquella petición enfadó mucho al genio, que exigió una explicación para su codicia.

- ¿Acaso mil deseos no han sido suficientes?

- ¡NO! no lo son, y cuando se me acaben pediré otros mil y otros mil.

- Como veo que los deseos te gustan tanto te concederé ése último deseo ... ¡ Y SERÁS TÚ EL GENIO QUE TENGA QUE CUMPLIR LOS CAPRICHOS TONTOS DE LAS PERSONAS! ¡PASARÁS CIENTOS Y MILES DE AÑOS CUMPLIENDO LOS DESEOS EGOÍSTAS DE LA GENTE HASTA QUE ALGUIEN, ALGÚN DÍA SE APIADE DE TÍ Y TE LIBERE ... SI ACASO ALGUIEN LLEGA A HACERLO!

- ¡No! ¡espera poderoso Sidri! ¡espera!

Pero los gritos de Karev no fueron escuchados y en un abrir y cerrar de ojos se encontró encerrado en una botella.

Por cientos de años el príncipe se vió obligado a cumplir toda clase de deseos, pero todos eran iguales, tesoros, palacios, reinos, poder, sirvientes ... y en todo ése tiempo a nadie le importó que Karev estaba cautivo, nadie nunca lo liberó de su castigo, cumplía deseos y lo desechaban hasta que alguien más lo encontrara. El príncipe extrañaba a sus padres y hermanos, extrañaba el calor del sol, el roce del viento y las caricias de la lluvia ... pero no podía hacer nada ... salvo esperar.

Un día la botella fue a parar al mar y pasó mucho tiempo flotando entre las olas, siendo azotada por tormentas, hasta que de pronto, la botella dejó de moverse y así permaneció, inmóvil, cubriéndose de musgo y tierra, escuchando los susurros de las piedras, y el príncipe durmió, soñando que volvía a su hogar con su familia.

De repente un extraño ruido sacó de su sueño a Karev, era un sonido curioso, como un rechinido suave, como algo pegajoso, como pasos pequeños, algo muy extraño, y el ruido continuó hasta que por fin aquella presencia frotó la botella y dejó salir al príncipe.

- A tus órdenes amo –decía Karev–

- ¿Tu amo yo? No chico, estás confundido –dijo una

voz muy suave y pausada–.

- Has encontrado la botella, por ende eres mi amo y debo concederte mil deseos.

- Pero yo soy sólo un caracol ... ¿que podría hacer un caracol con mil deseos?

- No lo sé amo.

- Y a todo esto ... ¿cómo te llamas genio?

- Karev es mi nombre amo.

- Cuéntame Karev ¿de dónde vienes?

Y así el príncipe le contó toda su historia al caracolito, que lo escuchaba atento, con calma y muy sorprendido al ver que el genio de la botella comenzó a llorar desconsoladamente cuando le contaba de su lejano hogar y de su padre, y entonces el caracol lloró con el príncipe, y luego de un rato el caracol dijo :

- Ya sé que quiero pedir.

- ¿Cual es tu primer deseo amo?

- Yo no necesito los mil deseos, sólo necesito uno, sólo un deseo.

- Yo deseo que tú, genio Karev seas libre y regreses a tu hogar con tu familia, como era antes.

- Pero amo ... ¿acaso no quieres algo para ti?

- Yo tengo todo lo que necesito, tengo todo lo que cualquiera podría desear, tengo mi casita, que llevo a cuestas, es pequeña y es modesta, pero es mía y nadie me la puede quitar, y tengo todo el bosque para recorrer, y toda la hierba suave y fresca que se me antoje comer, y me gusta ver los amaneceres, por las noches a las estrellas les cuento cuentos y me gusta cantar con los búhos bajo la luna llena, y cuando es verano me encanta ver como se acercan las nubes cargadas de lluvia y sentir las gotitas que se deslizan en mi rostro, y todos mis amigos salen en la lluvia a bailar, cantar y beber las dulces gotas que cuelgan de los naranjos, y cuando me canso, me encierro en mi casita y sueño ... sueño con otro largo día de verano ... soy libre y soy feliz, tengo mi familia y mis amigos y puedo recorrer de a poquito a poco el inmenso mundo que tengo a los pies ... yo no necesito riquezas, ni palacios, tampoco sirvientes ni tesoros, tengo todo lo que un caracol podría desear, así que lo único que deseo es que tú seas libre y feliz, libre para ir y venir, para hacer y decir, libre para reír y ser tú, y hacer cualquier cosa que te haga feliz.

