EL
MISTERIOSO CASO DE LOS MONSTRUOS NAVIDEÑOS
CAPÍTULO
6
YO PUEDO
ARREGLAR LA NAVIDAD
Santa
Claus se apresuró al encuentro de su esposa con lágrimas llenas de tristeza y
compasión, porque sabía que la Navidad era difícil, él tenía que irse y dejarla
sola para pasar la noche entera viendo a todas las familias reunidas, felices y
contentos mientras que su propia familia tenía que estar separada y trabajar
muchísimo para llevarle felicidad principalmente a los niños, era cierto que
muchos niños eran caprichosos y no les importaba nada que no fueran sus regalos,
pero no todos eran así. Santa quiso abrazar a su esposa, pero ella se echó a
correr, Peribelle gritaba, Santa gritaba, pero Alondra Foxter estaba silenciosa
igual que su valiente gato kickster, observando la escena como si estuvieran
leyendo un libro que ya conocieran.
5,
4, 3, 2 ¡ahora kickster! –ordenó la detective– El gato siguiendo la orden saltó
varios metros en el aire preparando sus garras y colmillos para aterrizar en el
abominable monstruo en el que se había convertido la Señora Claus, aquello tomó
por sorpresa a la criatura y cayó de bruces en el suelo y llena de ira, por lo
que le propinó tremenda patada al gatito, que por supuesto estaba completamente
a salvo gracias al chaleco de fibras de kevlar que le había mandado confeccionar
Alondra, y ella ya esperaba a la monstruosa criatura con una lata de gas
paralizante, la horripilante Señora Claus no podía mover ni una garra, pero
seguía gruñendo y gritando, por lo que Alondra sacó de su abrigo una jeringuilla
y le aplicó un calmante que bien habría podido dormir a dos osos, pero que a la
terrible criatura en la que se había convertido la Señora Claus no pareció más
que atontarla ligeramente.
Desde
la puerta la señorita Blizter y Rÿphaliik miraban todo con asombro y miedo,
pero al ver que Alondra tenía controlada la situación entraron a la casa junto
con todos los duendecitos navideños que habían corrido a esconderse entre
montoncitos de nieve cuando se dieron cuenta de que la Señora Claus estaba transformándose
lentamente en uno se esos monstruos de que los que hablaban en televisión.
-
¿Todo bajo control señorita Foxter? –preguntaba
pícaramente la señorita Blizter-
-
Pan comido señorita Blizter, pan comido.
-
¿Pan comido? –preguntaba confundido
Rÿphaliik- ¡pero todo es un desastre Alondra!
-
Mi querido Rÿphaliik, incluso el caos
tiene cierto orden, si, la Señora Claus es un monstruo, ciudad Moona, y ciudad
Hezocentre están plagadas de monstruos, ya es noche buena y Santa sigue aquí y
sin entregar regalos… aún así hay esperanza, recuerda que lo imposible solo
requiere un poco más de esfuerzo.
-
¿Cómo? –dijeron al unísono todos los
duendecillos-
-
Bueno, comenzó a explicar Alondra Foxter
mientras se sacaba el abrigo y encendía la chimenea, tenemos a la señora Claus,
tenemos a la bruja blanca, Peribelle Vandalay, tenemos dos talismanes y tenemos
a Santa, solo hay que escribir un nuevo hechizo y revertirlo.
-
-Pero, jamás podremos revertirlo tan
rápido Alondra –comentó Peribelle-
-
¡Seguro que sí! – exclamaba la detective
cargando a kickster y removiendo su chaleco anti-asalto- Hoy tenemos la luna
llena más grande y brillante del año, está tan grande y brillante que parece un
espejo… ¡un espejo Peribelle!
-
¡Claro! Un espejo gigante… ¡necesitamos un
hechizo!
-
¡Escríbelo! Santa y tú lo dirán
-
Santa –decía la detective– no te
preocupes, ella estará bien, quizá le duela un poco la cabeza, pero nada más,
todo esto tiene arreglo, llevemos a la Señora Claus a la cama, pronto será ella
misma y podremos hablar, ya no llores.
-
Está bien mi niña…
Mientras
tanto la señorita Blizter preparaba una gran olla de chocolate caliente sobre
la chimenea y le daba a todos los duendecitos una taza y una manta, cuando hubo
repartido hasta la última gota tomó a kickster y salió a la aldea, el gato era
tan astuto y talentoso como su ama y de inmediato se trepó al pino navideño
para tirar los adornos que estaban rotos y la señorita Blizter arregló la
electricidad y sacó del helicóptero todos los maravillosos drones y gadgets que
tenía Alondra y los puso a trabajar, ordenándoles desde la computadora que
recogieran, pegaran nuevos adornos, enredaran nuevas series de luces etc,
mientras ella se ponía un caramelo de cereza y menta en la boca, así en cuestión
de minutos la aldea había quedado limpia y adornada, como si nada hubiera
pasado. La señorita Blizter se llevó otro caramelo a la boca, agarró al gato y
se metió a la casa para buscarle un tazón de leche.
-
¡Ya tengo el hechizo! –gritaba entusiasmada
Peribelle–
-
¡Vamos! ¡vamos mi niña!-decía más repuesto
Santa Claus-
“¡Luna,
luna, grandiosa luna, escucha y mira, mira y escucha, refleja en tu dulce luz
nuestras voces, revierte a estas criaturas atroces!”
