EL SELLO DE LYRAX
CAPÍTULO II
SIEMPRE FIELES
Autora: Elizabeth Segoviano todos los derechos reservados SEP-INDAUTOR 03-2011-101711562800-14
viene del capítulo 1 la carta en blanco
En cuanto se adentraron en la carretera, la pequeña Ivy notó que la hoja
manchada con el jugo de uva comenzaba a despintarse para quedar completamente inmaculada, en cuestión
de segundos ya no había rastro alguno de la frase, el escudo de armas ni del
mapa; fue entonces cuando una extraña bruma comenzó a esparcirse por la
carretera, era blanca y densa, parecía una especie de serpiente ondulándose,
era como si aquella neblina intentara guiar a la familia Lyrax, y, sin el mapa,
decidieron que eso era lo mejor que podían hacer.
Luego de varias horas de manejar por viejos caminos olvidados, por fin
la neblina comenzó a disiparse y se descubrió frente a los ojos de la familia
la imponente mansión Thorfax con su kilométrico jardín coronado por una fuente
de mármol tallada con la forma de una rosa de los vientos. A la orilla de la
enorme reja de hierro forjado se encontraba un antiguo auto negro, de cuyo
interior salió en hombre bastante alto, su piel parecía replandecer, y
usaba un par de gafas oscuras.
-
Ustedes deben ser los Lyrax –decía
el hombre–
-
Así es –decía el papá–¿ usted es el
señor Blicke?
-
A sus órdenes, ésta es la mansión
que les ha dejado su tatara tatara tío abuelo Sir Draco Lyrax, ha pertenecido a
su familia por muchas generaciones, pero sólo la han podido heredar aquellas
familias que han tenido dos hijos o más, por ello, señor Lyrax, su padre no
pudo heredarla, él no tuvo hermanos...
-
Pero yo tampoco tengo hermanos
Blicke –interrumpió el señor Lyrax–
-
Lo sé ... verá, los herederos son
sus hijos, Darian e Ivy, pero siendo aún demasiado jóvenes ustedes tenían que
venir con ellos, ahora permítanme mostrarles su mansión.
Al abrir el enrejado los Lyrax comenzaron a recorrer el gigantesco
lugar, al entrar al salón principal se podían ver paredes repletas hasta el
techo de repisas con cientos, quizá miles de libros, los muebles, las alfombras
y candelabros le daban un aire a un palacio medieval, había pasillos que conectaban
con docenas de habitaciones, todas con vista al jardín y cada puerta estaba
marcada con el escudo de armas. Aquel lugar era un verdadero laberinto, cada
esquina escondía maravillosas sorpresas, que iban desde hermosas pinturas hasta
pasillos secretos que terminaban
en terrazas o regresaban al gran salón, cada habitación estaba
lujosamente amueblada y contaba con su propia chimenea; al encontrarse en tan
maravilloso lugar la pequeña Ivy comenzó a correr por doquier tratando de
descubrir todos los secretos que encerraba la mansión.
-
¡Ivy espera! –le gritaban sus
padres– pero la niña ya estaba
demasiado lejos como para escucharlos–.
-
Déjenla ir –decía Blicke– es bueno
que se sienta como en casa.
-
Señor Blicke, hay algo muy extraño
en todo esto, la carta que nos llegó estaba en blanco, luego aparecieron el
mapa y una frase, y luego... desaparecieron otra vez ... y ...y la neblina y
...
-
¿Me permite ver la carta señor?
–cuando el abogado revisó la hoja no encontró nada extraño, el mapa, la frase y
el escudo estaban perfectamente marcados en una tinta color sepia– discúlpeme
señor Lyrax, pero yo no veo nada extraño, y si me disculpan ahora debo
marcharme, aquí les dejo las llaves de la mansión y los documentos ... espero
que la disfruten y cuiden bien de ella.
Los señores Lyrax estaban tan sorprendidos que no pudieron decir palabra
alguna, pero el joven Darian
acompañó al abogado hasta la salida, para preguntarle que es lo que debían
hacer con aquella mansión, y por qué estaban ahí.
-
Verás joven Lyrax –decía el hombre
mientras caminaba lentamente– tus ancestros han sido guardianes por mucho
tiempo.
-
¿Guardianes de qué?
