CONEJITO, MIRA LA LUNA
Elizabeth Segoviano Copyright©2014 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
En un valle distante había construído su
madriguera una mamá conejo, y ahí tuvo un pequeño conejito que era lindo,
curioso y travieso, era esponjoso, ruidoso y también cariñoso.
Pero con el paso del tiempo el conejito
inquieto ya lo había recorrido todo, cada agujero, cada rama, cada hoja y hasta
el arroyuelo.
Y el conejito lloraba cada mañana al ver
que seguía en ese inmenso valle verde y frondoso que tenía árboles frutales y
muchas aves que trinaban canciones ancestrales.
Mamá conejo lo abrazaba y le daba besitos
esquimales, le hacía cosquillas en la barriga y le daba a morder dulces raíces
florarles.
Pero conejito no quería comer, conejito
lloraba porque quería viajar, explorar lugares que solo podía soñar.
Ya habrá tiempo para eso, decía mamá
conejo, cuando seas más fuerte y te hagas mayor irás a donde quieras, pero aún
eres mi conejito soñador y te quedarás conmigo porque eres pequeño e indefenso,
eres distraído y aún no sabes nada del
mundo exterior.
Entonces mamá conejo le contaba cuentos de
la luna y de esa gran mancha que tenía que parecía un conejo como él, y solo
así el conejito se contentaba y se dormía, mirando la luna ... a quien su mamá
conejo llamaba mamá luna.
Mas ocurrió un día que a las orillas del
frondoso valle se escucho un rugido raro, y conejito corrió a ver que ocurría,
era un camión enorme el que rugía y conejito se trepó en él para ver porque
gruñía.
Entonces el camión se sacudió, tosió y
arracó a toda velocidad con todo y conejito quien sorprendido se carcajeaba y
decía : ¡adiós, adiós valle aburrido! ¡adiós adiós señor buho y señor topo!
¡adiós, adiós peces del arroyo! ¡adiós, adiós días aburridos! ¡me me voy, me
voy a recorrer el mundo y ser aventurero! ¡no más conejito soñador! ¡soy un
explorador!
Sobre el camión observó el conejito muchos
caminos, bosques y un lago, luego una gran carretera que se doblaba como una
serpiente y después observó a una ciudad iluminarse mientras caía el atardecer.
Aquel lugar era como un laberinto, lleno de
ruidos y gente corriendo.
Nadie escuchaba ni era amable o atento, y
conejito comenzó a sentir miedo.
Entonces respiró hondo y miró el cielo, ahí
estaba mamá luna con su mancha de conejo y conejito sintió un hueco en el
pecho.
Se había alejado del valle pero también de
su mamá, de repente solo quería estar en su madriguera de suave paja escuchando
los cuentos de la luna en la dulce voz de su mamá.
Conejito se asustó, no sabía como regresar
... se dio cuenta de que en verdad era demasiado pequeño y que necesitaba
alguien que lo cuidara.
Conejito lloró y sollozó mirando la luna,
sabía que en algún lugar lejos, su mamá conejo estaba mirando la luna
preguntándose donde estaría su conejito soñador.
Pero mamá conejo era muy inteligente y le
había pedido a los mirlos del campo que siguieran al camión y ellos le dijeron
en donde estaba su conejito soñador.
El señor búho que todo lo había visto le
ofreció sus alas a mamá conejo y volaron juntos a través de bosques y lagos, y
siguiendo la carretera que parecía serpiente hasta llegar a la ciudad.
Y ahí, junto a un enorme camión que ya no
rugía estaba conejito soñador, con lagrimones corriendo por sus mejillas
peludas y su barriguita gruñendo de hambre, gruñendo por unas verduras.
Mamá conejo se estiró y tomó en sus brazos
al conejito que se aferraba a ella y le decía que nunca jamás querría dejar de
nuevo el valle.
Al llegar a su madriguera , mamá conejo
arropó a su conejito, le dio besitos esquimales y le dijo : conejito soñador,
cuando seas mayor podrás hacer todo lo que desees, podrás ser un gran
explorador, astronauta, un marino o un gran investigador, pero aún eres pequeño
y no pudes estar solito en un mundo tan inmenso.
Conejito suspiro y dijo que no quería
volver a estar sin ella, porque estar sin ella le hacía sentir un hueco gigante
en el pecho.
Conejito soñador, decía mamá conejo, yo
estaré contigo aún cuando tu estés lejos, cuando mires a mamá luna, la estaré
mirando yo, cuando veas su mancha de conejo piensa que soy yo para darte las
buenas noches y cuando yo la vea pensaré que eres tú para darme las buenas
noches.
Tu y yo nunca estaremos separados, pues
aunque seas un gran explorador, tendremos la luna llena, incluso la luna
menguante y sabrás que en su tenue brillo viaja todo mi amor.
Conejito, mira la luna, y sueña que eres
explorador, y cuando te hagas mayor y seas explorador, mira la luna y sueña que
estás conmigo en nuestro valle y te doy besitos esquimales.
Conejito mira la luna y estaremos juntos
como hoy, como siempre, te lo prometo yo.
Hola Eliz,menos mal que mamá coneja tenía muchos amigos que le ayudaron a encontrar a su hijito. ¡Qué haríamos sin el cuidado de nuestras madres!
ResponderEliminarUn cuento muy tierno.
Un beso.