Ante aquellas palabras el príncipe Karev se sintió profundamente conmovido, y agradecido, pero también se sintió avergonzado por haber sido tan egoísta y ambicioso, por no saber apreciar todo lo que tenía, por no ver que era más que rico y afortunado por tener una familia que lo amaba y unos padres que lo cuidaban. Y no podía creer que un ser tan pequeñito fuera mejor que él, y que deseara de todo corazón que fuera feliz. Con una sonrisa el genio aceptó el gesto tan noble del caracol y el hechizo desapareció.

Cuando Karev abrió los ojos se encontró en el palacio de su padre y corrió, y atravesó los jardines y abrazó a sus hermanos y a su madre.

- ¡Pero que te pasa hermano! Nos abrazas como si no nos hubieras visto en años.

- Cientos, miles de años hace que no los veo.

- ¿Pero de qué hablas? Si tan sólo fuiste a dormir la siesta.

- Hijo mío –decía el rey– ¿aún deseas ir a buscar la montaña aquella del genio?

- No, ya no padre.

- ¿Ni si quiera por los mil deseos?

- ¿Para qué padre? Si aquí tengo todo lo que podría querer, los tengo a ustedes y tengo la luna y el sol, tengo la lluvia, las estrellas, el viento ... y hasta a un caracol.

13 comentarios:

  1. espero que les guste este cuento, y que podamos ser un poco más como ese caracol :) xoxo eliz, aspirante a escritora

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    1. Eliz me gustó mucho el cuento y sí, ojalá abramos nuestros ojos para darnos cuenta y agradecer lo que YA tenemos. Te hago un pedido: nunca dejes de ser "Aspirante", aunque logres premios y honores por tu tarea. Porque si lo dejas, ese día estarás "muerta". Te envío un abrazo fraterno desde el Uruguay.

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    2. Hola Eliz . Por que me gusta , sin tener nada más que voluntad grabo cuentos para youtube ¡ Me encantó tu cuento !! y lo voy a grabar a tu nombre . Gracias Eliz , muy bonito :)

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    3. pues gracias a ti Leonor :) por avisarme y por hacer las cosas lindas que haces :) un abrazo grandeeee a ver si me compartes tu video para que lo ponga aqui y lo vean mis lectores :) xoxo, eliz

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    4. Hola Eliz ( soy Leonor ) . Te cuento que todo lo que comparto en la web ¡ es tuyo cuando asi lo dispongas ! . Lo que se entrega con onda y de onda , es un placer que asi lo reciban, por eso Gracias Liz !!! :)

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    5. no podría decirlo mejor Leonor, lo que se entrega con onda y de onda se comparte con onda, eso si! gracias por devolverme la fe en la gente de buena fe :) un abrazoooo xoxo eliz

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  2. hola Artigas :)
    en primer lugar, mil gracias por venir a visitar mi espacio u tomarte el tiempo de leer y comentar, eso te lo agradezco infinitamente.
    y llevas mucha razón hay que agradecer lo que ya se tiene, que a veces nos parece poca cosa y no lo es! y por lo que me dices de nunca dejar de ser aspirante, no te preocupes! yo creo que un escritor, amateur o profesional nunca puede decir que ha llegado a la meta, si se cree eso, etonces ya no se tiene nada que ofrecer :) gracias por tus palabras que me animan a seguir escribiendo :) un abrazo desde ciudad de méxico

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  3. Hola, Eliz!!! que gran reflexión hay en tu bello cuento, gracias por hacernos recordar lo que realmente vale, lo que no tiene precio terrenal!! Que Dios siga bendiciendo tu don simplemente hermoso!! bendiciones y besitos dulce amiga!!! :)

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    1. gracias Andrea :) por tu dulce comentario y por venir a leerme :) namaste :) y bendiciones por montones para vos :)

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  4. muy buen cuento de mi amiga elizabeth! que gran lección! apreciar lo que se tiene ahora! :) y la canción estupenda!!

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    1. chicos traviesos!!!! abril!!!! gracias!!!! la canción me encanta es muy conmovedora! abrazos chic@s ;)

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  5. Hola Eliz; que gusto leerte; es un bonito cuento que nos recuerda que hay que perder lo que tenemos para apreciarlo. No somos veces capaces de admirar y disfrutar lo que tenemos.

    El cuento está bien escrito y te envuelve en su atmósfera con facilidad.

    Un saludo muy fuerte.

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    1. Valandán!!!! que gusto y que honor recibir tu visita y tu comentario :) te extrañoooooo :) un abrazo y espero pronto leer más de ti :) xoxo eliz

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