Los
talismanes de ambos brillaron y se convirtieron en un fino polvillo que viajaba
en la luz de la luna y en cuestión de segundos la Señora Claus ya era misma y
por televisión decían que los monstruos se estaban desvaneciendo y los niños
regresaban a su forma normal.
Al ver
aquello Santa y Alondra regresaron a la habitación de la Señora Claus que
lloraba amargamente sintiéndose muy avergonzada. Al y Santa la abrazaron.
-
¡Mi amor! –decía Santa– Yo sé que es
difícil estar separados en Navidad y no pasar tanto tiempo juntos por estar
fabricando regalos y revisando listas, pero tu sabes que eres mi mundo. Sin ti
nada funciona, sería un reloj descompuesto.
-
Señora Claus –decía Alondra Foxter– yo
creo que algo puede hacerse para que usted, su esposo y toda la aldea puedan
pasar Navidad juntos y no trabajar todo el tiempo sin parar, verá que la gente
entenderá y sobre todo, los niños entenderán, de eso me encargo yo, pero por
favor, la próxima vez que sienta que quiere volverse monstruo, y volver
monstruo a todo el mundo y destruir la Navidad, hable con su esposo, hablando
se resuelve mucho! ahora ¿por qué no bajan y beben chocolate con los
duendecitos?
-
¡Pero es noche buena! –decía entre
sollozos la Señora Claus- y no tenemos casi regalos, si acaso tenemos la mitad,
los destruí …
-
¡Esta noche buena yo seré Santa Claus!
-
¡COMO! –gritaron Santa, la Señora Claus,
Peribelle y los duendecillos al mismo tiempo-
-
¡Señorita Blizter! Haga el favor de darme
mi maletín rojo.
La
señorita Blizter metiéndose otro caramelo a la boca le entregó el maletín a la
detective, de él sacó una fabulosa máscara latex que era idéntica al rostro de
Santa en todo detalle, también se puso su traje que tuvo que inflar un poco
para llenar el gran hueco de la barriga y diciendo ¡jo, jo, jo! Tomó a
kickster, le puso un gorrito tomó de la mano a la señorita Blizter y se
subieron a su helicóptero.
Más tarde
todas las emisoras de Televisión emitían un video en el que Santa explicaba que
debido a los recientes acontecimientos solamente podría dar un regalo por niño
y que le harían un inmenso favor si todos los niños pudieran hacer alguna buena
obra por alguien más para compensar la falta de regalos.
Los niños
como Atreya Bobinska, Bruno Pralinëé, los gemelos Mc Muscle y todos los
pequeños que fueron horripilantes monstruos por un par de días le dijeron a sus
padres que no necesitaban regalos, habían comprendido que tener una familia que
los amaba era el regalo más grande del mundo, pues sin una familia que te
abrace y juegue contigo, que te cuente cuentos y te cocine cosas ricas ningún
regalo por más costoso que fuera valía nada.
Habían
comprendido que la Navidad no era un día para pedir, pedir, pedir, pedir cosas,
era una fecha para recordar que hace muchos, muchos años había nacido sin nada
el niño Dios, y ellos tenían mucho, eran ricos porque tenían familias que los
amaban y de eso se trata cualquier celebración, de estar juntos, de reír de
jugar y soñar no es algo que puede comprarse en ningún centro comercial, y ya
no volverían a ser monstruos ni por dentro, ni por fuera. Al igual que
Peribelle Vandalay que fue adoptada por los señores Claus y ayudaba con un poco
de magia … magia buena y pura, a todos los quehaceres de la Aldea y de la casa
de Santa, y esa noche, por primera vez en quien sabe cuánto tiempo se sentaron
a cenar los señores Claus y los duendecillos y los renos y una brujita blanca para
tener una noche buena tranquila en familia.
Mientras
tanto en los cielos de las ciudades se veía el helicóptero de Al Foxter dejando
regalitos por doquier para todos los que sí se habían portado bien, desde
aquella extraña Navidad algo aún más importante sucedió en ciudad Moona, muchos
voluntarios contactaron a la detective para decirles que querían ser ayudantes
de Santa Claus, para que el ya no tuviera que hacer todo solo y pudiera de vez
en vez disfrutar una cena navideña con su familia.
En plena
Navidad Al Foxter llegó a su oficina, agotada pero feliz de haber ayudado a
rescatar la festividad, pero sobre todo de haber resuelto otro caso.
-
¡Señorita Blizter! –gritaba melódicamente
Alondra Foxter– ¡póngase sus mejores tacones y un nuevo chaleco a Kickster,
porque nos vamos a desayunar!
-
¡Seguro! –decía la señorita Blizter
mientras se metía otro caramelo a la boca- pero tenemos más casos pendientes
-
Lo sé, pero por hoy nos ganamos un graaaan
desayuno
-
¿Con doble postre?
-
¡Por supuesto! ¡Es Navidad!
La
señorita Blizter cerró con llave la oficina, tomó su gas pimienta y su arma
paralizante, se metió otro caramelo y se fue con la detective Foxter, alegre,
pero siempre alerta, por si se les venía otro caso inesperado.
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