-
¡Ah! pronto lo sabrás, pronto todo
quedará muy claro para ti y para tu hermana. Y recuerda que la fuerza de uno no
es suficiente ... –mientras el señor Blicke decía aquellas palabras sacó de su
bolsillo una cadena de la cual colgaba una pequeña placa de plata– semper fi
Darian, semper fi.
-
¿Eso qué significa? –preguntaba el
chico mientras el abogado le ponía la cadena al rededor del cuello–
-
SEMPER FI ¿lo ves? Está inscrito en
esta placa ... es una frase en latín, “semper fidelis”, significa siempre
fieles, la usan los soldados, porque son como una familia y deben ser SIEMPRE
FIELES con sus hermanos, semper fi Darian, Semper fi.
-
Pero yo no soy un soldado ...
-
Pero eres un hermano Darian–tan
pronto el abogado acabó de decir aquellas palabras la densa neblina regresó y
el muchacho ya no pudo ver hacia donde se había ido el señor Blicke, era como
si se hubiera desvanecido; pero un repentino grito sacó de sus pensamientos al
chico, era Ivy, así que corrió de regreso a la mansión y atravesando varios
enmarañados pasillos llegó al ático de la casa, abrió la pesada puerta de
madera y encontró a su hermanita tirada en el piso cubierta de polvo y de
varias docenas de libros viejos –
-
¿Estás bien Ivy? –decía el muchacho
mientras ayudaba a la niña a levantarse–
-
Estoy bien Darian, sólo fue un
susto, quería alcanzar un libro y luego todo se cayó ... ¡oye! ¡que bonita
placa! ¡mira, yo también tengo una! Significa que nada puede separarnos, porque
somos hermanos ¿verdad?
-
Así es ... Ivy ... ¿De dónde la
sacaste?
-
Me la dio el señor Blicke ...
-
¿Pero cuando? Si el estuvo con
nosotros todo el tiempo.
-
No Darian, el estuvo conmigo,
mostrándome las habitaciones y contándome un cuento.
-
¿Qué cuento? –pero antes de que Ivy
pudiera responder, un enorme y pesado libro cayó desde lo más alto del librero
y al hacerlo cientos de sus hojas quedaron volando por toda la habitación
creando un remolino que giraba cada vez más y más rápido, y éste envolvió por
completo a Ivy que intentaba tomar la mano de Darian.
-
¡Ivy! –gritaba el chico– ¡sujétate!
-
¡Darian! ¡ayúdame! –pero el muchacho
no podía acercarse al remolino, aunque lo intentaba con todas sus fuerzas,
entonces las hojas de papel cubrieron toda la habitación e Ivy desapareció,
sólo quedó el eco de su voz diciendo ¡semper fi Darian!–
-
¡Te voy a encontrar Ivy, soy tu
hermano y te voy a ayudar! ... semper fi Ivy, semper fi... –pensó el muchacho–.
De repente unos pasos se escucharon, eran los padres de Darian que,
asustados se apresuraron a ver que sucedía.
-
¿Darian, porqué gritas?
-
Ivy ... mamá ... se ha perdido ...
-
¿Pero de qué hablas? Ivy está aquí
–entonces el joven volteó la mirada y vio a su hermanita, sosteniendo la mano
de su papá–
-
Chicos –decía el papá– creo que ya tuvimos demasiadas
aventuras por hoy, regresaremos a casa ¿les parece?
Darian asintió y comenzaron a caminar hacia la salida, y fue entonces
cuando el joven notó algo muy extraño; en la habitación llena de hojas estaban
los zapatos de Ivy, y , sin embargo, la niña que iba en brazos de su papá tenía
puestos sus zapatos. Darian sintió un vuelco en el estómago, ¿acaso era su
imaginación que estaba jugándole una mala pasada? Durante todo el camino de
regreso no podía dejar de mirar a su hermanita, se veía algo diferente, un
tanto pálida, y estaba demasiado callada, ella no era así, se sentía diferente,
Darian no sabía que era pero aquella niña no era Ivy podía sentirlo, no podía
explicarlo, pero lo intuía, aquella niña no era su hermanita, él la conocía
bien desde que era un bebé llorón y aquella niña tan seria, bien portada y
callada no era Ivy, pero si ella no era su hermana ¿en dónde estaba Ivy? ...